Evaristo Fuentes Melián
Se cumplen ahora setenta y dos años del día en que por vez primera se abrieron las puertas salesianas del Colegio de San Isidro de La Orotava. Los recuerdos me llenan de sentimientos inolvidables.
Nos concentramos allí, en los alrededores de las afueras de la fachada principal del edificio del Colegio de San Isidro, obra magnánima de don Nicandro González y Borges, aquel sábado 2 de octubre de 1948. Había unos setenta aspirantes a alumnos bulliciosos, que querían apuntarse a uno de estos cuatro cursos: Primero, Ingreso, La Media y La Chica.
Tardó un buen ratito en abrirse la puerta principal de la escalinata de tantas fotos posteriores de grupos de alumnos. Y por aquella puerta, apareció Don Ricardo Barrueco Casado, en su misión de consejero salesiano, con su inseparable campanilla portátil, cuyo mango era de madera dura, de calidad, seguramente de Barbuzano. Enseguida nos percatamos los aspirantes a alumnos, de que aquella campanilla tenía la doble misión de campanillear para que espabiláramos y corriéramos a formar las sempiternas filas; pero también servía para recibir campanillazos en el cerebelo de los más…’desinquietos’. Han pasado setenta y dos años. Casi nada.
Espectador
No hay comentarios:
Publicar un comentario