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sábado, 25 de julio de 2020

SILVESTRE MACHADO Y BARRIOS Y EL RECUERDO HACIA LA GESTA DEL 25 DE JULIO DE 1797


Javier Lima Estévez. Historiador

Cuando un pueblo se ha hecho célebre por su valor; cuando, casi sin otros medios de defensa que su patriotismo ha podido levantar su cabeza para ver de frente, sin retroceder, el peligro que le amenaza; y conociendo el envilecimiento y la infamia en que se le intenta sepultar, elige la muerte antes que rendirse y humillarse; ese pueblo se ha conquistado una dignidad, una gloria ante la cual no pueden menos que admirarse las generaciones. Con esas palabras de emotividad y nostalgia, el realejero Silvestre Machado y Barrios (1818-1885), canónigo y responsable de numerosos cargos, inicia una oración que causó gran impresión con motivo del 67º aniversario de la Gesta del 25 de julio de 1797, publicada en 1864 por la imprenta de Miguel Miranda y custodiada en los amplios fondos bibliográficos de la Universidad de La Laguna. En sus palabras podemos advertir el estado que se respiraba ante la solemnidad de tal día con la ceremonia realizada desde la Parroquia Matriz de la capital tinerfeña. En su interior se agruparon numerosas personas de diferentes edades, pudiendo ser alguno de los asistentes conocedor directo de la situación experimentada 67 años atrás. El destacado orador transmitió a los asistentes, con la palabra y la descripción de numerosos detalles, el estado que se llegó a producir durante la víspera y el transcurso de ese día histórico.


Machado y Barrios también reflexionó sobre la esclavitud y la consideración que un pueblo tendría como anuncio de su muerte con la llegada de tal proceso. En esa defensa de la libertad no dudaría en agradecer la labor desarrollada por los habitantes de Santa Cruz de Tenerife, La Laguna y La Orotava, así como otros de la isla, que se le unieron para impedir su humillación, evitar su ruina, detener su sacrificio, salvar su nombre y ennoblecer su historia. El deseo del orador para los caídos durante ese acontecimiento no sería otro que el de agradecimiento, dirigiendo diversas plegarias de agradecimiento a Dios.

Es, en definitiva, el relato de un realejero que, con motivo del recuerdo a tal suceso histórico, emitió una oración cuya lectura nos permite obtener una muestra más de un proceso que recordamos 223 años después.

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