Javier Lima Estévez
Bajo el contexto de las fiestas navideñas, recordamos
en el siguiente artículo el significado que tal celebración significaría en
algunos núcleos de Canarias, analizando en concreto su significado en
territorios como la isla de Gran Canaria en siglos pretéritos, con especial
atención a la gastronomía y el modo en el que se desarrollaba la Nochebuena, la
Navidad y la llegada del esperado día de Reyes Magos. Para obtener una visión
general de tal proceso acudimos en primer lugar ante el testimonio que el cronista
oficial de Las Palmas de Gran Canaria, Carlos Navarro Ruiz, reflejara en su
obra Tradiciones Canarias. Apunta que para los soldados tales fechas
representaban una etapa de descanso y de regreso al hogar; de reencuentro con
la pareja, la familia y los amigos. Para los mayores sería una oportunidad de
recordar los cambios respecto al pasado y, para los pequeños, materializar la
ilusión a su mayor nivel tras la Noche de Reyes Magos. A las 12 de la noche era
costumbre acudir a la Catedral de Las Palmas a la Misa del Gallo. Recordaría el
cronista las tonalidades de los ranchos de cantadores que, con el transcurrir
de los años, serían sustituidos por parrandas que amenizaban tales ceremonias.
De la gastronomía de esos días era –y es- común el mazapán, los pasteles,
variedad de dulces y licores.
También el historiador José Miguel Alzola, en su obra
La Navidad en Gran Canaria, recoge interesantes testimonios asociados a
villancicos desde el siglo XVI, citando al poeta Bartolomé Cairasco de
Figueroa, así como las personalidades de Diego Durón y Joaquín García,
estableciendo una serie de aspectos bajo temática navideña con letras alusivas
al Nacimiento del Señor. Por otra parte, no dudaría en incluir algunos rasgos
relacionados con la temática del villancico bajo el contexto de la Ilustración,
recogiendo impresiones de algunos ilustrados como José de Viera y Clavijo,
quien consideraría impropio los cánticos de villancicos bajo tales
circunstancias. Del maestro José Palomino expondría algunas consideraciones en
atención a su repercusión en la música de la catedral. Se suceden en esa
relación los nombres de Teobaldo Power, Bernardino Valle y Santiago Tejera, con
el uso en especial del arrorró en el ámbito religioso.
El investigador Alzola no dudaría en destacar el contexto en el que se desarrollaban las celebraciones durante la Nochebuena. La música y las representaciones se realizaban en atención al nacimiento de Jesús, junto a la adoración de los pastores, la ofrenda de productos, etc. Del final de la conmemoración de la Nochebuena no dudaría en recoger la ceremonia del baile de la cunita, describiendo el ambiente en el que tras situar al Niño en el centro, se realizaban una serie de cantos y danzas alrededor de la cuna. Curioso es advertir la práctica de ayuno realizada en los hogares durante el día de Nochebuena, investigando su autor sobre ese hecho y observando el importante número de días de ayuno durante el Antiguo Régimen, anotando algunas consideraciones establecidas por las Constituciones Sinodales del obispo Cristóbal de la Cámara y Murga. Interesantes detalles se advierten sobre la cena de Navidad, con apuntes sobre el menú de esa noche. De esa forma sabemos que eran platos comunes la cazuela de gallina y el deseado queso de cabeza de cerdo. A esos aspectos se unen aportaciones dulces como las truchas de batata, el queso de almendra, el bienmesabe, los huevos moles y la sopaingenio. El propio Alzola añadiría algunos apuntes de interés sobre los belenes y la tradición belenista desarrollada en ciertos puntos de Gran Canaria.
De la fecha del Día de Reyes también sería sugestivo
analizar la investigación expuesta por parte de diversos investigadores,
respecto a la tradición de la procesión de la Virgen de los Reyes en Vegueta,
así como otras prácticas asociadas a los regalos hechos por Melchor, Gaspar y
Baltasar en diversos puntos de la isla.
Son, pues, algunas consideraciones respecto a una
etapa del año en la que se unen recuerdos y nostalgia.
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