Jerónimo
David Álvarez García
DEL CONVENTO DE SANTA LUCÍA AL CEMENTERIO DE
SAN FRANCISCO DE LOS REALEJOS
Este trabajo
publicado en la prensa insular hace casi una década, abre el ciclo de estudios
referentes a la historia contemporánea de Los Realejos presentados por el
autor. El texto, que no ha sido actualizado, es el original que se remitió en
su momento al suplemento La Prensa del periódico El Día.
El autor en su
trayectoria desea colaborar a la divulgación y análisis de la historia
contemporánea, con especial dedicación al extinto municipio de Realejo Alto.
El Convento de Santa Lucía fue fundado en 1610.
Regido por los franciscanos durante dos siglos contribuyó al cuidado pastoral
de los habitantes de Los Realejos.
Mas, dos disposiciones legales de carácter
nacional, influye de lleno en el ocaso y muerte de esta institución. Una, las
medidas ilustradas de los gobiernos de Carlos III, tomadas con anterioridad en
la Península desde mediados del siglo XVIII, que por motivos de espacio e
higiene (amén de ideas anticlericales, sirva esto para enlazar el siguiente
punto) obligaba a crear recintos exteriores para las inhumaciones; véase como “el
cementerio del pueblo del Realejo de Arriba (...) comenzó a funcionar desde
enero de 1837”. 1 La otra
el decreto de 8 de marzo de 1836 que suprime los conventos. El de Santa Lucía
se seculariza y pronto queda en el abandono y ruina. Es la Ley de
Desamortización de Mendizábal.
Abandonado por la Orden Franciscana el edificio
pasó al olvido y entró en un progresivo deterioro. El Padre Siverio nos enumera
la partición de los bienes del convento entre las dos parroquias. “Se
repartieron los enseres y los objetos religiosos que pudieron ser rescatados.
Santiago se llevó un altar y las imágenes del Nazareno, de Santa Lucía, y de un
San Francisco pequeño. La Concepción se quedó con la Virgen de los Afligidos y
el altar que ahora tiene en la parroquia; una imagen de San Francisco de tamaño
natural, y una custodia de plata sobredorada de 1757 (…). La imagen del Señor
del Huerto pasó a la iglesia de las monjas. Otras imágenes pequeñas y
crucifijos, algo deteriorados, procedentes del convento franciscano, se guardan
todavía en casas particulares de los vecinos del contorno (…).” 2
Don Orlando Remón nos recuerda como entre los
años 1836 y 1865 se desmantela progresivamente su patrimonio. Ofrecemos los
relatos del reparto de los tres grandes referentes de la imaginería de este
convento. A saber, el Nazareno y Nuestra Señora de los Afligidos de Martín de
Andújar (con sus respectivos altares) y el Señor del Huerto, un anónimo del
siglo XVIII. “La iglesia siguió abierta al culto, pero sin los frailes quedó
sentenciada al olvido, siendo repartidos sus retablos e imágenes por distintas
parroquias y ermitas del municipio. Concretamente el Nazareno pasó a la
Parroquia de Santiago el año 1852, por devoción del Venerable Padre Beneficiado
D. Antonio Martín, procesionando el 9 de Abril de ese mismo año al Calvario
donde se procedió al sermón”. 3
“Donde la Virgen [de los Afligidos]”
prosigue el autor, “desde 1860 no ha faltado nunca a su cita anual con el
solar [antiguo convento y actual camposanto] que la vio llegar y donde
se veneró tanto.” 4“La ermita de Santa
Lucía se derrumbó en parte (techo y pared) por un temporal que azotó esta zona
de la isla del 12 al 13 de Diciembre de 1859, víspera de Santa Lucía, por esta
época quedaban en su interior algunas imágenes y retablos que se pudieron
salvar.” 5
No hemos podido consultar documento alguno que
certifique la entrada de la imagen de Ntra. Sra. de los Afligidos en la
Parroquia de la Concepción. No obstante, según este texto, si parte de la
techumbre y cerramientos dejaron sin protección el contenido de la ermita en el
último mes de 1859, es lógico afirmar que se rescataron los objetos de culto
(incluida la Virgen) que aún quedaban. Por ello a partir de 1860 comenzó, como
refiere el texto precedente, la tradicional visita anual.
Algo similar ocurrió con la imagen del Señor
del Huerto que también se hallaba en la capilla tras el derrumbe y que fue
trasladada a la vivienda de un vecino, tal y como se refleja en el siguiente
párrafo: “En un documento hallado en la caja 28 Conventos, legajo 13, del
Archivo Diocesano de Tenerife, D. Juan Espínola Salas, párroco de la Concepción
del Realejo Bajo solicita del gobernador eclesiástico D. José Mª Arguibay, que
una imagen del Señor del Huerto que esta guardada en la casa de un caballero de
este pueblo se deposite en el Santuario de Nuestra Señora del Carmen cuyos
vecinos ya la habían pedido anteriormente siendo gobernador eclesiástico D.
Andrés Gutiérrez que no pudieron realizar por algunos inconvenientes, piden se
haga ahora para poder darle culto”. (Realejo de Abajo, 2 de marzo de 1860, y es
aprobado por el citado gobernador eclesiástico a 9 de marzo de ese mismo año)”.6
El investigador Jiménez Fuentes nos confirma el
estado de ruina del inmueble, motivo aprovechado por un benemérito vecino para
demandar parte de los restos de las paredes derrumbadas. “Mateo García
Abreu, que solicitó 1000 ladrillos del convento arruinado, con objeto de volver
a edificar la capilla donde se veneraba la “incinia de nuestro señor Jesucristo
muerto”, puesto que por aquellos días estaba “más de la mitad de ella sin ladrillos”.
Tal petición le fue concedida en febrero de 1860.” 7
Por lo expuesto, presuponemos que la solicitud
del material se efectúa una vez deshabilitado el inmueble. Dichos ladrillos no
tenían ya, función alguna. A partir de diciembre de 1859, la iglesia debió
quedar completamente vacía. A mediados del siguiente año el convento y la
capilla estaban ya abandonados y vacíos. Fuera de culto y uso “tomaron sus
vestidos e hicieron cuatro partes, una para cada uno” 8,
siendo pasto de las llamas una aciaga noche de diciembre de 1865, según narra
el Padre Siverio en su obra ya citada.
En Canarias en pleno siglo XIX se seguía
enterrando a la feligresía en el interior de los templos, muy a pesar de las
nuevas normas ya referidas del Ilustrado Monarca. El profesor Manuel Hernández
González narra la siguiente anécdota de Ledru en su viaje a Tenerife en 1796,
en que se quejaba de la continuidad de las iglesias como cementerios: “¿Por qué se conserva aquí el uso
detestable de convertir en cementerio el templo de la Divinidad?”9 .Y más adelante refiere el autor:
“jamás se podrá poner el piso de la iglesia con el aseo correspondiente porque
todos los días se quitan y ponen los ladrillos para los enterramientos, en cuya
operación se rompen muchos quedando en mal estado. Cuando estos son frecuentes
se nota el olor en la iglesia en días que por agua o viento no se puede dar
ventilación y ha sido preciso quemar yerbas olorosas para disipar de algún modo
la fetidez” 10.
Parece evidente que, en la segunda mitad del
siglo XIX, poco quedaba en pie del antiguo convento. Escribió don José Siverio:
“no se pudo dar mejor destino a tan venerable solar” 11 .Pero, ¿la carencia de espacio para
más sepulturas en el primer cementerio del Realejo Bajo premeditó el destino
del solar monacal?. Un artículo de un periódico de 1868 habla de este nuevo cementerio;
“en el Realejo Bajo se halla el cementerio contiguo a la ermita ruinosa que
fue del convento franciscano. De esta ermita hay una parte en no muy mal
estado, que reúne las condiciones higiénicas (…) para ser la capilla de
depósito de cadáveres de dicho pueblo”12.
De esta cita se desprende que la capilla no ardió, o no se quemó en su
totalidad, si alguna vez hubo un incendio en este convento. Pasados unos meses
se toman las medidas oportunas y “en
octubre de 1868 surge un nuevo problema con el cementerio del Realejo Bajo
cuando la junta de gobierno de dicho lugar decide trasladarlo desde el sitio de
Santa Lucía,[entendemos que este era el nombre del emplazamiento del
primitivo cementerio] donde se enterraba desde 1854, hasta el cercado de
Barroso (…) [Este lugar nunca fue utilizado como cementerio, aunque hubo
litigio con los dueños de la Hacienda de los Príncipes 13] El general Don Jaime Ortega, derribo el edificio franciscano
para que en el solar y huerto se situara el camposanto”. 14
En los libros de difuntos de la Parroquia de la
Concepción del Realejo Bajo se “ordena dar cristiana sepultura al cadáver en
el cementerio de dicha parroquia” sin especificar el nombre del cementerio.
En las actas de defunción del Juzgado del Realejo Alto y las reconstruidas del
Realejo Bajo (el incendio de 1952 quemó su archivo) se enuncia; “y que a su
cadáver se habrá de dar sepultura en el cementerio de este pueblo [en
algunos casos en las del Realejo de Arriba se añade] perteneciente a la
parroquia de Santiago Apóstol”. Lamentablemente, no podemos hacer constar
mediante documento oficial la fecha exacta de las primeras inhumaciones en el
camposanto que ocupa este estudio. Pero, tras la lectura de los dos párrafos
anteriores, deducimos que la fecha debe ser anterior a 1868.
Tras el cese de los enterramientos en el
interior de los templos por imperativo legal, la Parroquia de la Concepción y
el Ayuntamiento del Realejo Bajo crean un cementerio exterior en la trasera de
la capilla mayor de la iglesia. Este se extendía hasta casi la actual calle de
la Alhóndiga. Quedando pequeño por el aumento de enterramientos, se optó por un
nuevo emplazamiento. El nuevo lugar ubicado en el altozano reunía mejores
condiciones de salubridad, pues se encontraba junto al barranco (como el
camposanto del Realejo Alto), y algo alejado del núcleo poblacional.
¿Lo expuesto en este artículo fue considerado
por los realejeros de la época como un atentado al patrimonio histórico
artístico o como un mero aprovechamiento de recursos? Probablemente lo segundo.
Para nosotros, es un acto deleznable contra el patrimonio que nos lleva a
formular la siguiente teoría. El incendio (si se produjo), o la desidia en el
mantenimiento de los restos de la iglesia y otras estancias del Convento de
Santa Lucía del Realejo de Abajo, fueron tolerados por las autoridades
municipales, judiciales y eclesiásticas de la época para ubicar en dicho
recinto el nuevo cementerio de San Francisco.
Dejamos estas líneas abiertas a futuras
investigaciones o interpretaciones de otros apasionados de la Historia.
Agradecemos la desinteresada ayuda de cuantas
personas nos han brindado información para la elaboración de este artículo.
BIBLIOGRAFÍA.
LIBROS 1-6 DE DEFUNCIONES DEL REALEJO ALTO.
Archivo de los Juzgados de los Realejos.
TOMO 1 (RECONSTRUIDO) DE DEFUNCIONES DEL
REALEJO BAJO. Archivo de los Juzgados de los Realejos.
LIBRO DE DIFUNTOS Nº 41. Parroquia de Ntra.
Señora de la Concepción del Realejo Bajo. Archivo diocesano de Tenerife.
LOS REALEJOS UNA SÍNTESIS HISTÓRICA, 1996.
Ayuntamiento de Los Realejos
SEMANA SANTA DE LOS REALEJOS, 2003.
Ayuntamiento de Los Realejos.
CAMACHO Y PÉREZ-GALDÓS, GUILLERMO. Iglesias de
La Concepción y Santiago Apóstol. 1983.
EL ECO DEL COMERCIO. Noticias del País. 22 de
febrero de 1868.
EL GUANCHE. Carta al Director de dos
suscriptores. 3 de noviembre de 1868.
HERNÁNDEZ CASTILLA, J. MELCHOR. El cementerio
del pueblo del Realejo Alto (1837-1947). en La Prensa, El Día 8 de mayo de
2010.
HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, MANUEL. Enfermedad y muerte
en Canarias en el siglo XVIII. Tomo II. 2004.
PROGRAMA DE SEMANA SANTA 2001. Junta Cofradías
Parroquia de Santiago Apóstol.
LÓPEZ PLASENCIA, DOMINGUEZ GONZÁLEZ Y REMÓN
PÉREZ. Nuestra Señora de los Afligidos, en La voz de Los Realejos, núm. 30.
Junio de 1997.
LOPEZ PLASENCIA, JOSÉ CESÁREO. La Advocación
Mariana de los Afligidos y los Franciscanos, en Revista de Historia Canaria,
núm. 182. 2000.
NACAR Y COLUNGA. Sagrada Biblia.
SIVERIO PÉREZ, JOSÉ. Los Conventos del Realejo.
1977.
Publicado en el Suplemento “La Prensa” de El
Día, el sábado 7 de agosto de 2010
1 Hernández
Castilla, J. Melchor. El cementerio del pueblo del Realejo Alto (1837-1947). en
La Prensa, El Día 8 mayo de 2010.
2Siverio Pérez, José. Los
Conventos del Realejo. 1977. Pág. 93.
3Remón Pérez, Orlando. El
Nazareno de Martín de Andújar y su franciscana cofradía, en Programa de Semana
Santa 2001. Los Realejos.
6Excmo Ayuntamiento de Los
Realejos. Semana Santa en Los Realejos. 2003. Pág. 58.
7López Plasencia, José
Cesáreo. La Advocación Mariana de los Afligidos y los Franciscanos, en Revista
de Historia Canaria nº 182. 2000.
8Jn 19, 23.
9Hernández González,
Manuel. Enfermedad y muerte en Canarias en el S. XVIII. 2004. Pág. 107. Iglesia
de Ntra. Sra. Concepción. Santa Cruz Tenerife.
10Hernández
González, Manuel. Op. cit. Pág. 117. Iglesia de Tegueste.
11Siverio
Pérez, José. Op. cit. Pág. 17.
12El Eco del
Comercio. Noticias del País. 22.02.1868 Pág. 2
13El
Guanche. Carta al Director de dos suscriptores. 03.11.1868
14López
Plasencia, Domínguez González y Remón Pérez. Nuestra Señora de los Afligidos en
La Voz de Los Realejos. Núm. 30. Junio de 1997.
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