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jueves, 8 de octubre de 2020

LA FUNDACIÓN DE SAN CARLOS DE TENERIFE EN LA ESPAÑOLA EN 1684

José Melchor Hernández Castilla.

La expansión francesa en la isla La Española se vio contrarrestada con la emigración canaria desde 1684 hasta 1777. Dicha emigración dejó de tener sentido tras el Tratado de 1777 donde se dividía la isla en dos colonias (Haití y República Dominicana), una de influencia francesa y otra de influencia española.   El 26 de octubre de 1684 embarcaron 97 familias -543 personas- desde Tenerife en un navío del capitán sevillano Ignacio Pérez Carro, y llegaron a Santo Domingo el 7 de Diciembre. Estos canarios fundaron Villanueva de San Carlos de Tenerife en un lugar llamado el Higüero, a seis lenguas de Santo Domingo. Una epidemia de viruela acabó con 126 isleños, “quedando todos los demás… con las reliquias de los achaques”… (Esteban Deive, Carlos, 1991. Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, siglos XVII y XVIII. Fundación Cultural Dominicana. Páginas 84, 87, 88).

“Los vecinos de la ciudad tuvieron que alojarlos de nuevo, tal como hicieran cuando llegaron a ella, en sus casas y socorrerlos con dos pesos por cabeza. Muchos se vieron obligados a vender la ropa de vestir, a dispersarse por distintos lugares de la colonia o a laborar, bajo el apremio del gobernador Andrés de Robles, en dos baluartes que se construían en ese entonces… Año y medio después de la segunda fundación de la villa, 15 de mayo de 1687, el gobernador Robles ponderaba lo bien que se hallaban todos los canarios "por estar a mano de valerse de los cirujanos y doctores" y tener ya hechas sus sementeras y ranchos para vivienda, mientras, con fines de defensa, se les había nombrado un capitán y armado con 70 mosquetes y arcabuces” (Esteban Deive, Carlos, 1991. Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, siglos XVII y XVIII. Fundación Cultural Dominicana. Página 88).

“La mejoría experimentada por los isleños en 1688 llevó al deán de la catedral a exigirles que pagasen diezmos de la Iglesia en dinero, pero se negaron aduciendo que ya lo hacían con los productos de su cosecha, tal como se acostumbraba…  En 1693, la corona acogió la petición de los canarios de San Carlos, disponiendo que, de los novenos que le pertenecían del arzobispado de la colonia, se librasen 1,000 ducados con que comprar vino, cera, aceite y ornamentos para la iglesia de la villa. Las necesidades de los isleños, a juicio del Consejo de Indias, en nada se diferenciaban de las padecidas por todos los habitantes de la isla; pero, aun así, entendió oportuno aliviarlos en sus pretensiones espirituales… La población de San Carlos fue acrecentada en 1700 con 39 familias llegadas ese año y el anterior. En 1699, habían arribado 21 familias en un navío de registro para Campeche al mando del capitán Luis Costero; y en 1700, las 18 familias restantes en el de Pedro de Aguilar y Ponce de León, con registro para La Habana. Todas ellas se mantenían muy a gusto en la villa, al decir del gobernador Manzaneda…Aunque humilde y construida con simples bohíos, la villa de San Carlos se hallaba en la primera década del siglo XVIII bien comunicada con caminos y veredas, por los que trajinaban vecinos y recueros de varios lugares de la colonia. El llamado camino Chiquito servía de tránsito a los habitantes de Santiago, La Vega y Cotuí. Los de Azua, San Juan y Guaba lo hacían por el real o de la Esperilla, donde se hallaban distintas trincheras que en 1655 habían servido para contener el avance de los ingleses en sus pretensiones de conquistar la isla, y después el castillo de San Jerónimo. Se trataba de un camino fragoso que desembocaba en la puerta de tierra o Puerta Grande de Santo Domingo. Otro camino era el de los Horras, que se abría en la primera de dichas trincheras e iba a parar a la misma villa. Además de los nombrados, existían varias veredas denominadas de Juan de los Reyes y que corrían por el sitio del Perillón” (Esteban Deive, Carlos, 1991. Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, siglos XVII y XVIII. Fundación Cultural Dominicana. Páginas 89, 90). 

“El reglamento de 1718 establecía de manera expresa en su artículo 16 que los navíos de registro debían conducir anualmente a Santo Domingo o a otros territorios que se dispusiese, 50 familias procedentes de Las Canarias, Tenerife y Las Palmas. En caso de que esas familias no se hallasen prontas o la navegación, no se efectuase al puerto indicado para transportarlas, los dueños de los barcos pagarían 1,000 reales, suma en que se estimaba el flete de cada familia y que se entregaría a quienes las llevasen...” El 12 de mayo de 1720 llegaban a Santo Domingo 30 familias canarias -150 personas-, los cuales se asentaron en los alrededores de Santo Domingo con la intención de aumentar su población  (Esteban Deive, Carlos, 1991. Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, siglos XVII y XVIII. Fundación Cultural Dominicana. Páginas 63, 64, 65).

La desidia de las autoridades locales produjo la huida de los canarios establecidos en Santo Domingo para emigrar a Puerto Rico, Trinidad, Campeche, Caracas, La Habana y el Guarico o Cabo Haitiano. Cayetano de Espinosa, capitán de uno de los barcos encargados de transportar canarios a Santo Domingo, afirmaba, en 1713, que sólo quedaban dos familias canarias (Esteban Deive, Carlos, 1991. Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, siglos XVII y XVIII. Fundación Cultural Dominicana. Página 68).

Entre 1735 y 1736, llegaron a Santo Domingo 43 familias canarias -230 personas- para la nueva fundación de Puerto Plata, con la intención de contener a los franceses y construir un puerto en la parte norte. Los canarios se adaptaron bien al lugar (Esteban Deive, Carlos, 1991. Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, siglos XVII y XVIII. Fundación Cultural Dominicana. Página 74). 

En 1749, arribaron a Santo Domingo 6 familias canarias, que se asentaron en San Carlos; en 1750, fueron 13 familias -71 personas-; y en mayo de 1751, 12 familias más, y, posteriormente, 90 personas, de unas primeras 28 familias, que se habían desviado de su destino de Santo Domingo (Esteban Deive, Carlos, 1991. Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, siglos XVII y XVIII. Fundación Cultural Dominicana. Páginas 75, 81).

Entre 1754 y 1755 llegaron a la Española 36 familias canarias -188 personas-. En 1756, desembarcaron 17 familias canarias. Entre 1758 y 1763, entraron a Santo Domingo 156 familias -780 personas-. En 1764, se suspendió el envío de navíos a la isla; no obstante, desembarcaron 42 familias canarias -213 personas-. El cómputo, desde 1718 a 1764, es de 984 canarios llegados a la isla (Esteban Deive, Carlos, 1991. Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, siglos XVII y XVIII. Fundación Cultural Dominicana. Página 83) 

“El fomento de Santo Domingo, otra de las razones que habían justificado la emigración, jamás se lograría, tal como entendía el gobernador Azlor, con el envío de canarios, ya que la experiencia había demostrado lo mucho que costaban al real erario, su poca utilidad en el aumento de la población y su escaso rendimiento en el trabajo, pues el clima los enfermaba y mataba con frecuencia. El desarrollo de la isla, a juicio de Azlor, se conseguiría con la explotación intensiva de sus recursos naturales, para lo cual se necesitaban 1,500 esclavos negros que pusiesen a funcionar debidamente los 18 ingenios existentes en la colonia y produjesen 70,000 arrobas de azúcar al año Esteban (Deive, Carlos, 1991. Las Emigraciones Canarias a Santo Domingo, siglos XVII y XVIII. Fundación Cultural Dominicana. Página 84).

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