Salvador García Llanos
Cuando surge en la sucesión de penurias y hechos negativos que
caracterizan la vida del Puerto de la Cruz en los últimos tiempos una
iniciativa o realización positiva, hay que congratularse.
Es lo que sucede con la reapertura del centro educativo Madre Matilde
Téllez, dedicado hasta su cierre –motivado por la falta de demanda- a la
acogida de menores en situación de desamparo. Funcionará ahora como centro de
día, dependiente del Instituto de Atención Social y Sociosanitaria (IASS), y
seguirá gestionado por las monjas de la orden Hijas de María, Madre de la
Iglesia. Según explicó el consejero-delegado del IASS, Miguel Ángel Pérez, los
planes que se tienen es que el centro abra sus puertas desde las tres de la
tarde para atender a menores entre los 4 y 17 años, a quienes también les será
ofrecido un refuerzo alimentario y académico, con programas complementarios de
formación para los familiares relativos a higiene y hábitos saludables. Se
quiere también llevar a cabo actividades culturales o formativas, de ocio y
recreativas, que desarrollen la prevención en campos como la sexualidad y
adicciones. Los refuerzos en tareas educativas, con el propósito de impedir el
absentismo o superar el fracaso escolar, serán también objeto de atención en
esta nueva etapa.
Hay que alegrarse de esta reapertura y de los esquemas sobre los que
va a funcionar. Desde que el Ayuntamiento accedió al antiguo cuartel de la
Guardia Civil, siendo alcalde Francisco Afonso, se pensó en el inmueble como un
centro asistencial o de acogida que contribuyera a resolver o mitigar los
problemas de infancia y menores que en los años ochenta del pasado siglo
empezaban a extenderse en la ciudad. El centro formó parte de la red de
servicios sociales forjada por un Ayuntamiento que entonces muy sensible con
estas políticas y fue pionero en Canarias en su instauración. Por otro lado, la
labor de las monjas, que seguimos muy de cerca durante unos cuantos años, ha
sido ejemplar.
Cuando el centro Madre Matilde Téllez cerró sus puertas nos temimos
lo peor: otra dotación que se pierde en el Puerto. Pero parece que es posible
remontar la coyuntura desfavorable, aun cuando sea necesario afrontar un nuevo
modelo de prestaciones en el ámbito del acogimiento familiar implantado por el
Gobierno de Canarias. Hay que destacar que entre las directrices de este modelo
figura que los menores habrán de estar con su familia bajo la supervisión de
profesionales del propio Gobierno. Los planes de atención al menor y a la
familia tendrán en este centro de día portuense un espacio donde poder cubrir
necesidades asistenciales y educativas de menores que se encuentren en
situación de vulnerabilidad.
Lo dicho: entre tanta penuria y tanta desazón de una ciudad castigada
por la decadencia, hay que congratularse.
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