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viernes, 31 de enero de 2020

FALCÓN, LA SERIE


Pedro Ángel González Delgado

Aquellos quienes ya tengan cierta edad, recordarán con nostalgia la serie norteamericana Falcon Crest pero, al mismo tiempo, con algo de desazón, presencian como una nueva versión de dicho relato se reedita en el Palacio de la Moncloa. Con Pedro Sánchez encarnando el papel protagonista, cual Lorenzo Lamas, si bien el pelo largo se lo ha dejado a su vicepresidente Iglesias, obliga a los ciudadanos españoles a tener que hacerse un esquema para poder comprender este lío de faldas o, para que las feministas no se enfaden, de pantalones. Como matriarca está Isabel Celaá, con el rol de Angela Channing, deponiendo en rueda de prensa acompañada, entre otras, de la novia del vicepresidente, que “los hijos no son de los padres”.

La otra vicepresidente, Carmen Calvo, como suele ser habitual, andaba despistada y erró en la función que le correspondía. Ella creía que debía encarnar a la tristemente fallecida Whitney Houston, y se enamoró de su guardaespaldas, en lugar de hacer como el ex ministro y ahora eurodiputado Josep Borrell, que dejó que cupido lo uniera a la presidenta del partido socialista, la ex ministra Cristina Narbona, ahora en el Senado. Suponemos que sus encuentros, si los hubo, en la Moncloa, no serán secretos de Palacio, a pesar del secreto de las deliberaciones del Consejo de Ministros. Ambos son ex ministros pero, como era natural, no iban a dejar el erario público para dar rienda suelta a su amor y, por eso, uno se sacrifica en la eurocámara, y la otra en la Cámara Alta de nuestras Cortes.

Sin embargo, es tal el culebrón, que esta nueva versión de Falcon, no con el que el apuesto presidente y su esposa enchufada en el Instituto de la Mujer se van a un concierto o de vacaciones a Lanzarote, o el helicóptero oficial con el que van a la boda del cuñado del presidente, que si Nepote levantara la cabeza, pensaría que es un principiante. Y es que, el vicepresidente Pablo Iglesias tenía una novia, la comunista Tania Sánchez (diputada). Tras finalizar su relación sentimental con ella, inició una vida en conjunto con Irene Montero, a la que nombró portavoz y, en estos días, ministra de Igualdad, para demostrar que no hace falta tener hijos con el jefe para ascender, suponemos. Esperemos que Pedro Sánchez les preste algún día el famoso Falcon para que la pareja del chalet marxista de Galapagar puedan disfrutar de sus vacaciones, quizá a todo lujo en Nueva Zelanda, como en su día hizo también el otro ministro comunista, Alberto Garzón.

En esto de la política socialista, parece que sus principales actores le hicieron caso a su campaña electoral del corazón rojo, porque en cualquier departamento que se fije uno, resulta una pareja de izquierdas, por supuesto, todos debidamente colocados en cargos públicos. Así, para no desentonar, la Presidente del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet, disfruta de su novio, Juan Carlos Campo Moreno, como ministro de Justicia que, como es sabido, ha recibido la cartera de Dolores Delgado que, al parecer, es amiga íntima de Baltasar Garzón, que, a su vez, es el abogado de Evo Morales que, presuntamente, es el que financió del narco tráfico al novio de Irene Montero. Y es ella, la mencionada “Lola”, la que encarnará los capítulos más intrigantes. No serán aquellos en los que pudiera estar envuelto su querido amigo y ex juez prevaricador, sino los otros silenciados, que transcurren como si no fueran importantes, pero que tienen una especial trascendencia en el hilo conductor de la patraña que nos cuentan. De ese modo, habrá que confiar en la entredicha independencia de la Fiscalía que, según el actor principal, depende de él, en los episodios “¿Qué hacemos con los ERE?”, “De los cursos de formación, ni hablamos”, y, del que no será de relleno, “Los permisos penitenciarios de los sediciosos no los recurrimos”. 


En esta serie hay personajes figurantes, como el ministro Pedro Duque, pero que tampoco es menos y su mujer, Consuelo Femenía Guardiola, es la embajadora de España en Malta. También hay personajes recurrentes, que aparecen de vez en cuando en algún capítulo, si bien suelen tener actuaciones importantes dentro de la trama. Es el caso de Gabriel Rufián (ERC), que es el marido de Marta Pagola, jefa de prensa del Partido Nacionalista Vasco (PNV), y sus actos son más trascendentes que los del actor de reparto Iñigo Errejón, el amigo de Pablo Iglesias, aunque ahora se han enfadado, que era el novio de Rita Maestre, portavoz en su día del Ayuntamiento de Madrid (la que exhibía sus senos en la capilla de la Universidad), pero que, mientras era novia de ésta, se enamoró de Gloria Mena, periodista, cómo no, de La Sexta. De esa suerte, la pareja Iñigo y Rita se rompió y no permanece en el tiempo como la de los antiguos amigos, ahora rivales de Iglesias dentro de Podemos, Teresa Rodríguez, líder comunista en Andalucía, y su enamorado “Kichi”, alcalde de Cádiz.  

Veremos, próximamente, si los conflictos de estas parejas duran también nueve años como la serie dramática o, por el bien de los españoles y, por ende, de Europa, no estrena nueva temporada. Y es que lo cierto es que ya se parece más a una telenovela venezolana y, cual culebrón, también en Falcon aparece la vicepresidente del país sudamericano y es recibida por otro ministro, el de las mil versiones, José Luis Ábalos.

Estamos en los primeros días de esta nueva producción televisiva y ya hemos visto que la trama principal, la de implantar el socialcomunismo en nuestro país, viene aderezada con varias intrigas. Así, en los inicios de la misma los protagonistas principales han tratado de sacar a los condenados por sedición de prisión, ayudan a los criminales del chavismo que siguen la ruta del oro de Caracas a Estambul a evadir a la justicia europea, se niegan a investigar los crímenes etarras no resueltos, mandan a policías con vehículos diplomáticos a Bolivia, y ocultan, entre otros, una red de prostitución infantil tutelada por ellos. No hay duda de que esta serie será premiada en la Gala de los Goya, que para algo está absolutamente politizada y vive del dinero público.

De esa forma, de los creadores de “El dinero público no es de nadie”, llega este “remake” de la famosa serie norteamericana, en versión telenovela venezolana, basado en el manual marxista, y que nos cuenta la historia que un multimillonario en la sombra nos muestra. Lo triste de todo es que, esto que ahora vemos, no en los telediarios, sino a través de las redes sociales que quieren cerrar, no es una ficción, sino la más pura y triste realidad. No debemos mentirnos a nosotros mismos porque creamos que es la única forma de ser feliz, ya que, como toda serie, si no se gana el seguimiento de la audiencia, sus productores no promocionarán una nueva temporada. 

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