Lorenzo de Ara
La
desnaturalización de la política es peligrosa. Sobre todo en el panorama
municipal. Si damos por bueno el achabacanamiento formal de la cosa pública,
entonces daremos por bueno que un partido político con sus protagonistas se
despiece en una orgía sanguinolenta. Todo proyecto en común necesita de un
liderazgo fuerte y a la vez generoso. La contumaz cultura del odio conduce a la
ruina personal, pero también, inexorablemente, a la trivialización de las
siglas políticas.
El Puerto de
la Cruz es el municipio más importante del norte de Tenerife. Ya puede La
Orotava promocionar todos y cada uno de sus encantos, que son, justo es
decirlo, de los más valiosos de nuestra tierra; ya puede Los Realejos
argumentar lo mismo, porque no es mentira que los atesora. Y de la misma
manera, el conjunto de los pueblos que conforman la entrañable comarca en la
que nos encontramos. Pero sin el Puerto de la Cruz, sin la buena salud de la pequeña ciudad, los
habitantes de esta parte de la Isla estarán condenados a sobrellevar tasas de
paro elevadas, desigualdades sociales, así como el ninguneo de otras áreas
geográficas.
Me lo dijo
hace unas fechas Carlos Alonso. “El Puerto de la Cruz es muy importante para
Tenerife. Importante para recomponer el equilibro de la Isla”. Y así es. Si hoy
el motor económico y turístico de Tenerife es el sur (nunca lo será Santa
Cruz), para que el resto de la geografía isleña no se precipite por el barranco
de la pobreza, es esencial atender las demandas del Puerto de la Cruz.
¿Se está
haciendo? No con la rapidez deseada. Pero la obviedad confirma que se están
ejecutando los proyectos que tanto necesita la ciudad para liderar una comarca
empobrecida, castigada por la crisis, y todavía con tasas de desempleo que
abochornan.
Existe un
cierto declive que vulgariza la política local. Ahí tenemos el grave problema
que acecha. El crecimiento desmedido y siempre frívolo del yoísmo, hace
inviable el futuro de partidos políticos. El corolario es una gran movilización
dentro del partido político en busca de la venganza y de la destrucción del
adversario, convertido en enemigo. Llegados a este punto, cabe hablar de
enajenación en parte de la política local.
Menos mal que
el PP portuense se está librando de caer en dichos males. También se agradece
que no exista el alborozo entre los ediles del partido de Lope Afonso, al
realizar el balance de la gestión de las áreas. Hay que saber mantener los pies
en el suelo, y, a veces, no resulta sencillo aferrarse a la realidad,
principalmente porque los estómagos agradecidos trasladan una visión del
ambiente totalmente distorsionado. Así que el PP del Puerto de la Cruz debe
mantenerse alejado de la euforia, pero también de no reproducir la cochambre personalista que hoy enseña Coalición
Canaria. Y que muchos lamentamos, sinceramente.
Hacer política
municipal es bracear contra la corriente. Baldear lo que estorba. Aprendan,
señores. O lo perderán todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario