Salvador García Llanos
Las prisas que impone el nuevo contexto digital son una verdadera amenaza, ha venido a diagnosticar uno de los grandes maestros del periodismo de fin de siglo y de nuestro tiempo, Bob Woodward. Su nombre les resultará familiar: junto a su compañero Carl Bernstein, es el autor de aquella sensacional exclusiva que resumía el caso Watergate, que le costó el cargo de presidente de los Estados Unidos a Richard Nixon y fue llevada al cine por Alan J. Pakula. En ella, Robert Redford encarna el papel de Woodward.
De ese contexto habló en la última edición de NETCOM, promovido por Dircom Catalunya, en una realización telemática. La suya, reflexionando sobre la situación del periodismo y los medios de comunicación en el presente, fue otra lección de un veterano lúcido y experimentado, según ha trascendido de su intervención.
Todo lo que expuso es tan sustancioso que da gusto discernir al calor de sus conclusiones. “Hoy en día se pretende poder definir acontecimientos importantes con una sola frase, pero en el periodismo es necesario profundizar”, dijo entre otras cosas. Su apreciación es determinante para ratificar que las prisas no son buenas consejeras. Y es que en la era de la digitalización, con los avances tecnológicos y los usos infinitos de Internet, se ha fraguado una cultura y un ritmo de velocidad para informar, que los riesgos del periodismo para alejarse de la verdad son evidentes.
Claro que es indispensable profundizar. Si no, el producto puede estar plagado de errores o inexactitudes, puede ser deficitario, en definitiva. Y así los resultados, no tendrá credibilidad. Una, dos y hasta tres palabras pueden condensar, con imaginación y audacia, en un titular, un acontecimiento. Son varios los medios que hacen malabares con un juego de términos y eso caracteriza la línea editorial de un periódico o de un medio.
Woodward alertó contra lo pernicioso de “esa necesidad de estar conectado veinticuatro horas al día, siete días a la semana” que la sociedad moderna y algunas de sus servidumbres ha ido imponiendo. Y para colmo, encuentra un hecho inusual de alcance universal que ha cobrado dimensión de emergencia sanitaria.
Y el veterano defensor del periodismo aprovecha para subrayar que el ejercicio correcto del periodismo es preciso “verificar, comprobar, hablar con varias fuentes, intentar conseguir documentos y diarios”. Claro, estas son actividades que exigen tiempo y dedicación y que riñen con la inmediatez que predomina en la profesión. “La verdad es demasiado difícil de obtener para andarse con prisas”, sentenció el periodista estadounidense. Y se apoyó en que “las respuestas a menudo no son obvias… a menos que uno profundice”.
Woodward aplicó esta misma reflexión al análisis de la situación de los medios de comunicación. En un momento en el que proliferan gurús que dan respuestas para una compleja crisis en la que se mezclan la pérdida de credibilidad, los problemas económicos y la adaptación a un nuevo entorno de difusión, el veterano periodista prefirió no dar ninguna receta porque «es algo que hay que estudiar y analizar a fondo». Según advirtió, “sólo podemos aspirar a entender algo si pasamos mucho tiempo observándolo”. Y por ello alertó de que si no se hacen, así las cosas, “tomaremos decisiones impulsivas con el riesgo de equivocarnos”.
Por supuesto, recomendó a los informadores mantener la distancia con el poder y sus ocupantes. Su conclusión: “La función de los medios no es la de ejecutar una agenda política. Es responder a qué sucedió y por qué. Y luego, profundizar para descubrirlo”.
Lo dicho, otra lección.
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