Iván
López Casanova
«¿Cuándo
hay crisis sustantiva de una cultura?», se preguntaba Ortega y Gasset. Tenía
claro que la cultura era el horizonte básico que permitía la orientación del
obrar ético. Y advertía del peligro de vivir en una civilización superficial
que «al consistir en cosas plausibles y admirables, pero no necesarias e
ineludibles, forma una mitología o pluralidad de dioses secundarios, todos
convenientes, canjeables, pero ninguno necesario. Solo el plano de la ultimidad coloca en su
sitio al otro: al de las penultimidades». Ochenta años después, no resulta
difícil detectar la actualidad de estas palabras.
Pero,
¿quién se atreve a proponer las líneas maestras de la tarea moral pendiente
para el ciudadano del siglo XXI? Precisamente, esta fue la cuestión sobre la
que dialogaron, el pasado año, el sociólogo Zygmunt Bauman y el filósofo
español Javier Gomá, en la ciudad de Burgos.
En
resumen, Bauman avanzó que estamos en un periodo interregno, es decir, que
sabemos que las ideas pasadas ya no nos ayudan a configurar una base común para
abordar el futuro, pero no hemos sabido construir otras herramientas morales y
de convivencia para sustituirlas. Pero no llegó más lejos.
Gomá,
en cambio, explicó que nos hallamos en un momento en que la lucha por lograr
una libertad subjetiva y política ya ha llegado a su punto culmen –su mejor
reflejo en la sociedad es la Democracia−: «Y la tarea moral pendiente no es
seguir ampliando la esfera de la libertad individual, sino la de acordar las
reglas, los usos para hacer un empleo virtuoso, social, responsable de esa
esfera de la libertad ampliada; es decir, una reapropiación de los límites (…).
Tenemos pendiente descubrir algunos límites de la libertad, pues como dice
Goethe, “limitarse es extenderse”».
Ejercer
un uso cívico, responsable y virtuoso de la libertad personal resulta ser,
entonces, la cuestión fundamental. También, educar a los hijos para que forjen
su libertad y superen las tendencias narcisistas que los encierran en sí
mismos. Y, para ello, apunto tres propuestas concretas: desterrar las
ideologías caducas, rechazar frontalmente cualquier forma de violencia y
potenciar la donación y la ejemplaridad con todas sus consecuencias.
En
una entrevista reciente, señalaba Gomá que al secularizarse las culturas y
quedar las sociedades sin elementos para la construcción de identidades firmes,
han surgido algunas falsarias posibilidades de recambio, «regionales,
supraestatales, raciales, sexuales… que hacen que determinados elementos
psicológicos que el hombre y la mujer necesitan encuentren otras fuentes que a
veces tienen algo de regreso a una irracionalidad no domesticada».
O
sea, que ya está bien de apoyar a las ideologías cerradas y anacrónicas que
quieren explicar −como si fueran religiones− la totalidad de la vida, de la
sociedad y de la historia a partir de una idea simplona; por ejemplo, la
igualdad de las personas a través de la lucha por suprimir las diferencias
sexuales o la idea de pertenencia a un determinado territorio.
Cuenta
Svetlana Aleixievich, premio Nobel de Literatura de 2015, en Voces de
Chernóbil, la experiencia de los supervivientes a esa catástrofe nuclear: «No
quiero encender la televisión ni leer los periódicos de ahora. Matan y matan…
El horror se ha vuelto algo acostumbrado, hasta banal. Nos hemos pasado de la
raya (…). Yo tengo miedo. Tengo miedo de una cosa, de que en nuestra vida el
miedo ocupe el lugar del amor». Así se expresaba una directora de teatro. Y tal
vez, ahora, habría que añadir, también, el miedo a que el sexo ocupe el lugar
del amor. En consecuencia, rechazo total.
Por
último, promover una cultura valiosa en la que la donación ocupe un papel
primordial por decisión personal: perdonar, dar donativos, ser sensibles ante
los que no tienen medios económicos y a los emigrantes, realizar el trabajo con
perfección y absoluta honradez, perseguir el ideal de una vida ética sublime,
dialogar, convivir con quien mantiene convicciones distintas a las propias... O
sea, ser ejemplares.
Iván
López Casanova, Cirujano General.
Escritor:
Pensadoras del siglo XX y El sillón de pensar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario