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sábado, 12 de mayo de 2018

¡GRACIAS, MADRES!


Iván López Casanova 

A todos los postulados teóricos de ese feminismo que aplaude las afirmaciones de Simone de Beauvoir sobre «la trampa de la maternidad» o «la mujer casada es esclava», a todas las teorías y acciones contra la natalidad, se las puede rebatir simplemente explicitando lo que todo el mundo lleva en el corazón: ¡gracias, mamá!

Basta de engaños y consideraciones abstractas, de ensayos irreales o tramposos en los que todo se enfoca en clave de derechos y deberes, de dominios y luchas o bajo la mirada resentida de la revancha histórica contra la misoginia: así solo se accede a dimensiones superficiales del misterio de la maternidad. A lo profundo se llega desde lo real, por ejemplo lo que cuentan las enfermeras de guerra de los soldados rusos heridos en Afganistán, recogido por Svetlana Aliexiévich, Premio Nobel de Literatura en 2015. Cuando estaban a punto de morir, muchos exclamaban: «¡Mamá!¡Mamá! −Estoy aquí hijo, les decíamos, los engañábamos. Nos convertíamos en sus madres».

Gracias, madres, por vuestro tiempo. Lo refleja bien el comienzo de un poema de Melissa Castro, poeta tinerfeña con mucho futuro. «Y de tener es, por seguro, / que no existe labor más honrosa, / que la que tú has hecho, haces y harás  por mí».  Porque la dedicación de las madres merece un reconocimiento mayor, por la donación de un tiempo de oro en la plenitud de sus vidas.

Gracias, madres, por vuestro sacrificio, por vuestra entrega. «Y que no existe amor tan puro, / ni tarea más dolorosa / que los tuyos para traerme hasta aquí. / Pues no hay crítica más necesaria, / entrega más sincera / Y abrazo más cálido que los que tú me das. Siempre empujando por detrás / y allanando la frontera», continúa la joven poeta canaria. Reflejando maravillosamente que el amor en la vida real se entrelaza con el dolor, pero que así se aprende la lógica del amor, de la entrega y la donación; así también se recibe la educación necesaria, y se interioriza una antropología fraterna y de amparo para una humanidad sin fronteras.

Gracias, madres, por vuestra educación, por vuestro coraje. Sigue el poema de Melissa Castro: «Tu perfección: / a veces sino, a veces lección. / Pues me enseñaste con mesura, coraje y corazón / a ser fiel a mi camino. Y que conozco de la prevención / de los azares / y de la voluntad del destino / gracias a tus cantares». Porque solo la maternidad sabe corregir cantando, esculpir el corazón para afrontar la vida que es tarea abierta, vocación para cada uno.

Gracias, madres, por vuestra impagable generosidad. «Y que no encuentro suficientes presentes, / para devolver tu constancia y gratitud. / Pues ni piano, ni trompeta, ni laúd / clarifican, sanan o armonizan / como lo hacen tu consejo, tu regazo y  tu voz / con mi mente». Así finaliza el poema, cristalizando sentimientos universales y transculturales.

Me parece una tarea intelectual importante la de realzar la maternidad en el tiempo actual. Por una parte, superando esa especie de teórico antagonismo absurdo entre varones y mujeres. Por otra, encontrando lo que Janne Haaland Matláry llama el eslabón perdido del feminismo, «una antropología capaz de explicar en qué y por qué las mujeres son diferentes a los hombres». Y para ello, dos sugerencias valiosas de Blanca Castilla de Cortázar quien escribe que «la única defensa eficaz de la maternidad es que haya varones que descubran su paternidad».  Y también: «Se trata de aprender del sexo opuesto, cosa que es tan natural en la familia sobre todo donde hay hermanos y hermanas».

«Madre, a tu edad, / cerca de los ochenta / me hablabas hoy de un mar / vibrante de belleza. // Es tu legado, madre: / pese al dolor y al tiempo, me hablabas de esta tarde / y un mar intenso», canta Antonio Moreno. Maravillosa maternidad: belleza, dolor y  tiempo. ¡Gracias!

Iván López Casanova, Cirujano General.
Escritor: Pensadoras del siglo XX y El sillón de pensar.      

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