Antonio-Pedro Tejera Reyes
Enterados luego de largos años de lo que el vulgo entiende
por política,, viendo discurrir la gobernabilidad del mundo dando bandazos de
un lado para otro, tenemos que confesar claramente que creemos que la palabra
política sufre un deterioro fundamental, al querer aplicarse principalmente
para justificar acciones y hechos contarios a lo que debería hacerse.
En nuestra cara, y en presencia de significados testigos,
nos han soltado frases como: “Ud. Tiene la razón, pero lo mío es una decisión
política, por lo que no puedo dársela. Ponga un recurso contencioso
administrativo, que segura-mente lo ganará pero, como le digo, lo mío es una
decisión política.”
Esta era la forma de entender – y lo sigue siendo – lo que
en España se llama política, por lo que hablar de ideales, es como hablar
liliputiense en La Habana.
Hasta ahí llegamos con lo que la generalidad entiende por
política.
Aplicando esta singular palabra a las acciones
gubernamentales y en particular a las ideologías, estamos ante una situación en
la que hemos venido observando a través de los años, como estas evoluciones van
desapareciendo del panorama mundial sepultadas por intereses corruptos – en el
sentido exacto de la palabra - personalistas y económicos.
Los ideales políticos han desaparecido en el mundo entero,
nos atrevemos a asegurar. Habría que desenterrar a Miranda, Bolívar, y más
cercanamente a Prieto Figueroa, o a Uslar Pietri – nombrando venezolanos – o a
Churchill, De Gualle, Lincoln, o más al día, a Oscar Arias, a niveles
mundiales, para poder hablar de esos ideales políticos desaparecidos.
Leíamos hace ya muchos años, el célebre “tratado” del
español Gonzalo Fernández de la Mora, “El crepúsculo de las ideologías”, un
libro que fue muy criticado y escasamente analizado en aquella vieja época, y
que hoy nos viene a la memoria fue tema de muchas de nuestras viejas tertulias,
en las que ya imperaba la ideología de la transformación de este mundo al que
hemos llegado y ahora se quiere cargar una inducida pandemia.
El movimiento socio-cultural que se ha desarrollado en el
mundo, llamado turismo, es una conquista social nacida de una acción política
empresarial, cuyo ejemplo podemos referirlo a Henry Ford y su modelo de
gestión. La ideología política gubernamental no tenía nada que ver en el asunto.
Se trataba del desarrollo de la sociedad mundial, rumbo al “estado de
bienestar”. Ahí no había influencia política gubernamental ni imperialista de
nuevo cuño, ni seudo-socialista del Siglo XXI, como ahora se debate, sin saber,
ni tener claro la sociedad, de lo que se trata.
El cambio que ha dado la comunidad mundial, gracias al
movimiento del turismo es fundamental para la convivencia humana. Los
principios que viene difundiendo Rotary Internacional desde hace más de 100
años, van cada día ganando terreno junto a la ingente labor de la Organización
Mundial del Turismo difundiendo aquello de “El Turismo es riqueza para la
persona, para la familia, para la comunidad, para el mundo entero” (Riqueza en
todo el amplio sentido de la palabra)
Rotary Internacional se afianza con “el aprecio a toda
ocupación útil y la dignificación de la propia… la inteligencia, la buena
voluntad y la paz entre las naciones por el compañerismo de sus hombres y
mujeres… unidos por el ideal de servicio…”
Las ideologías de carácter político han desaparecido del
mundo en que vivimos. Ya no están en el crepúsculo que anunciaba Gonzalo
Fernández de la Mora, allá por el año 1971. Ya no existen.
Un mundo nuevo, donde una pandemia mal gestionada nos deja
pendientes de una nueva evolución donde ideales políticos de gobierno pasan a
ser puros recuerdos utópicos…
*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del
Turismo, de las Naciones Unidas.
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