Antonio-Pedro Tejera Reyes
Son muchos los días y horas que hemos pasado estudiando el
mundo de la “cultura de paz”. De aquellas largas veladas y reuniones en la
Universidad para la Paz, UPAZ, en Costa Rica, ese organismo de las Naciones
Unidas que logró instalar su sede ahí gracias a la tenacidad y perseverancia
del recordado presidente del país, Rodrigo Carazo Odio, de aquellos recuerdos
nos ha quedado la permanente imagen del mundo que contienen los principios de
Rotary Internacional, cabalgando en nuestra memoria en las magistrales clases
que impartió sobre esa “cultura de paz” la insigne profesora francesa Marie
Laure Leminier, dentro de la maestría que dirigimos en las Islas Canarias,
sobre “Calidad Turística-Ambiental Sostenible y Promoción de La Paz”, quién
durante más de treinta días vertió sus amplios conocimientos sobre el tema, en
nuestras aulas de la Villa de la Orotava (Tenerife) y la ciudad de Telde (Gran
Canaria), ante dos grupos de licenciados en turismo, fundamentalmente
provenientes de nuestras escuelas profesionales de turismo, que fundaríamos en
estas Islas Canarias en el año 1965.
Los conceptos básicos de la “cultura de paz”, son los que
nos permitirán aplicarlos el ámbito de los recursos humanos, sometiéndolos a un
proceso educativo en el cual el ser humano debe tomar conciencia de todas las
realidades políticas, sociales, culturales, etc. con un alto sentido de su
utilidad para propiciar la comprensión entre toda la humanidad y así evitar los
enfrentamientos violentos que existen en
el mundo, aportando manifestaciones positivas donde el potencial sea la
señalada comprensión, la amistad y el ideal de servicio.
Estudiar con relatividad si las personas son buenas o malas
por naturaleza, es una de las cuestiones básicas para llegar al entendimiento
de los factores determinantes que provocan las actitudes que forman su
personalidad.
El espíritu de esta importante parte de la irenología, nos
lleva directos a analizar los valores intrínsecos de la persona para comprender
su comportamiento en su vida personal y en su relación con otras personas, en
lo cual ha tenido especial valor determinante el medio en que se hayan desarrollado.
Las personas que han crecido y se hayan desarrollado en
buenos ambientes serán buenas en un futuro y quienes lo hayan hecho en malos
ambientes, deformados y pocos actos para la comprensión y el entendimiento,
vivirán permanentemente con ese estigma sin poderlo apartar de su proceder y su
proyección humana.
Es en ese segundo frente donde está el trabajo más serio de
“la cultura de paz”, actuando con el conocimiento filosófico y sociológico
eficiente y suficiente, para modelar un nuevo ser que destruya las marcadas
taras que debilitan la personalidad humana y le apartan de los senderos
ideológicos donde la comprensión y el entendimiento se imponen a la violencia.
Se desprende de cuanto hemos expuesto, que la meta para
expandir “la cultura de paz” es buscar o provocar los comportamientos de la
sociedad sobre los valores y actitudes de las personas, considerándolas a nivel
individual y grupal en sus estructuras políticas, sociales, culturales, etc.
por lo que es necesario la adquisición de los conocimientos relacionados con la
paz en general, y la apreciación de sus valores y actitudes para poder actuar
de manera coherente con los mismos.
El efecto del recurso humano en el sector turismo, como
propiciador de la cultura de paz en todo su entorno, está caracterizado, entre
otras cosas, por un alto nivel de intercambio entre personas de distintas
culturas, una fuerte vocación por el servicio, una exposición a una clientela
cada día más exigente, una necesidad de ser permanentemente más competitivo y
de proveer un servicio de la más alta calidad.
Debemos de distinguir la formación de los profesionales en
el manejo de “la cultura de paz” en los recursos humanos de las empresas
turísticas, como futuros elementos catalizadores e instructores del contingente
humano que supone la población mundial.
La comprensión, la amistad, y el ideal de servicio, son la
fórmula ideal para reconstruir el mundo nuevo que necesitamos, para lo cual es más
que necesario apoyarnos en los clásicos principios de Rotary Internacional,
teniendo muy presente su “Prueba Cuádruple”: ¿Es equitativo para todos los
interesados? ¿Creará buena voluntad y mejores amistades? La inteligencia, el
conocimiento, la buena voluntad y el compañerismo entre los hombres y mujeres
de todas las naciones del mundo, tiene que ser la base sólida de ese nuevo
mundo, para lo cual es absolutamente necesario implementar esa “cultura de paz”
que comentamos.
Servir es mi ocupación.
*Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del
Turismo.
Pluma de Oro de Rotary Internacional. Puerto de la Cruz,
Tenerife. Islas Canarias.
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