Antonio-Pedro Tejera Reyes
Un hombre
sin ética
es una
bestia salvaje soltada en el mundo
Albert
Camus.
En el
escenario mundial presente que estamos viviendo en una sociedad que parece
estar más corrompida cada día que pasa, en el cual no es de recibo el dispendio,
la arrogancia y el espectáculo que nos ofrecen cada día, personajes que deberían
predicar con el ejemplo, nuestra actitud ha pasado a ser pasiva en un cien por
cien, atropellados “in misericorde” por el rodillo de la política, la
ignorancia y la maldad infinita de algunos seres descerebrados portadores de
los mas infames propósitos, para cuyo logro son capaces de las más viles
acciones, todo alrededor del desarrollo de la actividad turística, esa impronta
que sacude a nuestro mundo de hoy y que está siendo, punto de ataque de esa
fuerza destructora de esos personajes
malignos que desgraciadamente abundan en la sociedad mundial.
Este es
el mundo en el que cuando tratamos de turismo, de empresas turísticas, de
funcionarios, o de personajes relacionados con este sector, se nos viene a la
imagen toda una larga serie de conferencias e intervenciones que tuvimos la
suerte de presenciar en el Palacio de Congresos de Torremolinos, hace ya
algunos años, bajo el tema “El Turismo
Justo”. ¿Podemos entender esta meta en un mercado donde la corrupción lo invade
por todos lados? Indudablemente,
no.
Un mundo
donde la comprensión, la amabilidad y el trato afectuoso, deben de ser sus
principios, no puede tener entre bambalinas la imagen de la corrupción y la
descomposición moral. Un tratado sobre
la ética y las buenas costumbres, debería ser impuesto a todos los niveles en
el conocimiento de los personajes involucrados en el desarrollo turístico, que
es lo mismo que decir en el desarrollo de la sociedad mundial. Aquí no
escapa nadie.
Estamos ante un panorama que necesariamente
tenemos que cambiar si queremos caminar hacia el progreso de la humanidad, en
lo cual el movimiento turístico es un paradigma de especial significado dada la
magnitud espectacular con la que avanza en todas las regiones del mundo, por lo
que debería de servirnos como punto de apoyo de una palanca que inspire la
ética necesaria para cambiar el escenario en el cual nos movemos actualmente de
una forma desordenada, llena de inmensas lagunas de corrupciones en la que no
escapan los más importantes personajes de la política, la empresa, y las
representaciones sociales. Una auténtica vergüenza que nos sonroja solo en
pensarlo.
El mundo del turismo, con todo su entorno
mágico donde la buena fe, la comprensión, y la justeza deben imperar, es el
modelo sobre el que tenemos que trabajar con honestidad honradez y
conocimiento, para conseguir erradicar las malas artes que criticamos y que son
hoy en día, la preocupación más importante de la sociedad mundial.
Un
turismo justo – como tiene que ser – deberá de estar basado en una relación
donde “la buena
fe, como base en los negocios y en las profesiones, el aprecio a toda ocupación
útil y la dignificación de la propia en beneficio de la sociedad”, como
recogen los principios rotarios.
Algo que está precisamente en contra de toda manipulación onerosa que desvirtúe
la verdadera esencia de unos valores morales, más que necesarios para conseguir
una convivencia ideal en la sociedad mundial.
El desarrollo del turismo debe ser la fórmula
exacta que se imponga definitivamente de forma pragmática en una buena gestión,
seria y trasparente, en la cual participen todos sus actores, desde el político
y el empresario. hasta el más humilde de sus servidores. Hay que erradicar de este escenario a las
asociaciones fantasmas y a los personajes corruptos que se han aprovechado hasta ahora, del imparable avance de la
actividad turística, engañando y realizando acciones ilícitas signadas por la
delincuencia.
El Rey de España, Felipe de Borbón, ha dicho:
“Hoy más que nunca, los ciudadanos demandan con toda razón, que los principios
morales y éticos, inspiren nuestra vida pública…”
(Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial
del Turismo)
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