Antonio-Pedro Tejera Reyes
1. Para mi querido
amigo Alejandro-José y su esposa María Cristina, con todo mi afecto y cariño.
“EL RIESGO ES QUE TE QUIERAS QUEDAR”
Monumento a los zapatos viejos, con el fondo del Castillo
de San Felipe, en Cartagena de Indias, que recuerdan el idílico romance del
vate cartagenero Luís Carlos López, en su poema “A mi ciudad nativa”.
UN MUNDO DE
REFERENCIAS
“La capital de Colombia, Bogotá, nos trae a nosotros serios
recuerdos de épocas pasadas relacionados con nuestros primeros pasos en torno
al desarrollo del turismo en tierras americanas.
No son simples
anécdotas el recuerdo de unos pajaritos amarillos revoloteando libremente en el
despacho de una máxima autoridad de la industria y el comercio colombiano, en
la misma cúspide acristalada del Edificio Tequendama, frente mismo al
prestigioso hotel que la empresa Intercontinental gestiona en Bogotá. Es uno de
las decenas de recuerdos que vienen a nuestra mente de aquella memorable
empresa que desde las Islas Canarias organizamos, y que ejecutamos en este
esplendoroso país de América, con el patrocinio de su Corporación Nacional de
Turismo. Bogotá, Medellín, Cali, Popayán y Cartagena de Indias, fueron testigos
fieles de la presencia de ocho profesores canarios de reconocida valía,
pertenecientes a nuestro centro de estudios, que durante algo así como cuatro
semanas, impartieron sus conocimientos bajo el genérico nombre de “Cultura
Turística” con algo más de seiscientos interesados asistentes…
Esplendida vista
de Bogotá desde la Universidad Externado de Colombia… con un primer término del
colonial Barrio de la Candelaria. F/ Tejera Reyes
Hermosa estampa de
inspiración colonial, en la histórica ciudad de Popayán, una auténtica reliquia
de la gloriosa historia de Colombia.
Era el año 1972.
Nuestra vinculación al país, nos llevaría seguidamente a recorrer otros
caminos, impulsándonos de un lado a otro de él, con serias intervenciones desde
Cúcuta hasta Pasto… Son muchos los reportajes y las intervenciones que hemos
realizado sobre Colombia en varias publicaciones diarias y revistas mundiales y
más recientemente, en las aulas de la Universidad Externado de Colombia, en
Bogotá y Bucaramanga, tuvimos otra importante vivencia que, como es nuestra
costumbre, también hemos dejado reflejada para la posteridad en la prensa
digital y escrita, y que ahora nos reviva el recuerdo la publicación del libro
“Desarrollo Territorial y Turismo” de nuestros amigos Edna Rozo y Bernad de
Myttenaere, donde ambos ilustres expertos hacen una escogida recopilación de
aquellas memorables ocasiones”
El Rodadero, Santa Marta. Un punto importante de
desarrollo turístico de Colombia en su costa atlántica, de singular belleza.
UN PAÍS EN EL
CANDELERO
De estos sueños de
Colombia es fácil extraer todo el sentido de un país que se define por la
diversidad de sus múltiples facetas atractivas para toda clase de turismo de
una forma sobresaliente, como bien cuenta nuestro amigo Alejandro-José en su
Semanario “El Archivo, DCXXXIII” (19-01-2020) situándonos claramente en sus
variables geográficas.
Copiamos: “Colombia es una mezcla de trópico caribeño y la
Cordillera de los Andes, que, en Colombia, forma un macizo seccionado en 3,
Central, Occidental y Oriental. La Central está separada de la Occidental una
distancia promedio de 400 m por una falla geológica ocupada por el río Patía al
sur y por el río Cauca al norte. La Oriental se separa gradualmente hacia el
este creando la cuenca del río más importante de Colombia, el Magdalena. Las
tres cordilleras tienen picos principalmente de formación volcánica de más de
4000 msnm, muchos activos. La Central y la Oriental tienen picos de más de 5000
msnm cubiertos de nieves permanentes Las faldas forman valles y mesetas de
tierras fértiles que reciben las aguas de ríos que bajan de sus montañas, con
la que riegan una permanente producción agrícola y pecuaria, además de espacios
donde se han desarrollado ciudades, pueblos y comunidades con vida propia, que
forman un enjambre comunitario entrelazados por magnificas carreteras, aunque
dificultosas siempre las mantienen en buen estado, usando el sistema de peaje.”
Clásica estampa de
la Buga colonial declarada “patrimonio cultural y religioso de Colombia”,
mostrándonos en le grafica la Basílica del Señor de los Milagros, punto
culminante de peregrinación que da vida turística a la recoleta bella ciudad
colombiana.
“Colombia es una democracia sostenible, a base de
educación, profesionalismo y la responsabilidad de un sector privado
constructivo que apoya el bienestar de su fuerza laboral manteniendo fuentes de
trabajo formales y mucho trabajo informal, esto, sumado al buen sistema de
salud, consolida este país de 50 millones, que no para de aumentar. Un
exportador agropecuario e industrial que ha penetrado el mercado mundial, con
puertos en el Atlántico y el Pacifico, ofreciendo al mismo tiempo al consumidor
nacional productos de calidad a precios asequibles.”
Síntesis extractada
de lo publicado por Alejandro-José, en su última edición de El Archivo, que da
una idea precisa sobre este querido país andino.
COLOMBIA EN EL
CORAZÓN
Altar en el interior de la Catedral de Sal, con la imagen
de la Virgen del Rosario de Guasá, patrona de los mineros, a quienes se debe la
inspiración de la citada joya arquitectónica, hoy reliquia turística de
poderoso atractivo para Colombia, F/ Tejera Reyes.
En la Catedral de Sal, en Zipaquirá, durante una de
nuestras visitas a Colombia llenas de imborrables extraordinarios recuerdos,
que hoy tenemos la suerte de compartir con nuestro querido amigo cartagenero,
Asdrúbal Angulo Romanovit.
Para nosotros escribir
sobre Colombia, en caer en el baúl de los más hermosos recuerdos y las más
imborrables situaciones vividas alrededor de nuestras célebres andanzas dentro
de un verdadero enjambre de aventuras que no fueron soñadas, en el más puro de
los sentidos, relacionados con la enseñanza del turismo.
De aquella primera
incursión nuestra con un curso de turismo en nuestra Venezuela – Maturín y
Barquisimeto, nace la invitación (1972) de la Corporación Nacional de Turismo
de Colombia, liderada por Nicolás del Castillo Mathieu, para que recorriéramos
su país mostrando todo lo que habíamos preparado para enseñar lo que era el
turismo, en esa Venezuela de los años sesenta-setenta del pasado siglo. El
representante en Caracas, de esa entidad colombiana se había desplazado a
Barquisimeto a recibir nuestro curso impulsado, no sabemos ahora muy bien
porqué circunstancia. Tal fue su reconocimiento y su recomendación, que la
Corporación Nacional de Turismo de Colombia, no dudó en ponernos todas las
mejores condiciones para que informásemos a los amigos colombianos lo que
nosotros sabíamos de turismo, dictándoles nuestros cursos en sus más preclaras
ciudades en aquellos pasados años.
Bogotá, Medellín, Cartagena de Indias, Cali y Popayán.
Tiempos de personas honestas y honradas que tenían muy claro lo que es servir a
su país, algo de lo que carecen muchos países del mundo hoy, con personajes
poco inteligentes y faltos de la vocación de servicio y el conocimiento
necesario para gestionar el desarrollo turístico de sus países, fórmula que es,
sin discusión, la solución ideal para conseguir la prosperidad de sus
habitantes y la consolidación de su nivel de vida adecuado. “El turismo es
riqueza para la persona, para la familia, para la comunidad y para el mundo
entero”, dice la Organización Mundial del Turismo, lo cual nosotros no nos
cansamos de repetir y divulgar.
El espectacular
Caño Cristales, el río de los cinco colores un poderoso atractivo turístico de
Colombia.
1973 Ante las
puertas del Museo del Oro, en Bogotá, recibiendo las atenciones de un Policía
de Turismo, de la municipalidad de la ciudad.
Todo en Colombia respira turismo. Un país, que, en aquellos
tiempos que recordamos, (1972) ya tenía un equipo de guías de turismo oficiales
– algunas de las cuales asistieron a nuestros cursos – y sorprendentemente un
policía de turismo, como veremos en una gráfica en este reportaje – algo casi inaudito en aquel entonces – que no
existía en ningún país de América y que tampoco conocíamos que existiera en
Europa.
Colombia ya entonces nos mostró su vocación turística,
cuyos valores naturales son de extraordinaria importancia y que los colombianos
han sabido componer de forma muy acertada, como hemos visto recientemente, sin
ningún género de dudas, ya que ellos acompañan a estos recursos naturales, con
una alta profesionalidad, como pudimos comprobar con los directores de sus
empresas turísticas, gerentes de
hoteles, sus profesionales de la enseñanza y sus mando directivos
políticos y empresariales de quienes guardamos inmejorables recuerdos.
TURISMO Y
COMPETENCIA TURÍSTICA
EL DORADO, Bogotá, uno del aeropuerto con más tráfico
comercial de América del Sur, un referente mundial punto obligado de contacto
de las más importantes líneas aéreas del mundo.
Desde el Río Magdalena, hasta las cúspides de Los Andes,
todo en Colombia, es una sinfonía de atractivos que nos llevan hasta su
gastronomía, con su ajiaco, o la sobrebarriga, como unos ejemplos de la calidad
de su imaginación para componer los deliciosos platos típicos del país, a los
que se une su incomparable café, el clásico “tinto” que nos acompañó en todas
nuestras intervenciones en aquellos memorables cursos, y que hoy es un
atractivo que ya se ofrecía gratuitamente en su aeropuertos en los años sesenta
del pasado siglo.
“Colombia tiene con
que” fue el reclamo publicitario de la campaña política, de un alcalde de Cali.
Es una verdad soñada por otros países competidores en su proyección turística,
aunque esta palabra sabemos no es acertada, pues en el turismo todo es complementario
y la competencia, si bien en la superficie lo parece así, en el fondo de su estructura, todo es un
complemento, y el turismo del norte del hemisferio que viaja a América del Sur,
le gustaría recorrerla toda, y si un año viene a una zona de Colombia y se
sorprende y se asombra en la Catedral de Sal, o las playas de la Marbella cartagenera, al otro año, le
gustaría ver donde Jorge Isaacs situó a su “María”, o el Cali que cuenta
Eustaquio Palacios en su novela “El Alférez Real”, todo esto sin nombrar el
impresionante – no tenemos otra palabra
más apropiada para catalogarlo – Museo del Oro, en Bogotá, la Atenas de América
– donde desde el penthouse de su edificio Tequendama, veíamos la ciudad bajo
nosotros, distrayéndonos e inspirándonos
en nuestras aulas, ya que desde allí comenzábamos un recorrido que nos llevaba
hasta el Valle del Aburra y su Medellín, con su Hotel Intercontinental, en
aquellos tiempo ya muy famoso, y desde allí a la heroica Cartagena de Indias,
para saltar, nuevamente pasando por Bogotá a esa Cali, de nuestros mejores
recuerdos, y al ambiente mítico de un Popayán, que significaba la presencia y
el contacto con el mundo colonial colombiano, como lo viéramos más tarde en
Pasto.
El TEQUENDAMA
INTERCONTINENTAL de Bogotá, de donde tenemos los más imborrables recuerdos de
su excelente servicio y atenciones, en nuestras señaladas estancias, al frente
del cual estuvo nuestro querido prestigioso ex alumno Guillermo Valencia
Velásquez, hoy gerente general, en el Hotel Presidente Intercontinental en
ciudad de México.
Cartagena de
Indias, una de las joyas turísticas de Colombia, cargada de anécdotas y
vivencias, en nuestros cursos de turismo, donde incluso ofrecimos uno especial
a los policías de ciudad, en el año 1972.
“Sueño con castillos
y balcones, en el atardecer de la bella Cartagena, y sueño con ¡Cúcuta! ¡Pasto!
¡Bogotá!… El Valle del Cuaca, el Magdalena, o El Rodadero… El Cerro de
Monserrate… lugares recordados amados y queridos, como decía el poeta
colombiano, como se quiere a unos zapatos viejos…” (Sueños Turísticos de
América)
*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del
Turismo, de las Naciones Unidas. ONU.
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