Salvador García Llanos
El árbol talado retoña, vaya que si retoña.
Importa menos entonces que el Ayuntamiento de Madrid -ese
ejemplo clarividente de cómo se entienden las derechas cuando de repartirse el
poder se trata-, el alcalde, quienes quiera que hayan sido, hayan decidido
borrar del cementerio de la Almudena unos versos de Miguel Hernández, el poeta
del pueblo. No bastó perseguirle en su día, ahora, tantos años después, había
que masacrarle suprimiendo su escritura, la que simboliza las ansias de
libertad y los afanes de libertad. Por si no se recuerda: fue condenado a
muerte, pena conmutada por otro de treinta años de prisión. Por pedir libertad,
por cantar a la libertad. Injustos los de entonces, igual de injustos los de
ahora.
Pero el árbol talado retoña. Y esto lo saben en las
derechas. Tendrán que sufrir amargamente los frutos de la perseverancia. Vaya
que si retoña. Hay huellas que son indelebles. Lo saben y por tanto no cejarán
con tal de que no alumbren los caminos y los procesos sociales. Sería bueno
recomendarlas el úlrimo libro de Miguel Hernández, “Cancionero y romancero de
ausencias”, “uno de los grandes monumentos a la dignidad humana”, como lo
definiera el director del Instituto Cervantes, Luis García Montero.
A las derechas les molesta que el árbol retoñe. Ahora
suprimen unos versos del memorial localizado en un cementerio madrileño. No
quieren rastros y si hay que volver a talar, se tala.
Pero retoñará, vaya que sí.
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