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viernes, 24 de enero de 2020

COLOMBIA, UN PAÍS ENCANTADO


Antonio-Pedro Tejera Reyes

1.       Para mi querido amigo Alejandro-José y su esposa María Cristina, con todo mi afecto y cariño.

“EL RIESGO ES QUE TE QUIERAS QUEDAR”


Monumento a los zapatos viejos, con el fondo del Castillo de San Felipe, en Cartagena de Indias, que recuerdan el idílico romance del vate cartagenero Luís Carlos López, en su poema “A mi ciudad nativa”.

 UN MUNDO DE REFERENCIAS

“La capital de Colombia, Bogotá, nos trae a nosotros serios recuerdos de épocas pasadas relacionados con nuestros primeros pasos en torno al desarrollo del turismo en tierras americanas.

 No son simples anécdotas el recuerdo de unos pajaritos amarillos revoloteando libremente en el despacho de una máxima autoridad de la industria y el comercio colombiano, en la misma cúspide acristalada del Edificio Tequendama, frente mismo al prestigioso hotel que la empresa Intercontinental gestiona en Bogotá. Es uno de las decenas de recuerdos que vienen a nuestra mente de aquella memorable empresa que desde las Islas Canarias organizamos, y que ejecutamos en este esplendoroso país de América, con el patrocinio de su Corporación Nacional de Turismo. Bogotá, Medellín, Cali, Popayán y Cartagena de Indias, fueron testigos fieles de la presencia de ocho profesores canarios de reconocida valía, pertenecientes a nuestro centro de estudios, que durante algo así como cuatro semanas, impartieron sus conocimientos bajo el genérico nombre de “Cultura Turística” con algo más de seiscientos interesados asistentes…


Esplendida vista de Bogotá desde la Universidad Externado de Colombia… con un primer término del colonial Barrio de la Candelaria. F/ Tejera Reyes


Hermosa estampa de inspiración colonial, en la histórica ciudad de Popayán, una auténtica reliquia de la gloriosa historia de Colombia.

 Era el año 1972. Nuestra vinculación al país, nos llevaría seguidamente a recorrer otros caminos, impulsándonos de un lado a otro de él, con serias intervenciones desde Cúcuta hasta Pasto… Son muchos los reportajes y las intervenciones que hemos realizado sobre Colombia en varias publicaciones diarias y revistas mundiales y más recientemente, en las aulas de la Universidad Externado de Colombia, en Bogotá y Bucaramanga, tuvimos otra importante vivencia que, como es nuestra costumbre, también hemos dejado reflejada para la posteridad en la prensa digital y escrita, y que ahora nos reviva el recuerdo la publicación del libro “Desarrollo Territorial y Turismo” de nuestros amigos Edna Rozo y Bernad de Myttenaere, donde ambos ilustres expertos hacen una escogida recopilación de aquellas memorables ocasiones”


El Rodadero, Santa Marta. Un punto importante de desarrollo turístico de Colombia en su costa atlántica, de singular belleza.

 UN PAÍS EN EL CANDELERO

 De estos sueños de Colombia es fácil extraer todo el sentido de un país que se define por la diversidad de sus múltiples facetas atractivas para toda clase de turismo de una forma sobresaliente, como bien cuenta nuestro amigo Alejandro-José en su Semanario “El Archivo, DCXXXIII” (19-01-2020) situándonos claramente en sus variables geográficas.

Copiamos: “Colombia es una mezcla de trópico caribeño y la Cordillera de los Andes, que, en Colombia, forma un macizo seccionado en 3, Central, Occidental y Oriental. La Central está separada de la Occidental una distancia promedio de 400 m por una falla geológica ocupada por el río Patía al sur y por el río Cauca al norte. La Oriental se separa gradualmente hacia el este creando la cuenca del río más importante de Colombia, el Magdalena. Las tres cordilleras tienen picos principalmente de formación volcánica de más de 4000 msnm, muchos activos. La Central y la Oriental tienen picos de más de 5000 msnm cubiertos de nieves permanentes Las faldas forman valles y mesetas de tierras fértiles que reciben las aguas de ríos que bajan de sus montañas, con la que riegan una permanente producción agrícola y pecuaria, además de espacios donde se han desarrollado ciudades, pueblos y comunidades con vida propia, que forman un enjambre comunitario entrelazados por magnificas carreteras, aunque dificultosas siempre las mantienen en buen estado, usando el sistema de peaje.”


Clásica estampa de la Buga colonial declarada “patrimonio cultural y religioso de Colombia”, mostrándonos en le grafica la Basílica del Señor de los Milagros, punto culminante de peregrinación que da vida turística a la recoleta bella ciudad colombiana.

“Colombia es una democracia sostenible, a base de educación, profesionalismo y la responsabilidad de un sector privado constructivo que apoya el bienestar de su fuerza laboral manteniendo fuentes de trabajo formales y mucho trabajo informal, esto, sumado al buen sistema de salud, consolida este país de 50 millones, que no para de aumentar. Un exportador agropecuario e industrial que ha penetrado el mercado mundial, con puertos en el Atlántico y el Pacifico, ofreciendo al mismo tiempo al consumidor nacional productos de calidad a precios asequibles.”

 Síntesis extractada de lo publicado por Alejandro-José, en su última edición de El Archivo, que da una idea precisa sobre este querido país andino. 

 COLOMBIA EN EL CORAZÓN


Altar en el interior de la Catedral de Sal, con la imagen de la Virgen del Rosario de Guasá, patrona de los mineros, a quienes se debe la inspiración de la citada joya arquitectónica, hoy reliquia turística de poderoso atractivo para Colombia, F/ Tejera Reyes.


En la Catedral de Sal, en Zipaquirá, durante una de nuestras visitas a Colombia llenas de imborrables extraordinarios recuerdos, que hoy tenemos la suerte de compartir con nuestro querido amigo cartagenero, Asdrúbal Angulo Romanovit.

 Para nosotros escribir sobre Colombia, en caer en el baúl de los más hermosos recuerdos y las más imborrables situaciones vividas alrededor de nuestras célebres andanzas dentro de un verdadero enjambre de aventuras que no fueron soñadas, en el más puro de los sentidos, relacionados con la enseñanza del turismo.

 De aquella primera incursión nuestra con un curso de turismo en nuestra Venezuela – Maturín y Barquisimeto, nace la invitación (1972) de la Corporación Nacional de Turismo de Colombia, liderada por Nicolás del Castillo Mathieu, para que recorriéramos su país mostrando todo lo que habíamos preparado para enseñar lo que era el turismo, en esa Venezuela de los años sesenta-setenta del pasado siglo. El representante en Caracas, de esa entidad colombiana se había desplazado a Barquisimeto a recibir nuestro curso impulsado, no sabemos ahora muy bien porqué circunstancia. Tal fue su reconocimiento y su recomendación, que la Corporación Nacional de Turismo de Colombia, no dudó en ponernos todas las mejores condiciones para que informásemos a los amigos colombianos lo que nosotros sabíamos de turismo, dictándoles nuestros cursos en sus más preclaras ciudades en aquellos pasados años.

Bogotá, Medellín, Cartagena de Indias, Cali y Popayán. Tiempos de personas honestas y honradas que tenían muy claro lo que es servir a su país, algo de lo que carecen muchos países del mundo hoy, con personajes poco inteligentes y faltos de la vocación de servicio y el conocimiento necesario para gestionar el desarrollo turístico de sus países, fórmula que es, sin discusión, la solución ideal para conseguir la prosperidad de sus habitantes y la consolidación de su nivel de vida adecuado. “El turismo es riqueza para la persona, para la familia, para la comunidad y para el mundo entero”, dice la Organización Mundial del Turismo, lo cual nosotros no nos cansamos de repetir y divulgar.


El espectacular Caño Cristales, el río de los cinco colores un poderoso atractivo turístico de Colombia.


1973 Ante las puertas del Museo del Oro, en Bogotá, recibiendo las atenciones de un Policía de Turismo, de la municipalidad de la ciudad.

Todo en Colombia respira turismo. Un país, que, en aquellos tiempos que recordamos, (1972) ya tenía un equipo de guías de turismo oficiales – algunas de las cuales asistieron a nuestros cursos – y sorprendentemente un policía de turismo, como veremos en una gráfica en este reportaje –  algo casi inaudito en aquel entonces – que no existía en ningún país de América y que tampoco conocíamos que existiera en Europa.

Colombia ya entonces nos mostró su vocación turística, cuyos valores naturales son de extraordinaria importancia y que los colombianos han sabido componer de forma muy acertada, como hemos visto recientemente, sin ningún género de dudas, ya que ellos acompañan a estos recursos naturales, con una alta profesionalidad, como pudimos comprobar con los directores de sus empresas turísticas, gerentes de  hoteles, sus profesionales de la enseñanza y sus mando directivos políticos y empresariales de quienes guardamos inmejorables recuerdos.

 TURISMO Y COMPETENCIA TURÍSTICA


EL DORADO, Bogotá, uno del aeropuerto con más tráfico comercial de América del Sur, un referente mundial punto obligado de contacto de las más importantes líneas aéreas del mundo.

Desde el Río Magdalena, hasta las cúspides de Los Andes, todo en Colombia, es una sinfonía de atractivos que nos llevan hasta su gastronomía, con su ajiaco, o la sobrebarriga, como unos ejemplos de la calidad de su imaginación para componer los deliciosos platos típicos del país, a los que se une su incomparable café, el clásico “tinto” que nos acompañó en todas nuestras intervenciones en aquellos memorables cursos, y que hoy es un atractivo que ya se ofrecía gratuitamente en su aeropuertos en los años sesenta del pasado siglo.

“Colombia tiene con que” fue el reclamo publicitario de la campaña política, de un alcalde de Cali. Es una verdad soñada por otros países competidores en su proyección turística, aunque esta palabra sabemos no es acertada, pues en el turismo todo es complementario y la competencia, si bien en la superficie lo parece así,  en el fondo de su estructura, todo es un complemento, y el turismo del norte del hemisferio que viaja a América del Sur, le gustaría recorrerla toda, y si un año viene a una zona de Colombia y se sorprende y se asombra en la Catedral de Sal, o las playas de  la Marbella cartagenera, al otro año, le gustaría ver donde Jorge Isaacs situó a su “María”, o el Cali que cuenta Eustaquio Palacios en su novela “El Alférez Real”, todo esto sin nombrar el impresionante   – no tenemos otra palabra más apropiada para catalogarlo – Museo del Oro, en Bogotá, la Atenas de América – donde desde el penthouse de su edificio Tequendama, veíamos la ciudad bajo nosotros, distrayéndonos  e inspirándonos en nuestras aulas, ya que desde allí comenzábamos un recorrido que nos llevaba hasta el Valle del Aburra y su Medellín, con su Hotel Intercontinental, en aquellos tiempo ya muy famoso, y desde allí a la heroica Cartagena de Indias, para saltar, nuevamente pasando por Bogotá a esa Cali, de nuestros mejores recuerdos, y al ambiente mítico de un Popayán, que significaba la presencia y el contacto con el mundo colonial colombiano, como lo viéramos más tarde en Pasto.


El TEQUENDAMA INTERCONTINENTAL de Bogotá, de donde tenemos los más imborrables recuerdos de su excelente servicio y atenciones, en nuestras señaladas estancias, al frente del cual estuvo nuestro querido prestigioso ex alumno Guillermo Valencia Velásquez, hoy gerente general, en el Hotel Presidente Intercontinental en ciudad de México.


 Cartagena de Indias, una de las joyas turísticas de Colombia, cargada de anécdotas y vivencias, en nuestros cursos de turismo, donde incluso ofrecimos uno especial a los policías de ciudad, en el año 1972.

 “Sueño con castillos y balcones, en el atardecer de la bella Cartagena, y sueño con ¡Cúcuta! ¡Pasto! ¡Bogotá!… El Valle del Cuaca, el Magdalena, o El Rodadero… El Cerro de Monserrate… lugares recordados amados y queridos, como decía el poeta colombiano, como se quiere a unos zapatos viejos…” (Sueños Turísticos de América)

*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo, de las Naciones Unidas. ONU.

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