Iván López
Casanova
El
amor es una joya preciosa, un collar de perlas valiosas que se ensartan sobre
el hilo fuerte de la fidelidad. Cada miembro de la pareja es un orfebre
trabajando con su libertad personal, la que se ofrece día a día al otro sin
reclamar nunca lo que se comprometió para siempre (he visto los puentes de
media Europa llenos de candados que expresan de modo plástico y fuerte esa promesa).
Pero el amor es una joya delicada, y conviene conocer bien sus cuidados.
Amor
incondicional. Para escribir el cuento del amor feliz hay que superar los
borrones y las tachaduras. Lo expone bien un poema de Miguel d´Ors: «Quizá por
sobredosis / de canciones, películas y sueños (…) / No sospechaba que el amor
está / hecho también de noes y distancias, / de lágrimas a veces, y algún
grito, / y alguna hora ceñuda, y que precisamente / son esos noes y esas
distancias y esas lágrimas / y todas esas cosas dolorosas / lo que prueba y
depura / y alarga hacia el futuro, por encima / del vuelo raso de los
sentimientos, / toda esa pirotecnia de las palabras tiernas, / las manos
soñadoras, los síes que se miran / en el espejo de otros síes, los besos, / la
primavera y todo lo demás».
El
poeta no desprecia −al contrario− los sentimientos, los besitos en los
aeropuertos, el amor fácil cuando se viaja en vacaciones, ni la primavera o las
flores. Pero ha aprendido que es amor “también” –así se titula el poema− la
superación de las dificultades y las crisis. Para ello resulta fundamental la
decisión de amar incondicionalmente –de nuevo los candados en el puente−, pues
entonces se resolverán los problemas sin dudar de la relación, y se recomenzará
alargando el futuro.
Amor
cultivado. Porque en los tiempos actuales al amor lo amenaza el dominio
cultural, hegemónico, de un romanticismo caduco que potencia una vulgaridad
tosca haciéndola pasar por espontaneidad, y se olvida entonces que el amor de
calidad solo lo logra un «corazón educado». Así lo reclama Javier Gomá, quien
ironiza con quienes imitan los programas de la telerrealidad: «Yo prefiero que
no me lo digas a la cara, y que refines tu punto de vista. No se trata de ser
sincero, sino de ser virtuoso y elegir formas superiores de vida, no sólo las
más primarias». En el fondo supone una falsa desinhibición, pues se siguen
−como peleles− los patrones de conducta propuestos en anuncios y programas
bobos, se emula a personajes telebasura tatuados y musculados o a famosillas que
venden su intimidad por cuatro billetes, comerciando con sus pobres relaciones
superficiales y siempre sensuales.
Por
el contrario, el amor se fortalece con trabajo interior para poseer «visión
culta», otro concepto de Gomá: conocer los tesoros de la herencia cultural,
para apropiarse críticamente de algunas ideas excelentes tras meditarlas y
comprenderlas. «Corazón educado» y «visión culta» forman para este filósofo un
binomio precioso para la ejemplaridad pública. Pero también para alimentar el
amor y protegerlo de la vulgaridad que empobrece los amores, los aburre y los
cansa.
Amor
cotidiano. Engarzar la perla del amor en la vida real y ordinaria, y llenarla,
así, de belleza. De nuevo, se refleja bien en un poema de d´Ors: «Que no me
llamas porque tienes mucho / trabajo en el jardín. Y cita en el dentista. / /
¿Es que estás esperando a que no pase nada / para quererme? / Yo quiero que me
quieras en tu vida. / Con tu vida. Ya ves. A mí el amor, / lo mismo que el
café, no me va solo: / me gusta con visitas al dentista, / con sorpresas y líos
(…) / y todo eso que es, con todos sus colores, / la realidad. Lo que sucede
fuera de ella, / frankly, my dear, ya sabes…».
Y
fueron muy felices…
Iván
López Casanova, Cirujano General.
Escritor:
Pensadoras del siglo XX y El sillón de pensar.
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