LOS REALEJOS ELIMINA UNA NUEVA BARRERA DE SU CASA DE LA
CULTURA
La instalación de un bucle magnético permite a las personas
con discapacidad auditiva disfrutar de los espectáculos con la misma calidad
que el resto de los espectadores.
La Casa Municipal de la Cultura de Los Realejos es uno de
los primeros edificios públicos del Norte de Tenerife que cuenta con un sistema
de Lazos de Inducción o Bucle magnético,
una de las ayudas más útiles para las personas con discapacidad auditiva
usuarias de audífonos o implantes cocleares.
Según la Concejala de Nuevas Tecnologías, Laura Lima, “las
personas que tienen una discapacidad auditiva se enfrentan a múltiples barreras
de comunicación en su actividad diaria. Gracias a la tecnología actual y a su
correcta utilización, éstas se pueden minimizar. El bucle magnético permite que
las personas con cierto tipo de audífonos puedan aislar la palabra del sonido
ambiente, permitiendo que puedan
disfrutar de los espectáculos con la misma calidad que el resto de los espectadores”.
Para la edil de Discapacidad, Sandra Pérez, “con la
colocación de este sistema, que se implantará en otras dependencias
municipales, se pretende garantizar la accesibilidad de estas personas
a todo tipo de espectáculos así como
la comunicación y las relaciones interpersonales en espacios donde el
ruido ambiente o la presencia de varios interlocutores, dificulta o impide
dicha comunicación”.
El funcionamiento de este dispositivo, que ha supuesto una
inversión superior a los 3.000 euros, es muy sencillo, es un sistema de sonido
que transforma una señal de audio en un campo magnético que es recibido por los
audífonos dotados de posición ‘T’ (Tele-bobina). La bobina de estos audífonos
transforma el campo magnético nuevamente en sonido dentro de la oreja del
usuario, aislado de reverberaciones y ruido ambiente. El resultado es la
recepción de un sonido más limpio y nítido, perfectamente inteligible y con un
volumen adaptado a las necesidades del usuario.
El Ayuntamiento de Los Realejos ha llevado a cabo esta
iniciativa conjuntamente con Laborsord, una empresa perteneciente a la
Fundación Canaria para el Sordo y con la colaboración de la Asociación Aicanar
uno de cuyos miembros, un joven realejero de 17 años, fue una de las
primeras
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