Pedro Ángel González Delgado
¿Se puede llegar a vender tanto humo que se nuble
absolutamente la visión? Pues sí, y prueba de ello es la política de
comunicación que desde el inicio de este mandato está llevando a cabo el
desgobierno socialcomunista del Ayuntamiento de Puerto de la Cruz, con Marco -
sin ese - González como aquél que más partículas sólidas resultantes de la
combustión incompleta ha dejado nunca en suspensión. Tal es así, que ni
siquiera el emperador Alejandro Severo hubiera podido jamás imaginar que otro
que actúa cual César, pudiera hacer tanto alarde de conocimiento, talento,
experiencia y cualquier otra virtud que, cuando se desvanece la fumarada de
ínfulas, se observa que no se puede constatar nada de esa excelencia vendida, y
que realmente se ofrece algo de escaso o nulo valor o, como suele ser habitual,
se arroga como mérito propio el que le es ajeno.
La memoria no es capaz de recordar una época anterior en el
que el calificativo de “histórico” se haya utilizado de una forma tan banal,
haciendo que el hecho que, por ejemplo, el pregón del Carnaval Internacional de
Puerto de la Cruz que, por cierto, todo sea dicho, no es la primera vez que se
hace, tenga un lugar más relevante en cualquier crónica de la humanidad que la
caída del Muro de Berlín en 1989, veintiocho años después de su construcción, y
que permitió que los ciudadanos pudiera huir del lado opresor socialista. Y es
que, quizá, uno de los mayores problemas de nuestros días, es que muchos
desconocen que de lo que se escapaba la población en el siglo XX era del
socialismo. Pero eso no es lo importante, toda vez que lo transcendental es
mentir en las cifras que se ofrecen a la opinión pública para poder decir que
“más de un millar de personas” se dan cita “en la apertura del Carnaval”,
porque los socialcomunistas portuenses están haciendo historia, no sólo por
creerse mejores, más sociales y, hasta más bellos, sino también porque antes de
su llegada parece que ni existía “Máscarita ponte tacón”, ni la representación
del ritual afro-cubano “mataculebra”, ni la Gala de Elección de la Reina del
Carnaval, ni nada de nada. Es más, el intercambio con el Carnaval de
Düsselford, el Gran Coso Apoteosis y el referido pregón, entre otros,
comenzaron con la nueva luz que ilumina la ciudad hasta junio sumida en las
tinieblas. Ni Bibiana Fernández, ni Ángel Garó, ni Jorge Cavadal de Los
Morancos, entre otros, fueron nunca, pues parece haberse olvidado, pregoneros
del Carnaval portuense, ya que éste llegó con los visionarios que nos trajeron
a Abubukaka al municipio, también de forma inédita, si uno los oye hablar.
Y no se trata de no darle valor a las fiestas de la ciudad,
así como de disfrutar de las mismas, pues a buen seguro es el deseo de todos,
pero otro cosa muy distinta es pensar que la Historia del municipio no la conforman
Agustín de Betancourt y Molina, Tomás de Iriarte y Nieves Ravelo, o Matías de
Gálvez y Gallardo, entre otros tantos, sino la colocación de un punto arcoíris
para la aplicación de un protocolo diferenciado inexistente, haciendo creer que
estamos ante un nuevo Stonewall. Humo, humo y nada más que humo. Es que a veces
el árbol no deja ver el bosque de laurisilva tras él.
La altanería que rebosa a aquél que hizo coincidir su
discurso de Navidad con el de Su Majestad el Rey Felipe VI para toda la nación
(se programaron las redes sociales del Ayuntamiento a tal fin) es tal que, como
si se tratase de un jefe de Estado, recibe a la embajadora de Sus Majestades
Los Reyes Magos de Oriente. Es tal el ansia por destacar y por vender humo, o
dicho de forma más “progre”, “vapor marketing”, que se inventan cualquier
chorrada para poder sacar la instantánea de rigor. Sin foto en las redes
sociales no hay vida, parece.
Ya nos decía el Santo Pontífice Pablo VI que de entre
alguna fisura el humo de Satanás entró en el templo de Dios, y así es como
progresivamente se va introduciendo el comunismo en la sociedad de nuestro
días, que ha olvidado lo que el genocida socialista Iósif Stalin quería decir
cuando afirmaba que no hay humo sin fuego. Pero este humo “histórico”, envuelto
en una sonrisa forzada, como todo lo que hacen, no es más que una cortina con
la que se oculta la falta de capacidad y de verdaderos resultados de gestión.
De ese modo, lo que no es nada, se califica de “plan pionero”, lo que se
consiguió antes, ahora se muestra como propio y novedoso, y aquello que ya
existía, toca “reinventar”, “relanzar” y “resucitar”. Las tres “R” con las que,
como un mantra, se adjudican sin pudor de éxitos ajenos como la “Q” de calidad
turística, Mueca o el Phe Festival, por recordar algo. Ya solamente falta que
quien dirige los destinos del consistorio, un jueves abandoné sus obligaciones
institucionales, y se ponga a dirigir la Gala de Elección de la Reina del
Carnaval en la errónea creencia que si él no lo hiciera, nadie podría
realizarlo mejor.
Algún día, y no muy lejos, aterrizarán en el suelo dejando
atrás su paseo flotante - no el de la fiesta - por las calles del Puerto de la
Cruz y, muy a su pesar, si bien no será tan “histórico” como el alunizaje del
Apolo 11 en el año 1969 en la Luna, con mucha probabilidad, será legendario.
Cuando la humareda se disipe, porque nada tan efímero es eterno, ahí estaremos
todos para verlo.
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