Teresa del Bosq
Lo vi acercarse
sobre sus tallos verdes
escurriendo la reserva de su fuerza
Llevaba
la juventud de su rostro como abandonada
en los brazos del ocaso, y de cola
su sombra metida en ataúd
de pino fresco
Le había dejado libre
el camino a la muerte
sin harinadas bombas químicas
sin barricadas blancas
de botica
Iba a su encuentro…
Cuando de improviso
un grito rojo se lo llevó rodando
sobre el asfalto
hasta el nido de
palomas blancas, balsámicas.
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