Lorenzo de Ara
Una voz autorizada del municipalismo del Puerto de
la Cruz me cuenta que el jefe de la oposición local, Marco Sinese, prefiere una
radio en concreto al lugar donde trabajo, que también es radio. La persona me
asegura que el socialista da por hecho que en el otro medio radiofónico tiene
garantizada más notoriedad, más repercusión social y por supuesto más glamour.
La verdad es que a mi edad poco o nada me importa lo que piense sobre medios de
comunicación el mandamás del PSOE portuense, pero siempre que lo considere
oportuno, seguiré invitado a Marco Sinese porque entiendo que su voz es la voz
de la oposición. Bueno, una parte de ella, pero oposición ganada a pulso. (Y
vaya por delante mi máximo respeto a la radio hermana, porque en ella trabajan
excelentes profesionales por los que siento verdadero afecto y admiración).
En referencia al habla, en el Puerto de la Cruz
tenemos un gobierno que habla menos que otros que ha habido en el pasado. Dirán
ustedes que por tanto es un gobierno que falla en comunicación. A lo mejor no.
Por ejemplo, cuando los socialistas han ostentado
el poder mayestático en la ciudad, los de la rosa (marchita más que nunca según
las encuestas) han hecho gala de una lengua juguetona, sabrosona, siempre
dispuesta a largar de esto y de aquello otro. Pizpireta lengua roja en el
poder.
Este gobierno de Lope Afonso optó por la
prudencia. Pero estamos en año preelectoral y las cosas comienzan a cambiar. Y
lo hacen cuando muchos de los objetivos están cumpliéndose. ¿Prefieren ustedes
una lengua huracanada o la lengua que sabe cuándo hay que decir Amén? Yo la
segunda.
“Necesitamos más que nunca un regreso al orden, a
la calidad y a la jerarquía que nos ayude a librarnos de esta «nueva política»
que es en realidad más vieja que la tiña. No hay atajos ni son deseables las
soluciones mágicas cuando se trata de tejer la convivencia, de asegurar la
economía y de defendernos de los más sórdidos ataques contra la propia
supervivencia”. Son palabras de Salvador Sostres. Si pensamos en el Puerto de
la Cruz, la afirmación viene como anillo al dedo. Si se produjera un cambio en
el timón, comprobaría la ciudad lo que es retornar a la época de politicastros
ensimismados en el gasto propagandístico y en la arenga del socialismo para el
pueblo y por el pueblo. ¡Todo muy rancio!
Entrevisto todas las semana a los protagonistas de
la cosa pública del Puerto de la Cruz. A menudo no me satisface la respuesta
dada desde el Gobierno. No todos sus componentes están a la altura de las
circunstancias. Pero con el mismo interés entrevisto, faltaría más, a los
representantes de la oposición local. Ni que decir tiene que, salvo Marco
Sinese, que es cerebro inviolable en el PSOE local, (mucho tiene que aprender
Emilio Fariña de “su” líder) el resto de la pléyade de opositores deja mucho
que desear.
Leyendo por encima apuntes de filosofía que me
entregó esta semana un buen amigo chicharrero (nadie es perfecto), subrayo una
máxima de Roger Scruton, filósofo inglés: “una persona conservadora lo que hace
es propugnar la preservación de lo que ya funciona bien”.
En lo local, yo diría que soy conservador por
sentido común, porque en verdad no quiero el regreso de la fatuidad.
Y conste que trabajar en Gente Radio es un placer,
aunque la voz autorizada me confirme que para Sinese, don Marco, otra radio le
ofrece más oropel. Y, ojo, que a lo mejor cuando el gran hermano del PSOE se
encuentre conmigo y hablemos, con mucha naturalidad y cordialidad, of course,
dirá que todo lo que esa voz me susurró al oído derecho no son más que mentiras.
Y entonces respiraré tranquilo. ¿Por qué? Por Dios, saber que cuento con la
confianza de Marco es para este humilde y mediocre profesional un asunto de
vida o muerte. O casi.
PD. En ABC: Pese a que el Tribunal de Estrasburgo
mantenga que quemar fotografías del Rey es libertad de expresión, los
tribunales españoles se guían por un Código Penal que es muy claro al respecto.
«Quemar públicamente una foto del Rey no es libertad de expresión, sino un acto
injurioso y de incitación al odio». Quien así se pronunció fue el Tribunal
Constitucional. La Justicia española tiene que seguir actuando, no al margen
del Tribunal de Estrasburgo, pero sí dentro de nuestro ordenamiento jurídico.
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