Salvador García Llanos
Se cumplen hoy cien años del fallecimiento del escritor
Benito Pérez Galdós, considerado por algunos críticos el mejor novelista
español desde Miguel de Cervantes. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, don
Benito fue siempre una referencia desde la temprana vocación por las letras. La
abuela recomendaba la lectura en voz alta de los Episodios Nacionales y en el
bachillerato hubo unos cuantos ejercicios de comentarios de textos para
interpretar el alcance de aquella figura literaria del realismo.
Hay que
conmemorar la fecha por todo lo alto. Galdós es un autor relevante. Canarias
tiene una oportunidad excelente para dimensionar de forma adecuada su estatura
literaria y política, acaso para reparar un cierto desdén y una infravaloración
de su aportación. Se quedó en las puertas del Nobel -dicen que por la presión
de los propios españoles para que no le fuera concedido- pero su espíritu late
y su obra, cada vez más apreciada, perdura y resiste el paso del tiempo, hasta
hacerse universal.
Es el momento
de repasar las claves de un determinado período histórico. La hora de repasar
cualquiera de sus libros, pero especialmente, Fortunata y Jacinta, tan lleno de
sentimientos y escenarios amorosos. El año para ver de nuevo algunas películas,
adaptadas a su escritura, entre ellas, Tristana, que Luis Buñuel desarrolló con
singular maestría.
Hablando de
cine, precisamente, la vida de Pérez Galdós será objeto de una producción que
llevará a la gran pantalla el director grancanario Gustavo Socorro, un proyecto
promovido por la productora ATLASLEY, especializada en la realización de
documentales de rango histórico-político. Parece que la voz escogida para
representar o doblar a don Benito es la de Jerónimo Saavedra Acevedo, ex
ministro, ex presidente y ex alcalde de la capital grancanaria, donde se
conserva y está abierta al público una casa-museo de muy estimable nivel, en
tanto que el teatro, uno de los principales recintos culturales del
archipiélago, lleva el nombre del insigne escritor.
Pero las
letras canarias están también de enhorabuena por otro motivo: la Biblioteca
Nacional (BNE) ha decidido que la obra
de destacados autores españoles -unos ciento ochenta fallecidos en 1939-, sea
ya de disponilidad pública, en virtud de la Ley de Propiedad Intelectual, en la
Biblioteca Digital Hispánica, entre
ellos el portuense Agustín Espinosa García, una de las figuras principales del
surrealismo, integrante de la Generación del 27 y al que, por fin, se va a reconocer
una aportación literaria de primerísimo nivel. El año pasado, el año
espinosiano, como fue denominado en círculos periodísticos, culturales e
institucionales, Espinosa fue figura principal del denominado Día de las Letras
Canarias, decretado por el Gobierno de Canarias. Esta determinación sitúa a
Espinosa, al lado de Antonio Machado, Ciro Bayo y Pere Corominas, entre otros,
en una posición relevante. Sus estudiosos y seguidores están de enhorabuena.
Para acentuarlo, Alexis Ortega ha reeditado Crimen (Ediciones Siruela), y el
ejecutivo autónomo, en colaboración con Itineraria Editorial, difunde otro
título fundamental de su producción, Lancelot 28º 7º, cuyo primer texto fue
publicado en 1929.
Razones para
confiar en que 2020 será un año insuperable, literariamente hablando.
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