Evaristo Fuentes Melián
Sin intención expresa, me puse a ver por la tele la
inauguración en el recinto ferial, del carnaval chicharrero, de Santa Cruz
capital, el miércoles 19 por la noche. Observé exhausto, medio dormido, las mismas
connotaciones de cada año. Los mismos defectos de cada año, que se repiten como
por arte de magia con máscara añadida.
Veamos:
1.- Mucho dinero gastado e impresionante exhibición de
mucha gente, <pa un lado y pa otro>, en el amplio escenario del recinto
ferial.
2.- La excesiva carga del vestido—mejor: vestimenta--- de
la reina y candidatas, algunas con cinco metros de fondo y cuatro de ancho…
¡Toma ya!... ¡sufre, rica!
3.- Las dichosas murgas, también con excesivo dispendio
oneroso para hacerse sus disfraces y trajes con mucha purpurina.
4.- Las letras de denuncia con que engalanan sus cantares;
parece como si los componentes de las murgas se tomasen en serio y se piensan
que son auténticos intelectuales, revisionistas críticos de las costumbres morales y materiales de sus
vecinos y de la Humanidad entera.
5.- Algunas señoras y señoritas dejan entrever, sus muslos
y tetas de jamonas, cuando no su delgadez. En ambos casos, se nota la falta de
una alimentación dietética, un régimen alimenticio adecuado tendente a evitar
la diabetes, una enfermedad típica de Canarias. Esas barriguitas (no digo
barrigas, para ser benévolo) y esos sus torpes movimientos son consecuencia de
no asistir diariamente a practicar un
deporte en el gimnasio del barrio, que las haga más ágiles y atractivas.
6.- Para remate y
como acompañamiento a todo lo largo de las fechas de las carnestolendas,
multitud de comparsas y agrupaciones exhiben una tan desagradable como ruidosa
forma de dañarnos los oídos, a base de darle mandobles al tambor y la tambora
estrepitosamente.
Por favor: ¡que Don Carnal venga y ponga un poco de orden!
Firmado CAPITÁN CORAJE
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