Salvador
García Llanos
No debe pasar
inadvertida la reciente comparecencia en el Parlamento de Canarias del
presidente de la Asociación de Municipios Turísticos de Canarias (AMTC) -por
cierto, ¿ya se integró el Puerto de la Cruz?- y alcalde de Adeje, José Miguel
Rodríguez Fraga, quien ha dicho cosas tan serias como que el sistema formativo
ha fracasado y que es necesario cambiar un modelo promocional que dura ya
veinte años.
Son dos
aspectos que requieren atención en plena época de bonanza cuando el sector
pasea -no sin cierto triunfalismo- las cifras récord de afluencia y ocupación.
Algunas voces han emitido mensajes para que no se hable solo de contar turistas
sino de métodos para innovar y alternativas con tal de seguir siendo
competitivos y seguir captando mercados.
Rodríguez
Fraga entiende que el sistema formativo, reglado y ocupacional, ha sido ya
superado en orden a la capacitación turística. Por eso afirma que “se abren
nuevos hoteles y el único perfil que plantea nuestra gente es que son de aquí”,
prueba de las carencias formativas que percibe.
Esta, de
contrastarse y prolongarse, es una situación inquietante de nuestros días y del
futuro. Los niveles de exigencia de los turistas incluyen también la mano de
obra. Es decir, no bastan el voluntarismo y las prestaciones elementales. Se
requiere talento, destreza y eficiencia. Si las carencias se prolongan y el
sistema formativo sigue estancado, mal asunto y preocupante futuro.
La otra
referencia llamativa en la comparecencia del alcalde adejero es el modelo de
promoción. En la última edición de FITUR, en Madrid, ya se levantó una
controversia a propósito de las diferentes concepciones de las administraciones
públicas. La AMTC participó con un estand propio y eso no terminó de gustar a
Gobierno y Cabildos de algunas islas al entender que se rompía la unidad de
imagen y alimentaba cierta voluntad de ir por su cuenta. “Unidad no es
uniformidad”, vino a decir Rodríguez Fraga, que restó importancia al hecho y se
remitió a las acciones similares de otras comunidades autónomas.
Por eso
defiende una revisión del modelo promocional, acaso porque en las ferias ya se
advierten las tendencias de las exigencias apuntadas y porque se libra una
pugna entre los agentes sectoriales a la que hay que ir bien pertrechados.
También las administraciones públicas. Bajo el principio “no todos los turistas
son iguales ni buscan lo mismo”, el presidente de la AMTC incide en que tal
diversidad obliga a un ejercicio de imaginación y hasta de complementariedad
con nuevas fórmulas que faciliten las penetraciones en los mercados. Y pone
como ejemplo, el peninsular.
Esa pugna, por
cierto, revela que “el sector ha estado cautivo de los turoperadores, aunque
las plataformas están rompiendo” esa situación, en palabras de Rodríguez Fraga
que son un dedo en la llaga, si bien tales agentes representan una parte del
negocio turístico que, además, juegan con intereses propios a la hora de
escoger, sugerir o promocionar destinos.
Lo importante
es que los problemas parecen diagnosticados. Ahora se trata de aplicar terapias
que reflejen “una política comprometida y participada”. A ver hasta dónde llega
la AMTC y si los responsables institucionales tienen voluntad y se dejan
coordinar.
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