Javier Lima Estévez. Historiador
La guía The Vale of
Orotava, publicada por Osbert Ward en 1903, representa un interesante
testimonio documental para conocer ampliamente la historia de los principales
negocios asociados al municipio del Puerto de la Cruz en el tránsito de los
siglos XIX y XX y, al mismo tiempo, observar la recomendación de lugares a
visitar por diferentes razones. Nos detendremos en un apartado en el cual
analiza diversas tiendas que se ubicaban a lo largo del municipio. No duda
Osbert Ward en apreciar diferentes locales en los que sería posible adquirir
productos para cubrir las necesidades principales y, al mismo tiempo, anotar la
existencia de otros espacios en los que obtener algunos lujos. En la primera
recomendación apunta el comercio de Peter S. Reid. Un lugar que es descrito
como unos grandes almacenes. Llegaría a señalar la posibilidad de adquirir vinos
a un precio económico, así como la importancia derivada de la exportación del
calado.
Otro espacio representativo sería “Helvetia”, una tienda de
provisiones bajo la dirección de Gustave Wildpret. En la misma casa, William,
su hermano, se encargaba de atender la venta de plantas y semillas, y, además,
proceder a la elaboración de diferentes tipos de aguas minerales.
“Bon Marché”, llevado por Mr. Reimers, era un lugar
representativo para la adquisición de ropa y diferentes accesorios para caballeros;
además de materiales para trajes, perfumerías, calcetería, calados, etc.
En el local de Isidoro Luis se distribuía material para
papelería, calcetería y calados.
Por otra parte, Nicolás Acosta, era el responsable en la
venta de excelentes botas nativas y sombreros. Un aspecto, la venta de botas,
en el que no podía faltar el negocio de Agustín Marrero.
Para la confección de ropa la persona de referencia era
Adolfo Pérez, destacando, además, por su papel como un excelente músico al
violín, formando parte del conjunto que actuaba en el English Grand Hotel.
Celestino González se añade por su papel como un buen
barbero y, para la obtención de un carruaje, la persona de referencia era
Santiago Reyes; aspecto en el que también llegaría ser considerado de
importancia la figura de José Morisco, gracias a sus carros y caballos en la
entrada del Puerto de la Cruz.
Son, pues, anuncios que nos aproximan ante el conocimiento
de la realidad comercial portuense en el tránsito de los siglos XIX y XX.
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