Javier Lima Estévez
El Campo: periódico propagandístico del
arbolado y del progreso del país,
era distribuido desde La Orotava bajo la dirección de su propietario, el
palmero enamorado de la vegetación y de su protección, Antonio Lugo Massieu
(1880-1965). El periódico se publicaba a expensas de su director, tal y como
aparecía reseñado al final de cada número, repartiéndose gratuitamente a las
sociedades y aquellas personas que tuvieran interés en la realización de
campañas en pro del arbolado. Para ello, se debía efectuar la solicitud por
medio de carta o tarjeta. Recorrer sus páginas es aproximarnos ante esa idea de
protección novedosa en el Valle de La Orotava y materializada en sus páginas
por un conjunto de autores con diferentes perfiles profesionales que, además,
plasmaban impresiones sobre homenajes o actos asociados a la cultura sobre
nuestro territorio. El ejemplar número 41, editado en marzo de 1948, nos
aproxima a la distinción realizada en el Realejo Alto con motivo de la
colocación del busto dedicado al polígrafo realejero José de Viera y Clavijo y
que pasamos a reproducir a continuación:
“Por fin se ha pagado la deuda contraída con el genial polígrafo canario D. José de Viera y Clavijo. Nuestras islas –porque el gran historiador consagró su privilegiado cerebro y todas las palpitaciones generosas de su corazón a nuestro archipiélago- eran deudoras al homenaje que su pueblo natal, Realejo Alto, le ha dedicado como recuerdo a su imperecedera y gloriosa memoria.
En
la plaza pública de este pueblo, rodeado de varios ejemplares de la flora
indígena, que con tanto cariño describió en su hermosa obra Diccionario de Historia Natural de Canarias,
que obligan a considerarlo como el primer forestal de nuestra provincia por
el entusiasmo que demostró en favor del arbolado; sobre un simbólico pedestal,
que representa una peña, construido con piedras del país, en forma rústica,
pero reveladora de la inspiración artística del autor. Este, nuestro querido
amigo el notable y laureado escultor Jesús María Perdigón, dio vida al busto de
aquel gran hombre que tan alto supo colocar las letras patrias, y que vivió
sola y exclusivamente para honrar a nuestra querida tierra, enalteciéndola con
su pluma de oro y con su elocuente palabra, pues tanto en las páginas de sus
libros como en la cátedra sagrada, el nombre de la patria lo engrandecía con su
saber y con el gran cariño y amor que sentía por ella.
Con motivo de la inauguración de dicho busto, Manuel Verdugo, el gran poeta, leyó el inspiradísimo soneto que a continuación tenemos el gusto de publicar”.
VIERA Y CLAVIJO (escrito por Manuel Verdugo y dedicado a Jesús María Perdigón)
Este
clérigo inquieto y cortesano
que
traduce a Voltaire y a Cristo reza,
tiene
en su enjuto rostro la firmeza
y
la astucia de un viejo castellano.
No
aspira a ser obispo, sí arcediano;
cimenta
en el estudio su grandeza
buscando
la verdad y la belleza…
Es
poeta, filósofo y cristiano.
Espíritu
insaciable y luminoso,
sondea
en el pasado, y victorioso
nos
lega de Canarias la alta Historia;
en
ella, cada página admirable
en
un recio sillar, firme, inmutable,
para
el gran monumento de su gloria.
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