Evaristo Fuentes Melián
Hay pequeñas discrepancias
sobre la fecha en que se inauguró en La Orotava, la Fuente de la Plaza de La
Paz o del Calvario, frente a la Ermita de San Isidro Labrador. En mis notas
diarias escritas a lo largo de aquellos años juveniles, saco la conclusión de
que en 1961 fue cuando se inauguró oficialmente dicha Fuente. En tiempos anteriores a la Fuente, había una
Cruz de cemento de unos tres o cuatro metros de altura, que terminó por
desaparecer de allí para ser sustituida por la Fuente, poco tiempo después.
Era y sigue siendo
frecuente y hasta normal, que al final de la Romería en la Plaza del Calvario,
llegue mucha gente de ambos sexos chispada quizá en exceso, con unas copas de
más. Pero la borrachera que quiero contar ahora, se produjo fuera del tiempo de
la Romería.
Nos tenemos que remontar a 1956. Es una triste
y lamentable historia, y me reservo por ello el nombre de los implicados. Fue el 19 de marzo de 1956, día de San José.
Salimos a tomarnos unas copas y terminamos en dicha Plaza de La Paz o del
Calvario. Pero uno de mis amigotes, de cuyo nombre prefiero no acordarme, se
cogió tal borrachera (vulgo tajada), que se puso a dormir la mona en uno de los
bancos alargados perimetrales de cemento que entonces había con la Cruz en
medio de dicha Plaza.
Pero el hombre se nos quedó tan pálido y demacrado, que casi temimos por su vida. Le tocábamos la cara, pálida como el mármol blanco, cuando estaba acostado durmiendo la mona, y al tacto su piel era fría como un témpano de hielo. Nuestra preocupación fue de tal dimensión, que nos cuestionamos por unos momentos si llamar a un médico o a una ambulancia. Unos minutos más tarde, respiramos tranquilos, cuando observamos que el interfecto beodo empezó a recuperar su habla y sus movimientos motrices…
Así se escribe esta
historia. Un hito que forma parte de los recuerdos de mi juventud.
Espectador
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