Javier Lima Estévez. Historiador
La vida y obra de D. Pedro González Mesa (Los Realejos,
15/08/1925) es el testimonio de un sacerdote entregado a su vocación por
espacio de más de seis décadas. Nos acercamos a su persona a finales del pasado
mes de noviembre, en compañía de su primo, José Antonio Mesa Yanes, así como de
un fiel colaborador durante su etapa en el núcleo de La Vera, José Peraza
Hernández. Ellos tres, y quien redacta el presente artículo, disfrutamos de una
agradable tarde en el Centro en el que cual reside actualmente, situado en el
municipio de Icod de los Vinos. Observamos a una persona de fortaleza
envidiable y, además, con un espíritu optimista y luchador. Un ser que, a sus
94 años, es testigo y reflejo de toda una época y cuyas palabras representaron
para nosotros amenas lecciones de aprendizaje.
Tal y como advierte el profesor universitario y cronista
oficial de Güímar y Candelaria, Octavio Rodríguez Delgado, en un artículo bajo
el título “Relación de párrocos de San Antonio de Padua de Granadilla de Abona
(1617-2016)”, tal sacerdote ha desarrollado una intensa labor como cura ecónomo
en las parroquias de Valle Gran Rey y Chipude; así como cura ecónomo de
Granadilla de Abona y encargado de Vilaflor; párroco de la Dehesa y La Vera, en
el Puerto de la Cruz y de Nuestra Señora de Guadalupe, en Los Realejos.
Son
espacios en los que, de una u otra forma, su huella ha seguido y su recuerdo se
mantiene de forma más tangible en el núcleo de La Vera, el lugar donde
desarrolló su función durante décadas, siendo homenajeado con la rotulación de
una de sus vías bajo su nombre.
D. Pedro mantiene innumerables recuerdos asociados a su
infancia y juventud en Los Realejos. Poco a poco, a medida que avanzaba la
tarde, dialogamos con él sobre una intensa vida que resulta imposible
sintetizar en unas pocas líneas. En numerosas ocasiones formuló comentarios
sobre su pasión por el viaje al recordar que, durante su etapa como profesor,
acudía durante los meses de verano a diferentes lugares del mundo. Todo ello
fue conformando una amplia cultura que sobrepasaba cualquier lectura. Sin
embargo, reconoce que la lectura ha sido otra de sus grandes pasiones. Tras su
marcha de La Vera decidió donar los centenares de libros que formaban parte de
su biblioteca personal al Seminario Diocesano; espacio en el que, además,
ejerció una importante labor como profesor de Griego y Literatura Española.
Nos mostró impresiones sobre la evolución de la sociedad, su
forma de ser y actuar, la opinión ante diferentes temas de actualidad, así como
las anécdotas y vivencias que, de forma inevitable, se suceden y acumulan en
una persona cuyo legado es digno de consideración. Gracias, D. Pedro, por
cedernos parte de su tiempo para conocer más y mejor aspecto de su extensa
trayectoria vital.
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