Javier
Lima Estévez
Durante
la tarde del pasado miércoles, 13 de septiembre, en el núcleo orotavense de
Benijos se reunieron numerosas personas con la finalidad de asistir a un acto
de homenaje a los cabreros del norte y sur de Tenerife, recordando el
significado e importancia de la cabra dentro de la trayectoria histórica de nuestro
archipiélago.
Un contexto festivo en Benijos en el que también se reconocería a
los presidentes de las diferentes comisiones que se han ido organizando en el
lugar durante las últimas décadas. Asimismo, el Centro de Mayores del lugar
sería rotulado con el nombre de Manuel Pérez Pérez-Machín.
En
Benijos afloraron numerosos recuerdos entre los asistentes. Vivencias
compartidas y experiencias de trayectorias vitales. Un primer encuentro que
promete mantener una continuidad en el tiempo y actuar como referente en torno
a la transmisión del conocimiento y la difusión en tal ámbito.
De
la música, de la buena música, se encargó la Asociación Cultural Imoque,
transmitiendo con sus tonalidades un sentimiento que es prácticamente imposible
describir con palabras. También se tendría la oportunidad de proyectar dos
videos etnográficos presentados por Abel Hernández y Roberto Melo.
Un
momento esperado del acto sería protagonizado por el profesor universitario y
experto en folklore canario, Manuel J. Lorenzo Perera. Un hombre que durante
décadas ha trabajado por la conservación de incontables testimonios de
tradición oral. Durante esa tarde sería el encargado de presentar una
conferencia bajo el hilo conductor del cabrero y la situación que desde un
punto de vista histórico se ha generado al respecto, tomando como referencia a
Antonio Doniz Melchor. Sus palabras, serían un estímulo entre los asistentes
para reflexionar en torno a la trayectoria histórica que desde nuestro
territorio se ha ejercido sobre tal actividad.
De
la intervención del Presidente de la Asociación Cultural Amigos del Baño de las
Cabras en el Mar, Juan Amílcar Fariña Acosta, destacarían numerosas cuestiones,
siendo evidente la preocupación, el interés y la necesidad de generar medidas
que contribuyan a fomentar el desarrollo de una actividad económica clave en
nuestra trayectoria. El propio Amílcar apuntaría una serie de detalles sobre
esa relación entre el espacio y el ámbito en el que de forma histórica el
cabrero ha tenido su lugar, llegando incluso a considerar que la pérdida del
oficio tendría como resultado la desaparición de otras manifestaciones
culturales.
En
definitiva, un emotivo acto que pretende contribuir a la difusión de una
actividad que forma parte de lo que somos. Un encuentro para conocer,
intercambiar y difundir una actividad económica que forma –y debe seguir
formando parte- de nuestra trayectoria histórica.
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