Antonio-Pedro Tejera
Reyes
"Que vivir sólo es soñar..."
SIGUIENDO CON NUESTRAS REFLEXIONES y recuerdos,
nos viene la inspiración a tratar hoy un tema extraído de muchos de los
recortes de periódicos que, como dijimos en anteriores comentarios, tenemos
colgados por todas partes y en algunas de nuestras mesas de trabajo diario.
Y es que el embrollo en el cual vemos
metida -estamos metidos todos- a la sociedad nos preocupa cada día más, sin que
veamos atisbos de que la cosa pueda solucionarse.
Hay elementos que pululan por estos mundos
de Dios sin importarles para nada el daño que hacen un día sí y otro también.
Hemos leído por enésima vez, en uno de esos
artículos que tenemos colgados, unos párrafos del colaborador del antiguo
periódico EL DÍA, de Santa Cruz de Tenerife, "Honoris Causa", publicado el 25 de mayo de 2003,
con el título "La envidia como recurso", donde dice literalmente: "El afán de superarse personal y
profesionalmente anima a muchas personas cada día, en su vida particular y en
su trabajo. Sin embargo, estos luchadores anónimos no encuentran casi nunca la
respuesta lógica a sus esfuerzos, que sería la de ser compensados con agradeci-miento
y satisfacción. Más bien al contrario, porque, en la mayoría de los casos, la
lucha por el perfeccionamiento es mirada como un auténtico atentado para esa
clase de personas que utilizan la envidia como recurso".
"Esto es así porque quienes son envidiosos como respuesta
al deseo de mejorar de otros usan semejante sentimiento como un recurso, casi
como un arma arrojadiza. De hecho, completan la jugada inventando mentiras y patrañas
con el fin de justificar su envidia y, a la par, hacer daño al envidiado".
"Resulta inadmisible que grandes personas y mejores profesionales se
tengan que disfrazar cada día de gris, de seres anodinos, para no atraer sobre sí
las iras de los envidiosos... Sería un buen ejercicio que en Canarias se
adoptara un sentimiento nuevo como característica regional: que el afán de
superación se convirtiera en bandera de todos los canarios... Tal vez es esto lo que
necesitamos para quitarnos de encima la losa que nos están suponiendo tantos
envidiosos apostados por doquier. Porque esos inútiles disfrazados de víctimas
torturadas son un lastre insostenible si queremos mejorar como decimos. Hay que
combatir, por todos los medios que se usen, la envidia como el recurso de los
ineptos y de los vagos, y poner de moda el trabajo bien hecho, la responsabilidad y la
honradez".
Sin duda, estas frases y esta propuesta, en
muchos lugares del mundo no tendrán ningún "desperdicio", que dijeran
los principios de la
"Calidad Total "
del Dr. Edwar Deming.
Sabemos que el asunto de los envidiosos va
mucho más lejos de lo que proponen las líneas precedentes ya que en el transcurso
de nuestra dilatada vida hemos visto como a nuestro alrededor se han caído
castillos aparentemente muy bien cimentados, por causa precisamente de esa
lacra social que es la envidia, la cual ha llevado a personas aparentemente
normales y correctas a cometer las mayores atrocidades, atentando incluso
contra el honor de sus familias, sin importarles para nada cometer
los mayores actos y escándalos delictivos, como vemos reflejados casi diariamente
en todos los medios de comunicación.
Se nos corrompe la sociedad a pasos agigantados
sin que nada podamos hacer, es decir, podemos hacer algo, como por ejemplo
escribir estas líneas, pero... ¿Servirán para algo más que para despertar de
seguro la repulsa, y por extensión más envidia en los seres que aludimos?
No nos cabe la más mínima duda de que
estamos desfasados en el tiempo y el espacio. Venimos de otras generaciones en
que la tolerancia era cero para multitud de las cosas que hoy son casi
doctrina. Sin embargo, no podemos
"arrojar la toalla" ante situaciones de la vida en las cuales se hace
necesario volver a unos principios que nunca debieron perderse, como son
"el respeto a la justicia, a la razón, la honradez, y al trabajo bien
hecho".
Insistir en esta necesaria realidad es lo
que procuramos hacer todos los días. Pregonar la necesidad de construir un mundo
donde los principios de la cultura de la paz sean la luminaria que vaya por delante en todas nuestras acciones,
es algo más que una ilusión: es nuestra meta.
Cuando el mundo nos coloca en la triste situación de sufrir cada
día la tortura del "maltrato sicológico" - que diría José M. Clar Fernández - el
refugio en la acción de crear el ambiente propicio para el debate de esta
realidad que nos azota, se ha convertido ya para nosotros en un ineludible
deber, al cual servimos con todo lo que podemos
entregar en conocimientos y experiencias, algo en lo que estamos encontrando
las más cálidas respuestas hoy, desde los más lejanos países, y que, como
semillas esparcidas encon-tradas en los senderos de la Universidad para La Paz,
allá en nuestra Costa Rica, en ese inmenso continente americano que tantas
satisfacciones nos ha producido y que hoy superan con mucho los más preclaros
objetivos que en su día pudiésemos pensar
y proponernos.
"En una tierra donde se glorifica lo nimio que propone el
político y se desprecia lo trascendente... donde importa más el cuánto que el cómo... donde la vanidad se
come al honesto... donde el listo es más apreciado que el inteligente... donde el verdugo se
transforma en víctima... donde la avaricia y el engaño sin límites estén
siempre presentes… donde los compromisos se resquebrajan como el cristal... en
esa tierra no quisiera vivir...", reflexiones
parecidas a las que escribiera alguien en las páginas de ese viejo diario que
señaláramos al principio.
Seguimos luchando por la cultura de la paz - volviendo al artículo de Honoris Causa - "Nos va en ello más de lo que creemos".
Servir es mi ocupación.
*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial
del Turismo. OMT. Pluma de Oro de Rotary Internacional. Puerto
de la Cruz.
Tenerife. Islas Canarias.
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