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viernes, 14 de marzo de 2014

SAN TELMO, ECHAR EL RESTO

Salvador García Llanos

Para Maresía, la plataforma ciudadana que aglutina la defensa de los valores del paseo San Telmo, en el Puerto de la Cruz, y para todos los que, de alguna manera, están identificados con la causa, siquiera en forma de exteriorización en redes sociales o en pliegos de firmas de su malestar y de su rechazo al proyecto de rehabilitación que se quiere afrontar, ha llegado la hora de la verdad: el comienzo de las obras es inminente (de hoy mismo al lunes próximo), lo que equivale a decir que sus esfuerzos para reconsiderar algunos aspectos del proyecto no van a ser tenidos en cuenta.

Han perserverado -y van a seguir haciéndolo- en la vía institucional, de modo que esta mañana, según se informó en el curso de una reunión en la que analizaron los últimos acontecimientos, la representación legal de la plataforma solicitaría en los juzgados la suspensión cautelar del comienzo de los trabajos, a la espera de que se resuelvan otros planteamientos elevados al Cabildo Insular de Tenerife así como la solicitud de declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para el paseo, a la que nos hemos referido en alguna entrada anterior.

Claro que, además de la vía institucional, los comprometidos con la defensa de San Telmo son conscientes de que es necesario seguir motivando y movilizando a la ciudadanía. De ahí que no solo mantendrán las concentraciones que ya son una estampa habitual de los domingos sino que promoverán la convocatoria de otra manifestación que pretenden sean tan exitosa como la que se celebró hace unos meses.

El paso del tiempo ha ido esclareciendo algunos hechos. Seguro que puede existir la creencia de que, a pesar de todas las acciones entabladas hasta la fecha, no se ha conseguido mucho. Pero esa actitud no se corresponde con la realidad: el espíritu crítico y la presencia en medios de comunicación ha han servido para que los responsables del Cabildo Insular sean sensibles con esta reivindicación. Puede que los avances sean mínimos pero no es menos cierto que han logrado forjar y amalgamar una causa que, junto con la defensa de Mueca y la necesidad de renovar la programación y el desarrollo de las Fiestas de Julio, es de los pocos enganches que han motivado y motivan a una sociedad bastante distraída y poco activa con las controversias que surgen a su alrededor.

El devenir ha servido, igualmente, para dejar claro que el muro, el célebre muro, no es el único factor que interesa a los discrepantes con el proyecto. Curiosamente, puede haberse convertido en un recurso que interesa más a los promotores de la actuación. No es cuestión de ceñirse al muro, es decir, derribo sí, derribo no: la plataforma ha extendido otro mensaje, apoyándose, además, en informes rigurosos, que nos hace ver la globalidad del proyecto. Es decir, se está de acuerdo con la rehabilitación y la mejora pero con otros presupuestos y con una clara voluntad de respeto y defensa de los valores contenidos en ese pasaje de la geografía urbana portuense.

Siempre es difícil comparar períodos históricos pero quienes se han empeñado en esta causa parecen dispuestos a que no se repita aquella etapa en la que el desarrollismo de los sesenta destruyó buena parte de las señas de identidad de un Puerto de la Cruz que se abría al turismo de masas, que optaba definitivamente por este modelo de productividad económica. Muchas cosas, en efecto, se perdieron y hoy son postales o testimonios de un tiempo pasado.

No quieren, en efecto, que se tropiece en la misma piedra. Defienden el legado de Manrique y tratan de preservar, con ese BIC, una arteria tan distintiva, el nexo que une el centro de la ciudad con el corazón turístico de Martiánez. Esa parte del pueblo que quiere que se conserve lo que merece ser conservado es merecedora de respeto: no están defendiendo disparates, máxime cuando ha acreditado su conformidad con una remodelación consecuente.


De modo que llegado este momento, cuando las obras ya están en fase de ejecución, habrá de echar el resto. A ver si se incorpora más gente a la causa y a ver si los responsables políticos y administrativos de la actuación terminan entendiendo que ésta, para muchos portuenses, no es una causa baladí.

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