Antonio Pastor Abreu
Viene siendo una rutina habitual escuchar y leer, en los
medios radiados y escritos, una letanía que nos obliga a pensar sobre la
importancia que tiene el ocio en nuestras vidas. Así pues recibimos millones de
turistas y pocos profundizan sobre el valor que se da a la cualidad de
ostentación, de nuestro producto o servicio, ligada a la capacidad de gasto,
siendo notorio en el mundo de los viajes.
Thornstein Bunde Veblen (1857 -1929), increíble economista
y sociólogo americano cuyos pensamientos y reflexiones, han formado parte de la
ciencia del Marketing, y que siguen siendo válidos, formuló a finales del siglo
XIX en su libro, Teoría de la clase ociosa, el concepto de Efecto de
ostentación o Tirón de la clase ociosa.
Veblen, analizando el comportamiento humano en función de los hábitos y de los
instintos, expuso: La productividad humana se ha apoderado del consumo de las
cosas, convirtiéndolo en medio para establecer una comparación valorativa y ha
investido, en consecuencia, a los bienes de consumo de una utilidad secundaria
en cuanto a demostración de una relativa capacidad de pago…
De ahí que una gran parte de personas muy ligadas a las que
luego se habían identificado como emuladores, viajan más por poder contar que,
estuvieron en un sitio, e hicieron lo que pocos pueden hacer (Concepto
ostentatorio del, yo he estado allí).
Una forma de estudiar los productos que pueden estar
afectados por el tirón de Veblen, y muchos de los viajes de vacaciones lo
están, así como los productos comercializados por los hoteles de categorías
superiores de centros turísticos, cruceros de viaje o vuelos especiales en
primera clase, es ver si las curvas de demanda en relación a los precios se
comportan adecuadamente.
Hay que considerar que el anhelo de emulación, sigue patente
en el individuo, en el turista tecnológico, que intentará encontrar en la red –
gangas – o productos a precios asequibles que le permitan seguir ostentando o
fardando de poder permitirse ese lujo. ¿Cuántos de nosotros aprovechamos, el
efecto de ostentación del turista tecnológico,
o del viajero habitual? ¿Por qué decimos que conocemos las necesidades y
expectativas del cliente, si no sabemos cuál es el valor que le ha dado a la
cualidad ostentatoria sobre nuestro producto o servicio?
Ciertos turoperadores programan todos sus vuelos en líneas
regulares intentando posicionar sus productos en la gama de prestigio a precios
mucho más asequibles, que los que el sentido popular asignará a sus productos.
¡Ánimo! Es nuestro momento.
Este ha sido un punto importante en el que se han
sustentado los éxitos de los buenos productos de los turoperadores. Una de las
formas en que se juzga un viaje es por
lo que dé él se pueda contar. Y lo que inicialmente centra la ostentación del
mismo es, el propio Destino (Cuanto más
asequible y exótico, mejor). Secundariamente entra en juego el cómo se ha
realizado (en línea regular o chárter etc.). ¡Seguimos en marcha, no hay quien
nos pare!
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