Lorenzo
de Ara
Un
alcalde, por muy buen alcalde que sea, si no tiene gente preparada y
trabajadora a su lado, pasará a la historia como un alcalde más, un hombrecillo
sin éxito en la política y sin apenas contacto con el pueblo.
Muchas
veces ha sucedido como cuento. Personas muy preparadas que se rodearon de
mediocres, parásitos y estómagos agradecidos para hacer municipalismo. Creyeron
que se bastaban para sacar adelante el municipio. Fracasaron. Estrepitosamente.
Ni
siquiera tienen un rincón sucio y maloliente en la historia de la política
local.
Ha
habido alcaldes que se pavoneaban con su estúpida y versallesca oratoria de
palacio en ruinas. Al primer grito del funcionario jefe se escondían bajo la
mesa del despacho. ¡Cagalera!
En
el presente, pese al disgusto que pueda llevarse la oposición, el alcalde del
que hablo, pero al que no cito, ha tenido el acierto de rodearse de personas
(no todas) que están capacitadas para hacer un gran trabajo. Si las dejan.
Hay
dos concejales en el partido de ese alcalde que se han ganado la fama de ser
austeros, fríos, calculadores, capaces de decir no, cuando decir sí sería un
verdadero suicidio para la institución a la que representan.
Pues
bien, a esos dos concejales, que a veces aciertan y otras veces se equivocan,
yo les animo a que no cambien. Que tengan muy presente al vecino, al
trabajador, y que no olviden una cosa: hacer política en el siglo XXI es mucho
más que una cara bonita, ya sea usted hombre o mujer.
Y
a ese alcalde, por Dios, que demuestre a los ciudadanos de una vez por todas
que tiene sangre en las venas. La sangre en política es igual de importante,
por lo menos, que la aureola de santo varón.
P.D.
El periodista no pide permiso al niño para hablar con autoridades. El
profesional de la comunicación no pide el plácet del niño para monitorizar la
charla con la autoridad local. Este portuense, en su quehacer profesional,
(casi 30 años) se toma a risa muchas cosas, una de las cuales pudiera ser la
exigencia caprichosa del niño.
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