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viernes, 11 de febrero de 2022

SOCIEDAD EN DECADENCIA

Yolanda Trancho – Escritora

Quería escribir sobre alguna noticia interesante y de verdad, no puedo. Sentada con la lectura de varios periódicos, el estómago se  me encoge.

Ha sido una semana de las que entristecen, dos asesinatos de jóvenes con sendos machetes, en esta ocasión acaecidos en Madrid. Da igual, no importa el lugar, otro día serán en otra ciudad, o incluso si han sucedido no nos dignamos en mencionarlos. Peleas en pueblos, urbes, pegar por pegar.

 El hallazgo del cadáver de la joven desaparecida en Traspinedo. Casi un mes se ha buscado, largos días y eternas noches en el que todos ansiaban que ese no fuese el final. Por desgracia y casi por costumbre ante estos acontecimientos que se repiten con demasiada frecuencia, el desenlace ha sido el peor de lo esperado, su muerte anunciada en silencio.

El juicio de una madre por asesinar a su hija de siete años. Manifiesta que no se acuerda, que ha sido un brote psicótico, y me pregunto; nunca es al revés, aquí la ley de la alteración del orden, si podía funcionar, es lo que muchos nos preguntamos. Una violencia vicaria, atacando al más débil, al ser que debían amar más en el mundo y sesgan la vida. Ella se la dio y decide quitársela.

Y así podríamos continuar con el siguiente.

Uno detrás de otro, una sociedad en decadencia.

Cada día la delincuencia se incrementa, los jóvenes salen a batirse en duelo, entre puños y navajas, como si de un juego se tratase, o a la captura de alguien solitario, al que tenga inquina, y entre la valentía de muchos y la cobardía oculta del individuo, lanzan puñetazos y patadas mortales, para asestar el último golpe, el que todos reirán por terminar con la vida de una persona. Se creen superiores, se precipitan a una vorágine de entradas y salidas en reformatorios y cárceles, y estarán orgullosos de haber sido los autores de terminar con una vida.

En esta sociedad que estamos creando, si a una joven o mujer, la obligan a ser suya, no se acepta un no por respuesta. Es querer y poseer, y si es por la fuerza no importa. Siempre habrá una excusa perfecta para menospreciar a la que llevaba un pantalón ajustado o un escote que le obligó a tocar, porque eso era lo que pedía.

La decadencia de una sociedad que no valora la vida, la integridad del prójimo, las posesiones de lo ajeno.

Me pregunto que hacemos mal? En la humilde opinión de una ciudadana, estamos fallando como sociedad, se aplican leyes a los agresores, se imponen restricciones de libertad, y a pesar de ello, cada día suben las malditas estadísticas de delitos deleznables. ¿Dónde está la educación? La inquina y el odio es lo que mueven a muchos, otros miramos a otro lado, a nosotros hoy no nos afecta. ¿Y si fuésemos el siguiente que entrara en esa lista de víctimas? Nos quejaríamos, hartos de ver unas leyes que no son lo suficiente duras para que no se repita el delito, que el reincidente no pueda volver a delinquir. Muchos miran a otro lado, cruzan la acera para huir del problema, pero y si dentro de unos días eres tú, quién está ahí, siendo la víctima.

La decadencia como personas, seres humanos que irradian odio, que obligan a que otros nos escondamos, que nos resignemos a contemplar cómo crecen unos hijos que se unen en bandas, en solitarios que abordan a mujeres, en organizaciones que se dedican a vender droga a nuestros jóvenes, eso es lo que está acaeciendo en este planeta.

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