Antonio Pastor A.
Nos enfrentamos
todos los días a problemas y dificultades. Dichos problemas nublan vuestra
mente sin encontrar aún, la luz al final del túnel. Tenéis la sensación de que
no es justo lo que le está pasando y quizás tenga razón. Le parecerá a veces,
que el mundo escapa de su control. Olvida quiénes son los buenos y, demasiado a
menudo, permite que los villanos se pasen y propasen.
En ocasiones la
gente no es justa, ni sensible, pero así es la vida. Es triste pero al parecer,
cuanto más éxito tiene uno más abundan los interesados en ponerle escollos en
el camino. Justo o injusto, la cuestión es que usted sólo puede contar consigo
mismo. ¿Pero cómo salir de esta, para usted, extraña situación?
Puede que sus
problemas no salgan en la página diocesana ni en un medio de comunicación, pero
no significa que no sean importantes. Lo son para usted. Y los mayores lo
sabemos. Por eso no entiendo cómo en los institutos o universidades no te
preparan para saltar esta barrera que te atenaza hasta el punto de tener la sensación
de que vas cayendo a través de un pozo sin fondo.
Créame cuando le
digo que si no se levanta, ahora, y pelea por usted mismo, nadie más lo hará.
Al mismo tiempo, puede que descubra que usted es la persona, cuya estima, tiene en más valor. También adivinará,
que a esta guerra a la que llamamos vida, la mayoría de las batallas más
decisivas se disputan en el interior de uno mismo.
En el camino
habrá observado que los grandes problemas, son grandes porque son suyos, como
pudieran ser los de los vecinos. Lo que pasa es que por tendencia natural, para
ti los problemas principales son los de ellos mismos. De esto resulta
necesariamente que los de usted, deberían preocuparle a usted. De lo contrario,
nadie se encargará de ellos.
No trate de
restarles importancia. No ande pidiendo perdón por tenerlos. Estamos educados
para tener miedo de importunar. No queremos hacer una escena, ni ser un estorbo
para nadie. Con demasiada frecuencia nos resignamos. Pero si el problema es
importante para usted, con eso basta. Significa que hay que prestarle atención.
Es importante porque, estimado joven, usted es importante.
Y sobre todo, lo
que hemos hecho, casi todos, salvo los nacidos privilegiados, es caer en el
debate interno, sobre si lo que le ocurre es justo o injusto. Pero si es
injusto, tenéis que levantaros y enfrentaros a el. Puede que empiece admitir
que, aun no sepa, todo lo que necesitaría saber para estar en condiciones de
conseguir lo que desea. Porque cuando haya aprendido las reglas del juego – y
que nadie se lo había explicado – empieza a crear una victoria. Aprenda las
reglas de ese juego y usted mismo se sorprenderá al ver el resultado. Os lo
garantizo.
Pregúntese:
¿tengo realmente una estrategia en la vida, o me limito a reaccionar pasivamente, tomando las cosas como vienen,
día a día? Andar dando tumbos de un lado a otro no es el mejor sistema para
llegar el primero. ¿Acaso ya tiene un plan?
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