José Peraza Hernández
Damos paso a la Santa Eucaristía, y se pasó a bendecir un cuadro, que fue donado, y es de siglo XVIII. se entregó unos reconocimientos a unas personas, por su labor en la iglesia. Al finalizar ésta, salió a hombros en procesión, acompañado de las autoridades, feligreses y Banda de Cornetas, tambores Gaita, la que lleva de nombre “Nuestra Señora de la Salud”. Haciendo el recorrido habitual, hasta la antigua Ermita de San Antonio, donde el reverendo dijo unas palabras, y seguidamente de regreso a la Parroquia, donde se procedió a repartir el pan bendecido, a los presentes. Y al finalizar se pasó una paella.
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San Antonio nació en Portugal en 1195 en una familia de la
nobleza. Desde niño se consagró a la Santísima Virgen. En su juventud fue
atacado por las pasiones sensuales, pero con ayuda de Dios las dominó,
encontrando su fortaleza en las visitas al Santísimo.
Fue admitido en los franciscanos a inicios de 1221,
participó en Asís del capítulo general de la orden de ese año y más adelante
fue enviado a predicar en diversas ciudades, obteniendo un gran éxito en la
conversión de los herejes.
Como la gente buscaba estar cerca de él y algunos le
arrancaban pedazos de su hábito, se le asignó un grupo de hombres para
protegerlo después de los sermones. En ocasiones predicaba en plazas y
mercados. Bastaba su presencia para que los pecadores cayesen de rodillas a sus
pies.
Se trasladó a Padua, donde ya había trabajado
anteriormente. Denunció y combatió el vicio de la usura, pero poco a poco la
salud de San Antonio se fue deteriorando y se retiró a descansar a los bosques.
Al sentir que su vida llegaba a su término, pidió regresar a Padua, pero solo
llegó hasta los límites de la ciudad.
El 13 de junio de 1231 recibió los últimos sacramentos,
entonó un canto a la Virgen y antes de partir a la Casa del Padre, dijo
sonriente: "Veo venir a Nuestro Señor". Fue canonizado sin que haya
transcurrido un año de su muerte por el Papa Gregorio IX y declarado Doctor de
la Iglesia por el Papa Pío XII.
Un hombre retó a San Antonio a probar que Jesús estaba en
la Eucaristía y dejó sin comer tres días a su mula. Llevó al animal al templo y
le mostró pasto fresco, pero la mula prefirió ir con el Santo, que se
encontraba al lado con una hostia consagrada, y se arrodilló.
Los objetos perdidos
A San Antonio se le invoca para encontrar objetos perdidos
tal vez porque cierto día un novicio huyó del convento con un salterio que
usaba el Santo. San Antonio oró para recuperar su libro y el novicio se vio
ante una aparición terrible y amenazante que lo obligó a regresar y devolver lo
robado.
Se dice que, en una ocasión, mientras oraba, se le apareció
el niño Jesús y lo sostuvo en sus brazos. Muchos fieles acuden a San Antonio
para que interceda para hallar un buen esposo o esposa. Es patrono de mujeres
estériles, pobres, viajeros, albañiles, panaderos y papeleros.
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