Antonio Pastor A.
Después de las humillaciones y presuntas,
tropelías recibidas durante los años de pandemia. Volvemos a retomar el
presente continuo. Porque tras la devastación ya estamos reconstruyendo nuestro
futuro. Cierto es que debemos renunciar, a muchas otras cosas y focalizarnos en
aquello que los españoles consideremos útil y necesario debiendo centrarnos
sólo, en la recuperación de nuestra economía y estabilidad social. Prestando
más atención a las señales destructivas, políticas, que emergieron de la
tiranía, tras la gran mentira, sobre la pandemia.
El horror a la devastación humana,
generada de forma incontrolada por ciertas ideas macabras, nos ofrece una nueva
posibilidad. Poner en manos de la Justicia a los presuntos, responsables de
dicha masacre. Y demos a la Iglesia de este país una nueva figura que no sea
deprimente para España, sino aceptable. Convencidos de que el sacrificio de
tantos - abuelos, padres, hermanos e hijos etc., - no habrá sido inútil.
España necesita políticos humildes,
aunque sean, en caso extremo, analfabetos. Con mente sana para servir a su
pueblo - porque durante muchos años
constituirán la mayoría de la población - no a un grupo de privilegiados. Esta
sociedad está y seguirá estando unida a la obra papal, y que en la mayoría de
los países lleva el nombre de – Ayuda a la Iglesia Necesitada - bajo la
autoridad o, moderador general.
Continuar esta tarea de misericordia
con una mirada de comprensión, un gesto de estímulo, un pedazo de pan o un
trago reconfortante, derramando aceite y vino en las abiertas heridas, es
nuestra deuda de honor respecto a la Iglesia Necesitada, que es Cristo. Es
fácil emborronar unas cuantas líneas. Pero el esfuerzo sobrehumano al que hemos
sido sometidos, se leen en los rostros transformados, de nuestras madres. Que en un año, casi, han
envejecido diez, debido a la pérdida de sus seres queridos.
El reino de los cielos seguirá
sufriendo violencia. Pero el sufrimiento dará sus frutos. No esperéis, como los
hijos de Jerusalén, hasta que el telón se rasgue, para llorar la muerte del
Justo. Por eso el Viernes Santo vuelve siempre, y se alzará mil veces la cruz
en el patíbulo, en las cámaras de gas y en las fosas comunes de los, presuntos,
asesinados por el covid-19. Un telón de acero, aún infranqueable, capaz de
sostener cualquier tipo de injusticia.
Nos censuran que digamos que el
comunismo es un sistema diabólico. Para muchos esta ideología está inspirada,
por los religiosos anglosajones, en el odio a Dios, y a España sin más. Y es
malvada hasta el tuétano. Creemos en la existencia del diablo y en sus
infatigables insidias contra la Iglesia. El propio Satán, que ya entró una vez
en Judas, puede también apoderarse de hombres, organizaciones y movimientos
mundiales, los globalistas, para proseguir su irreductible lucha, contra el
Justo.
La rebelión de los jóvenes comunistas,
que han desenmascarado el engaño del comunismo, ya está en marcha. Dado que en
un régimen ateo Dios ha sido reducido al silencio y arrojado de la conciencia
de muchos, esta rebelión no está sostenida por ideas religiosas, sino por ideas
humanísticas. No en vano, en varios estratos de la población española,
predomina una espontánea confianza en la Iglesia católica. Pues ha sido la más
valiente al ayudar, a los más necesitados y resistir las agresiones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario