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sábado, 13 de agosto de 2016

UNA VISIÓN DEL PLÁTANO EN CANARIAS

Javier Lima Estévez. Graduado en Historia por la ULL
 
Tras la crisis desarrollada en el sector de la cochinilla, el cultivo del plátano se desarrolló y extendió en nuestro archipiélago junto al tomate y la papa. La explotación y comercialización del plátano, obligó a la realización de toda una serie de transformaciones en nuestra superficie, acondicionándose numerosos terrenos con una canalización adecuada del agua. No cabe duda de que la inversión de los capitales extranjeros representó un aporte esencial para mover tal engranaje. En ese sentido, en el siguiente artículo extraemos algunas consideraciones sobre tal fruta a partir de un artículo del historiador y político portuense, José Agustín Álvarez Rixo (1796-1883), analizando un escrito publicado en el periódico «El Time: periódico de intereses generales», bajo el título “El Plátano. El origen, notables ventajas de su cultivo y propagación en las Canarias”, disponible en el portal Jable de la ULPGC. Se trata de una aportación que forma parte de una de las preocupaciones de Rixo dentro de la amplia variedad de temas que trató a lo largo de vida, demostrando en su intervención una inquietud por el estado económico y la prosperidad de las islas. Inicia su artículo recordando que Gonzalo Fernández de Oviedo, en su viaje a América y tras su paso por Gran Canaria, “admiró el vegetal llamado plátano, que vio por primera vez en la huerta del convento de San Francisco de la ciudad de Las Palmas, el cual menciona creyéndole ser original de nuestras Islas Canarias”. Rixo, advierte que tal fruta llegó a nuestro archipiélago a través de algún religioso, marino o aventurero. Asimismo, ofrece toda una serie de datos con la finalidad de demostrar la relación del plátano que llegó a Canarias con el continente africano. No duda en detener su mirada en torno a cuatro variedades, destacando las características del plátano común, plátano dominico, plátano manzano y plátano enano. Sin embargo, detiene su atención en torno a la última variedad. Añade que su presencia en nuestras islas es el resultado de la gran labor desarrollada por Alfred Diston (1793-1861) quien, tras realizar un viaje a su país natal, observó en el invernadero del jardín de Sir Thomas Kempburer tal fruta, obteniendo un ejemplar que llevó consigo hasta nuestro archipiélago. No duda Rixo en anotar los beneficios de la nueva variedad, pues logra “vegetar con menos riesgo de los vientos, en razón de su corta elevación y robustez de su tronco; llega a su total crecimiento antes que los otro, y fructifica también, siendo su racimo mayor que los otros”. Además, la banana también es objeto de atención de Rixo. Señala que su uso en las Antillas se extiende de forma frecuente como alimento frito en ruedas o mediante su utilización en los pucheros, aunque expone que su cultivo en nuestras islas no crece con la finalidad esperada ni su uso es generalizado entre la población, en tanto “que tenemos mejores verduras”. Ofrece toda una serie de características respecto al tronco de la platanera, señalando, a modo de advertencia, que “el agua que destila dicho tronco, o de sus hojas, cuando se les corta verdes, mancha de pardo la ropa blanca, cuya mancha permanece por mucho tiempo que se le lave”. Termina por recordar que sus recomendaciones deberían ser atendidas por parte del agricultor canario y la población en general, animando a la extensión y el desarrollo de su cultivo en nuestras islas.


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