Javier Lima Estévez. Graduado en Historia por la ULL
Tras la crisis desarrollada en el sector de la cochinilla,
el cultivo del plátano se desarrolló y extendió en nuestro archipiélago junto
al tomate y la papa. La explotación y comercialización del plátano, obligó a la
realización de toda una serie de transformaciones en nuestra superficie,
acondicionándose numerosos terrenos con una canalización adecuada del agua. No
cabe duda de que la inversión de los capitales extranjeros representó un aporte
esencial para mover tal engranaje. En ese sentido, en el siguiente artículo
extraemos algunas consideraciones sobre tal fruta a partir de un artículo del
historiador y político portuense, José Agustín Álvarez Rixo (1796-1883), analizando
un escrito publicado en el periódico «El Time: periódico de intereses
generales», bajo el título “El Plátano. El origen, notables ventajas de su
cultivo y propagación en las Canarias”, disponible en el portal Jable de la
ULPGC. Se trata de una aportación que forma parte de una de las preocupaciones
de Rixo dentro de la amplia variedad de temas que trató a lo largo de vida,
demostrando en su intervención una inquietud por el estado económico y la
prosperidad de las islas. Inicia su artículo recordando que Gonzalo Fernández
de Oviedo, en su viaje a América y tras su paso por Gran Canaria, “admiró el
vegetal llamado plátano, que vio por primera vez en la huerta del convento de
San Francisco de la ciudad de Las Palmas, el cual menciona creyéndole ser original
de nuestras Islas Canarias”. Rixo, advierte que tal fruta llegó a nuestro
archipiélago a través de algún religioso, marino o aventurero. Asimismo, ofrece
toda una serie de datos con la finalidad de demostrar la relación del plátano
que llegó a Canarias con el continente africano. No duda en detener su mirada
en torno a cuatro variedades, destacando las características del plátano común,
plátano dominico, plátano manzano y plátano enano. Sin embargo, detiene su
atención en torno a la última variedad. Añade que su presencia en nuestras
islas es el resultado de la gran labor desarrollada por Alfred Diston
(1793-1861) quien, tras realizar un viaje a su país natal, observó en el
invernadero del jardín de Sir Thomas Kempburer tal fruta, obteniendo un ejemplar
que llevó consigo hasta nuestro archipiélago. No duda Rixo en anotar los
beneficios de la nueva variedad, pues logra “vegetar con menos riesgo de los
vientos, en razón de su corta elevación y robustez de su tronco; llega a su
total crecimiento antes que los otro, y fructifica también, siendo su racimo
mayor que los otros”. Además, la banana también es objeto de atención de Rixo.
Señala que su uso en las Antillas se extiende de forma frecuente como alimento
frito en ruedas o mediante su utilización en los pucheros, aunque expone que su
cultivo en nuestras islas no crece con la finalidad esperada ni su uso es
generalizado entre la población, en tanto “que tenemos mejores verduras”.
Ofrece toda una serie de características respecto al tronco de la platanera,
señalando, a modo de advertencia, que “el agua que destila dicho tronco, o de
sus hojas, cuando se les corta verdes, mancha de pardo la ropa blanca, cuya
mancha permanece por mucho tiempo que se le lave”. Termina por recordar que sus
recomendaciones deberían ser atendidas por parte del agricultor canario y la
población en general, animando a la extensión y el desarrollo de su cultivo en
nuestras islas.
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