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lunes, 30 de noviembre de 2020

PRIMERA LECTURA

Agustín Armas Hernández

Traigo, a este medio, la primera lectura y el Salmo correspondiente al Primer domingo de Adviento que, por la importancia que tiene, y el mensaje que contiene, yo las relaciono con lo que sería, y es, para mí, una buena y segura solución para erradicar, de raíz, la epidemia del Corona virus. Rezar, todos unidos, pidiéndole, como lo hizo, en su día, el profeta Isaias, a Dios padre y al Dios niño, que ya se acerca, perdone nuestros desvíos y pecados, librándonos de este mal que está destrozando nuestras vidas, la de nuestros familiares y la de medio mundo, por no decir la del mundo completo. ¡¡Perdonanos Señor!!

Veamoslo.

LECTURA DEL LIBRO DE ISAIAS, 63, 16b- 17.19b; 64, 2b-7

“Tú, Señor, eres nuestro padre, tu nombre de siempre es <<Nuestro redentor>>. Señor, ¿por qué nos extravías de tus caminos y endureces nuestro corazón para que no te tema? Vuélvete por amor a tus siervos y a las tribus de tu heredad. ¡ojalá rasgases el cielo y bajases, derritiendo los montes con tu presencia! Bajaste y los montes se derritieron con tu presencia. Jamás oído oyó ni ojo vio un Dios fuera de ti, que hiciera tanto por el que espera en él. Sales al encuentro del que practica la justicia y se acuerda de tus caminos. Estabas airado y nosotros fracasamos: aparta nuestras culpas y seremos salvos. Todos éramos impuros, nuestra justicia era un paño manchado; todos nos marchitábamos como follaje, nuestras culpas nos arrebatan como el viento. Nadie invocaba tu nombre ni se esforzaba por aferrarse a ti; pues nos ocultabas tu rostro y nos entregabas al poder de nuestra culpa. Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero; somos todos obra de tu mano”.

Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL 79

“Oh Dios nuestro, restaurarnos, que brille tu rostro y nos salve.

Pastor de Israel, escucha, tú que te sientas sobre querubines, resplandece. Despierta tu poder y ven a salvarnos.

Dios de los ejércitos, vuélvete: mira desde el cielo, fíjate, ven a visitar tu viña, la cepa que que tu diestra plantó y que tú hiciste vigorosa.

Que tu mano proteja a tu escogido, al hombre que tú fortaleciste. No nos alejaremos de ti; danos vida, para que invoquemos tu nombre”.

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