Salvador
García Llanos
No
debe haber muchos antecedentes en la política española. Que un ministro visite
una localidad para afear la conducta de responsables públicos de instituciones
y advierta que con las cuentas de un Consorcio no se juega y si hubiera que
restituir cantidades ya gastadas pues habrá que atenerse a las consecuencias,
es bastante infrecuente. Estamos acostumbrados a que los ministros, cuando
menos, vengan a entregar alguna distinción, a pregonar una fiesta o hacer a
algún anuncio beneficioso, de modo que en la reciente estancia del ministro de Industria, Energía y Turismo, José
Manuel Soria, lo que ha quedado es la impresión de que en su departamento andan
mosqueados y suspicaces con las cuentas del Consorcio de Rehabilitación
Turística del Puerto de la Cruz, en el que participan, además del ministerio,
el Gobierno de Canarias, el Cabildo Insular de Tenerife y el Ayuntamiento del
Puerto de la Cruz.
Sería
bueno precisar que, antes de la devolución de cantidades ya invertidas, se debe
hablar de acreditación o justificación de las actuaciones ejecutadas,
especialmente las referidas a facturas de los años 2012 y 2013, que desde entonces
anda el Consorcio en funcionamiento, alterado y discontinuo si se quiere, pero
desde entonces, de aquel Horizonte 2020,
si la memoria no es infiel. Fuentes del organismo aseguran que se han mantenido
reuniones al respecto y que el pasado 29 de octubre fue remitida al ministerio
la documentación complementaria requerida.
Entonces,
cabe pensar que el ministro Soria, siempre bien informado, debía desconocer
algunos extremos de lo que se ha venido tratando al respecto. En caso
contrario, y para corroborar que anda siempre bien informado, ha lanzado un
nuevo aviso a navegantes no solo para esclarecer contabilidades sino para
determinar responsabilidades o poner en evidencia que una cosa es pedir al
Estado o a Madrid y otra no estar a la altura de exigencias cuando de fondos
públicos se trata.
Por
si acaso, el consejero de Turismo del Cabildo Insular, Alberto Bernabé, ya ha
esgrimido argumentos de defensa -la documentación requerida ya está en poder de
la Administración General del Estado- y ha expresado su rechazo a que el
ministro insinúe la pretensión del Consorcio de encontrar un trato de favor
para justificar la aportación prevista. Llega
más lejos Bernabé: escasa voluntad
ministerial de apoyar al Consorcio, pese a lo cual, el Cabildo seguirá apoyando
a éste.
El
caso es que tantos contratiempos, propiciados o indirectos, empiezan a mermar
la confianza en esta fórmula que, dotada con recursos financieros, era, o es,
la última gran oportunidad para la revitalización del Puerto de la Cruz como
destino turístico. Cómo se empieza a acusar los efectos de la ausencia temporal
de su gerente, Fernando Senante, un profesional celoso con su trabajo y
comprometido en ese objetivo principal de sacar al destino de su decadencia.
Quienes no creían en el Consorcio y en el mismo gerente, estarán comprobando
que hay cosas en las que es necesario invertir dedicación, habilidad y
seguimiento, mucho seguimiento. Ya resultó difícil persuadir a empresarios
inmovilistas y escépticos que empezaron a creerse que esto iba en serio, hasta
que se olvidaron y relegaron el asunto a una discordia más de políticos de
distinto signo, del mismo o aliados. A ver cómo recuperan la fe.
Porque,
salvo milagro de conjunción y cuadratura de cuentas, las dudas van a seguir.
Tendrá que saberse, por ejemplo, las obras imposibilitadas de ejecutarse. O
cuál fue el alcance -ya lo escribimos- de aquellas otras para las que el
Consorcio no fue concebido.
El
caso es que, con estos considerandos, ni siquiera luce lo ya realizado. O lo
que es igual, modernización y mejora, y otros planes, continúan como
asignaturas pendientes.
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