La España de la Restauración consolidó las ideologías
políticas nacionales y nacionalistas, experimentó los primeros procesos
electorales modernos y vio emerger las actividades sindicales.
Mientras, se
difundía la obra de los escritores realistas de profunda conciencia social,
entre ellos el canario Benito Pérez Galdós. En Canarias, los empresarios
europeos, ávidos de experiencias y posibilidades de un territorio aún por
explotar, consolidaban su hegemonía económica, lo cual contrastaba con la
emigración canario-americana. En tanto, se abrían las puertas de los primeros
establecimientos hoteleros en el Valle de la Orotava. Islas nativas de artistas e intelectuales que
marcaron su vida social y cultural del pasado siglo.
Los Realejos recibía en la década de los ochenta la visita
de Adolphe Coquet, quien legó sendos dibujos de la Casona de Castro y la
Hacienda de Los Príncipes, junto a varias vistas costeras. El arquitecto y viajero galo dejó testimonio
de su paso por "el Realejo de Arriba [que] se distingue por su campanario,
que se ve desde lejos y por el hermoso drago que destaca su silueta sobre el
fondo de las montañas. Es una ciudad pequeña en donde también las pendientes de
las calles desafían las leyes del equilibrio." La situación económica quedaba
reflejada en la siguiente sentencia: "el Realejo no ofrece a nuestros
estómagos sino recursos limitados." Esto no impidió su sorpresa ante la
imagen que percibió en su ascensión al Teide, "pues a nuestros pies, en el
fondo del valle, se distinguen claramente los campos de Los Realejos; grandes
estanques brillan como espejos bajo los rayos del sol; las atarjeas, parecidas
a delgados hilos de plata, distribuyen sus aguas en el campo, surcando por
completo de grandes muros de piedras volcánicas arrancadas del suelo y
dispuestas en montones más o menos anchos con el fin de dejar un espacio
fácilmente cultivable". Más idílica sería la descripción de Castro:
"Es una quinta bonita, complemente rodeada de palmeras y cuyos jardines,
regados por las fuentes que manan de los bosques vecinos siguen las mil vueltas
de las cavidades en las que están de alguna manera suspendidos".
El Realejo Alto decimonónico adquirió identidad propia,
definió sus límites jurisdiccionales dentro del valle y consolidó un sistema
socio-político y económico en el que una aristocracia propietaria y absentista
fue desplazada en favor de una burguesía agraria y originaria. Este proceso
social que comenzó a finales del Antiguo Régimen, propició una nueva élite
dominante (que bebía de las nuevas ideas liberales), compuesta por rentistas,
medianos propietarios, eclesiásticos, comerciantes, administradores de bienes o
profesionales (médicos, juristas, etc).
Esta estructura socio-económica, independiente políticamente, se
enmarcaba en continuas querellas por la nulidad de comicios irregulares,
límites de terrenos agrícolas o la conflictividad por la posesión y uso de las
aguas. En este último caso se aprecia el interés de la burguesía agraria por
erigirse como propietaria de las sobras de agua del extinto Convento Agustino
de San Juan Bautista. Estos grupos
ascendentes quedan representados por los nombres de don Gaspar Arocha y
Casanueva, el bachiller don José Leal y Leal o el maestro de Instrucción
Primaria don Domingo Suarez Albelo. El
poder económico era detentado por los electores censitarios, siendo los
"mayores contribuyentes" para el año indicado, según se desprende de
la documentación consultada: Don Elíseo
González Espínola con una cuota que ascendía a 568,79 pesetas y don Cándido Chaves
de la Guardia cuya tributación superaba las 386 pesetas. Esta relación la
completaban los siguientes propietarios y profesionales: don Antonio Acevedo,
don Matías Castro y Guzmán, don Agustín Chaves Albelo, don Agustín Estrada
Fernández, don Agustín Espinosa y Estrada, don Agustín González Corvo, don
Agustín González Chaves, don Domingo y don Francisco García Oramas, don Tomás
de Grijalva , don Agustín y don Gonzalo Luis de la Guardia, don Gabriel de León
González, don Andrés de Mesa Delgado, don Agustín Molina, don Isidro Oramas y
Chaves, don Juan Pérez-Valladares
González, don Francisco Pérez Morales, don Pedro Rodríguez de la Sierra, don
José Yanes Sanabria, don Pedro Yanes
Nuño o don Benito Vasconcelos.
La Parroquia de Santiago Apóstol, cuyo templo amenazaba ruina,
se encontraba regentada por don Ángel Fernando Barreda Hernández. Este párroco, al igual que otros sacerdotes
de la diócesis, solicitó formalmente al obispado la solemne coronación de Ntra.
Sra. de Candelaria en nombre propio y en el de sus feligreses. Como contribución a la confección de la
corona mariana, entregaría 10 pesetas, 6 perlas que pesaban ocho granos, “una
esmeraldita" y dos topacios.
La convulsa vida política del municipio durante el año en
estudio, venía precedida por las circunstancias referidas y por la denuncia
presentada en 1886 ante el Gobierno Civil contra don Isidro Oramas por
incompatibilidad. Este es denunciado por desempeñar a un tiempo los cargos de
recaudador municipal y alcalde. Este
extracto de una publicación satírica, recrea la atmósfera de crispación que se
respiraba en esa época: "Ha llegado a la colmena el rumor de que el
cuadrilátero leonino de la Comisión Provincial ha acordado, en virtud de
denuncia de un sujeto muy apreciable, (...) la destitución de los concejales
del Ayuntamiento del Realejo-Alto, que son tinerfeños sin mancha de fusionismo.
Así se hace, valientes. Pero lo grave del asunto parece ser que el denunciador
debe unos cuartos al Pósito y además no ha rendido las cuentas municipales correspondientes
a los cinco o seis años en que fue a1calde, por lo cual el Ayuntamiento
legítimo lo tenía apremiado. Pues lo mejor que hizo el hombre. No faltaba más,
sino que los fusionistas tuvieran que rendir cuentas como cualquier mortal.
¿Con qué rendición de cuentas dijiste?, pues toma denuncia por incapacidad y
allá te las hayas (...). Cómo bien obedecen las órdenes del amo y señor (que a
su paso por este mundo se ocupó en recibir firmas para las carpetas
fusionistas). Reciban los concejales destituidos un zumbido de afecto y
simpatía."
Dejando a un lado la crónica partidista, nos adentramos en
la protesta que el consistorio realejero formula junto a ochenta municipios de
Canarias ante La Dirección General de Rentas Estancadas. El motivo, las frecuentes
peticiones de las listas oficiales de números premiados en los sorteos de la
Lotería Nacional que se dirigían a ese centro por los particulares. El público
carecía de medios eficientes para la comprobación de los billetes jugados y,
aunque en algunos periódicos se publicaban listas, éstas no ofrecían seguridad,
haciendo necesario consultar las listas oficiales. Por ello, se acuerda que se
remita a las Municipalidades la relación oficial de números premiados, estando
los alcaldes obligados a exhibirlos en los tableros de edictos de las Casas
Consistoriales.
Las autoridades electorales acuerdan que continúe la
jurisdicción dividida en dos colegios para las próximas elecciones municipales,
como lo había sido hasta ese momento, con esta norma se impedía la supresión
del de la Cruz Santa, facilitándose a los electores el derecho al voto. Así, se
decide no aprobar las listas electorales recién formuladas, revocando en su
consecuencia el acuerdo tomado recientemente en sesión ordinaria. Las
irregularidades quedan manifiestas en esta nota de un periódico insular:
"tan bien paradas quedan la ley y la razón en el documento que acabamos de
transcribir, como maltrecho resulta el Señor Espínola cuyo prestigio en el
pueblo de su vecindad ha recibido un rudo golpe desde el momento que los mismos
concejales que él designó para formar el Ayuntamiento interino, han suscrito y
acordado el voto de censura que entraña la proposición." Mas estas disputas no dan tregua a la clase
política realejera, como se desprende del siguiente texto: "En el
Realejo-Alto, donde como hemos dicho, impera por obra y gracia de Contreras, un
Ayuntamiento interino por no decir intruso, presidido por don Elíseo González
Espínola, tuvo lugar el escrutinio de la elección de Concejales con asistencia de
una pareja de la Guardia Provincial. La nota más saliente del acto fue que la
mayoría de la Junta de escrutinio, siguiendo las instrucciones de su jefe D.
Elíseo acordó computar al mismo candidato los votos que obtuvo en los dos
colegios electorales en que se halla dividido el indicado pueblo. Tenemos,
pues, en el Realejo, un Concejal por acumulación. Presentadas las reclamaciones
oportunas, veremos si prevalece una elección hecha contra lo dispuesto en la
ley, como detallamos en nuestro número anterior, y veremos también si se
consagra como buena la doctrina de acumulación inventada por Espínola y
consortes".
Finalmente, a primero de julio se constituiría la nueva
Corporación que representaba al pueblo del Realejo Alto. Regida por el alcalde don Elíseo González
Espínola, la integraban los siguientes ediles: don Elíseo Toste Pérez, don
Miguel Chaves y Albelo, don Manuel Rodríguez García (caballero síndico
personero), don José M. Morales Pérez, don José González y González, don Juan
González Pérez, don Prudencio García González, don Juan Yanes García, don
Felipe Siverio Hernández y don Felipe González Casanova. Según consta en la siguiente acta municipal,
los nuevos concejales formularon solemne protesta de no ser responsables de los
actos u omisiones de los consistorios que les habían precedido en la
administración del municipio. En esa sesión serían nombrados alcaldes pedáneos
(o de barrio), don Santiago García Pacheco por el pago de Las Rosas, don
Agustín Hernández González por la Cruz Santa y don Andrés Pérez Hernández por
la Carrera y Gorvorana. Sería designado Depositario del Pósito don Pedro
Rodríguez de la Sierra, la Secretaría Municipal la ostentaría don Domingo
Espinosa de los Monteros y Mesa y fue nombrado médico municipal don Manuel
Pestano y Guzmán, quien amenazaría con su renuncia si no se mejoraban las
condiciones en su contrato con el pueblo. En la siguiente sesión plenaria se
informa a los ediles que el ejercicio anterior había cerrado con un déficit de
7.618,86 pesetas.
Aportamos un nuevo ejemplo del ambiente periodístico y
político que se respiraba por esas fechas: "Nuestro apreciable colega
lagunense El Reformista, después de copiar el suelto en que dimos cuenta de que
la Comisión Provincial que forman los orientales de don Juan y los acanariados
de estas tierras, aprobó las por muchos conceptos escandalosas o ilegales
elecciones de Ayuntamiento fabricadas por el Sr. Espínola y consortes en el
Realejo-Alto (...)".
Los nombramientos municipales se suceden; el "25 del
mismo mes, en que se nombró Fiscal municipal de Realejo-Alto a don Francisco
Yanes Pérez, por haberse hecho constar, su virtud de reclamación, que el electo
don José García de Chaves, no reunía las condiciones legales necesarias, para
desempeñar el cargo." Con la
llegada del verano es formulado el reglamento por la Junta Local de Sanidad por
el que se regiría el médico del pueblo para la asistencia de enfermos pobres.
La remuneración anual ascendería a 750 pesetas y el facultativo residiría
habitualmente en el casco del municipio, pudiendo abandonar la localidad
durante cuatro horas cada día natural, con autorización preceptiva y dejando
sustituto cualificado. Debería asistir gratuitamente a las familias pobres y su
contrato con la vecindad tendría una duración de cuatro años. Se aconsejaba
aplicar una minuta máxima por consulta de 1,25 pesetas "en atención al
estado precario de localidad". Unos días más tarde, al no llegar a un
acuerdo con el médico municipal, "don Elíseo González Espínola Alcalde
Constitucional del Realejo Alto, hago saber que declaro vacante la plaza
facultativa de municipal de medicina y cirugía para la asistencia de los
enfermos pobres de este distrito.
Reflejo de la precaria economía, es la declaración
formulada por el consistorio sobre la recaudación municipal, esta había sido
inferior a lo previsto por estar obligado ese cuerpo a socorrer con partidas a
vecinos pobres. También nos informan las actas la positiva acogida de la
solicitud dirigida al Ministro de Fomento en la que se solicitaba la ubicación
en el Valle de la Orotava de una escuela de agricultura, en vista de la
variedad de micro climas y el jardín de aclimatación existentes.
Al causar baja don Elíseo González Espínola recae la
alcaldía accidental en don Miguel Chaves y Albelo. A su llegada debió gestionar el oficio
remitido por el Ayuntamiento de Realejo Bajo, en el que se formulaba queja por
"las inmundicias y materias putrefactas", que contaminaban el agua de
consumo procedentes de la carnicería del pueblo y por el lavado de la ropa en
las atarjeas, exigiendo impedir tal abuso.
Desde tiempo atrás, los alcaldes realejeros se habían visto obligados a
imponer multas "que harán efectivos en el papel de multas municipales en
el término del tercero día" por adulterar el agua de consumo con elementos
externos o la intrusión de ganado particular en zonas próximas al Barranco de
la Lora por donde discurría el agua del abasto público. En la sesión ordinaria celebrada el 16 de
octubre de 1887 se desarrolló el proceso por el "descubierto en contra del
ex-recaudador don Isidro Oramas y Chávez, consistente en cuarenta mil
trescientas doce pesetas, veinte y nueve céntimos, a juicio de la Comisión que
suscribe". Don Miguel Chaves Albelo y don Manuel Rodríguez García,
nombrados para dictaminar sobre las cuentas producidas por el ex-recaudador,
presentaron el pliego de censura a ellas. Informada la Corporación del
contenido después de examinar los antecedentes que se citaban, acordó confirmar
dicha reprobación.
Los datos estadísticos se elaboraban a partir de las
fuentes parroquiales, siendo don Ángel Barreda el que oficia al alcalde las
cifras que obraban en su poder correspondientes a 1886, de estas se desprende
la "relación de matrimonios celebrados en esta iglesia en el año próximo
pasado". Enero....... 2
Febrero....... 1 Marzo ......... 3 Abril.......... 1 Mayo ........ 2 Junio ......... 4 Julio ............ 3 Agosto ....... 1
Septiembre .. 5 Octubre ...... 0
Noviembre .. 9 Diciembre .. 2
El total de matrimonios religiosos ascendió ese año a treinta
y tres, de esta enumeración cabe destacar que se unieron dos viudos entre sí y
un viudo con una soltera. De la situación profesional de los cónyuges se
desprende que dos eran propietarios, seis labradores, dos artesanos, dos
comerciantes y el resto jornaleros, mientras que la edad de matrimonio osciló
entre los 17 y 49 años contabilizando los mayores de 30 años más del 57% de los
contrayentes. El censo de población de
1880 estimaba para el Realejo Alto 3.673 vecinos, cinco años después la cifra
se ralentizaba a 3.738 habitantes. La
emigración americana contribuyó al aminoramiento del crecimiento poblacional,
bien por motivos económicos o por otras causas, como las fugas de los hombres
jóvenes citados para el reclutamiento.
Este supuesto queda patente en el siguiente llamamiento oficial: "Don Miguel Chávez y Albelo, Alcalde accidental del pueblo del Realejo-alto, partido judicial de la Orotava. Por el presente hago saber, que no habiéndose presentado al oportuno llamamiento los mozos del reemplazo ausentes en la Isla de Cuba, según parte oficial del Excmo. Sr. Gobernador General de la misma, el Ayuntamiento de mi Presidencia en cumplimiento de orden del Sr. Gobernador Civil de esta provincia ha acordado proceder a instruir los correspondientes expedientes de prófugos que a continuación se relacionan (...) citando, llamándolos y emplazándolos, para que comparezcan ante esta alcaldía dentro del término improrrogable de tres meses".
Este supuesto queda patente en el siguiente llamamiento oficial: "Don Miguel Chávez y Albelo, Alcalde accidental del pueblo del Realejo-alto, partido judicial de la Orotava. Por el presente hago saber, que no habiéndose presentado al oportuno llamamiento los mozos del reemplazo ausentes en la Isla de Cuba, según parte oficial del Excmo. Sr. Gobernador General de la misma, el Ayuntamiento de mi Presidencia en cumplimiento de orden del Sr. Gobernador Civil de esta provincia ha acordado proceder a instruir los correspondientes expedientes de prófugos que a continuación se relacionan (...) citando, llamándolos y emplazándolos, para que comparezcan ante esta alcaldía dentro del término improrrogable de tres meses".
La conclusión de este capítulo obliga a retomar la idea
expuesta al comienzo. La burguesía agraria del Realejo Alto inició a finales
del siglo XVIII un proceso de consolidación social, política y económica,
desplazando a la aristocracia foránea, el cual se afianzó durante el siglo hoy
analizado.
Con nuestro agradecimiento a todos por su estimable ayuda,
especialmente a don Álvaro Hernández Díaz.
Fotografía 1. Antigua vista de la plaza y la iglesia de
Santiago de Realejo Alto. Archivo Municipal de Los Realejos.
La Opinión, p. 4. 15.11.1887
Este expediente de
10.12.1887 firmado por el párroco y remitido al alcalde se halla clasificado en
Documentación Histórica sin clasificar. A.H.M.R
La demografía histórica desvela como diversos factores, entre ellos el retraso en la edad del matrimonio, el celibato definitivo y/o temporal, el ratio de masculinidad, la emigración principalmente masculina o los rudimentarios métodos anticonceptivos, conllevaron a la reducción paulatina de los nacimientos en Europa, desde finales del s. XVIII al tiempo que se estabilizaba la mortalidad. Livi-Bacci, Massimo, Historia Mínima de la Población Mundial.
La demografía histórica desvela como diversos factores, entre ellos el retraso en la edad del matrimonio, el celibato definitivo y/o temporal, el ratio de masculinidad, la emigración principalmente masculina o los rudimentarios métodos anticonceptivos, conllevaron a la reducción paulatina de los nacimientos en Europa, desde finales del s. XVIII al tiempo que se estabilizaba la mortalidad. Livi-Bacci, Massimo, Historia Mínima de la Población Mundial.
Padrón Municipal del
Realejo Alto.1881-1885. A.H.M.R.
Boletín Oficial de
Canarias, 12.12.1887
Este trabajo publicado en La Prensa El Día el 19 de enero
de 2014 prosigue los estudios sobre la vida cotidiana en el antiguo municipio
de Realejo Alto.
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