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domingo, 4 de marzo de 2018

CHURRERÍA PERDOMO DE PUERTO LA CRUZ


José Peraza Hernández

Me he trasladado al Puerto de la Cruz, en estas mañanas donde la brisa del populoso muelle pesquero, donde sopla la brisa con olor a salitre, pero también llegan el olor a los churros, que se encuentran a varios metros, justamente en la Calle Perdomo, conocido de toda la vida, en este lugar portuense y fuera de él. Perdomo, en sus primeros años, era un tan sólo un Guachinche, Bodegón, un Bar. Con el paso de los años ha ido creciendo, poco a poco, a esfuerzo de trabajo. Hoy día ha dado un giro de más del cien por cien. Allí he hablado con él, para saber profundamente, el secreto de eso esplendidos churros. Aunque hay que decir que también tiene otras especialidades. Pero en el caso de hoy, vamos a hablar, de esos flamantes churros. 

BAR PERDOMO, HOY RESTAURANTE Y CHURRERÍA PERDOMO EN PUERTO LA CRUZ

Corría el año 1993, cuando abre sus puertas un nuevo Guachinche, Bodegón y Bar, en esta ciudad marinera de Puerto de la Cruz. Bar que lleva el nombre de “Bar Perdomo”, situado en el mismo corazón del muelle pesquero. Abría desde el amanecer, con el fin de que los pescadores, marineros y transeúntes, pudieran acobijarse y pedir aquello que le apetecía. Solían tomar coñac, parra, el sol y sombra, otros muchos cafés, cortado o los bocadillos variados. En esa época se pedía el bocadillo de caballa, donde también había variedad de jamón, queso, mortadela, salchichón y así un largo etcétera.
En ese año se procedió a solicitar la correspondiente licencia de apertura, que fue solicitada por doña Josefa del Cabo Galindo, como Bar Cafetería, junto a la calle Mequinez. Fue otorgada el 24 de febrero de dicho año 1993. Pero cuando recibe la autorización fue un 12 de marzo del mismo año. A partir de aquí, don José Manuel Bello Martín, su esposo, se encontraba al frente del mismo. Podemos ver la fachada de esa época, que no se asemeja a la actual. El mismo lugar donde se encuentra esos escalones y baranda. Tiempos, tiempos. Hay que decir que siempre ha sido un lugar muy familiar. En eso años eran el matrimonio quien lo regentaba, hoy en día ha pasado a manos de su hijo, quien lo regenta, hasta la fecha de hoy, quien me dice: -y que continúe.
Al fallecer sus padres, toma las arriendas en el año 1979, José Santiago Bello Cabo. Con el paso de los años, ha ido creciendo poco a poco, a esfuerzo de trabajo, Hoy día no se conoce, ha sido un gran giro. Donde he hablado con él, para saber a fondo, el secreto de eso esplendidos churros. Aunque hay que decir que también tiene otras especialidades. Pero en el caso de hoy, vamos a hablar, de eso flamantes churros. “Perdomo”, en sus primeros años, era un Guachinche, Bodegón, como ya hemos mencionado, donde con el paso de los años ha ido, creciendo poco a poco, a esfuerzo de trabajo. Loos churros solo se hacían los días de sábado domingo y vísperas de festivos, pero en vista de la gran demanda, hubo que ampliarlo a todos los días de la semana. No cabe duda, que venir a está cuidad portuense, y no pasar por la Churrería Perdomo, no tiene perdón de Dios.
Hoy lo he visitado, como dije al principio, en estas mañanas donde la brisa del populoso muelle pesqueros, me llega el olor a salitre. Pero también llegan el olor a churros y chocolate, de las mesas próximas. Nos encontramos justamente la calle Perdomo, conocida de toda la vida, en este lugar portuense y fuera de él.  Visitamos el lugar, ante todo, por sus críticas positivas. Estábamos esperando comer esos buenos churros, después de todo, me lo han recomendado, sabemos qué es, el mejor lugar para saborear los ricos churros que están en esta ciudad turística de Puerto de la Cruz.
Desde el mismo muelle, podemos observar esos paraguas de colores, con esas cómodas y sencillas sillas, las que están en toda la calle, para que los clientes disfruten de los mismos, como de la brisa y el rayito del sol. Por último, recordar que, no dejen de pasar por esté lugar. Cuando degusten estos Bellos churros, como dice su apellido, seguro que repitieran.
Santiago, tiene unas manos, muy finas, como su propio aceite, trabajo que realiza con cariño y placer para todos sus clientes, con el fin que marchen con ese sabor a churros y chocolate, al igual como los que trabajan allí. Buenos profesionales, que siempre atienden con una buena sonrisa. No olviden que tienen una nueva cita.

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