Lorenzo Soriano
El cuento de la lechera, no solo es un cuento para niños, sino que es escuela de comportamientos humanos más allá de lo que la inocencia del cuento aparenta.
Los gobiernos mayormente de izquierdas, suelen contar cuentos idílicos a sus masas clientelares. Estas suelen ser “creyentes” más que votantes. El voto de izquierda no se produce nunca desde la lógica, la necesidad, la conveniencia o la posibilidad. Siempre es sobre la demagogia, la percepción mayormente errónea de la realidad, o desde una inquina y a veces odio, inoculado, innato o adquirido.
Tengo que reconocer que después de un Gobierno como los de Rajoy, Soraya, Montoro, Pastor etc., mi argumento flaquea, y mi exposición se distorsiona, lo acepto como la excepción a la regla, siempre aceptada en la comunidad científica.
No voy a referirme a la consabida caída del cántaro, y
posterior llanto, descalabro de ilusiones y de sueños, fuegos fatuos o brindis
al sol. Pero extrayendo la “moraleja”, colegimos que soñar con una “inmensa”
recaudación, en un solar desértico como es y será aún más, la economía
española, no solo es una ilusión fantasiosa, es un atentado contra la vida,
hacienda y bienestar de Todos los españoles. Incluso ellos mismos y sus hijos y
sus nietos. Que es sorprendente el egoísmo de esta clase aberrante que nos
gobierna. No y nunca piensan en sus propias generaciones futuras. Se lo quieren
comer ellos todo, y creerán que vivirán mejor con los que ahora gobiernan y que
pretenden cambiar a su antojo y conveniencia este país.
Ilusos peligrosos, experimentadores sociales tratando de cambiar, con resultados trágicos y mortales, empirizados en todas las imposiciones izquierdistas, en TODOS los países donde se ha implantado o sigue implantada su Teoría de la “pobreza universal” como solución al mundo. Eso sí, exceptuándose “ellos”. Creerán que ellos son millones y vuelven a equivocarse. Siempre son unos pocos, y los que los llevan al poder siempre, siempre son los primeros y más perjudicados. Pero bueno, soñar con la Lechera, y más si la leche es de otros, les parece un sueño onírico, erótico, sensual, y de final feliz, al menos, hasta el despierte.
Pero como decía Murphy, lo peor puede empeorar, y ciertas medidas fiscales como todas, obligatorias, confiscatorias y esquilmatorias, son destructores de sostenibilidad fiscal. Y se aplican, sin que nadie con sentido común, las supervise y corrija sus efectos, salvo aspirantes a jefecillos de rentas, no juristas fiscales rigurosos, imponen sin pensar en los devastadores efectos que producen a corto, medio o largo plazo.
Hay medidas Impositivas que se crean en determinados momentos para atemperar la fuerza de la economía, que crece y crece desbocada y necesita regular especulaciones y otros defectos de la economía de Mercado, que los tiene.
Me refiero por ejemplo al ITP, transmisiones patrimoniales, y Actos Jurídicos documentados, inter vivos, y a su primo hermano, las famosas “Ganancias Patrimoniales”, no realizadas o monetizadas. Al Impuesto de sucesiones en herencias sin ni siquiera esperar a que se realicen. En fin, serian muchas, las que en momentos de crisis hay que eliminar o bonificar para que se desarrolle la economía y fluya con más fuerza y se dinamice.
Mantener e incrementar, algunos impuestos o tasas, como los IBIS, los impuestos de circulación, matriculación, y decenas de cargas como las que soportan nuestros ciudadanos, es poner palos en las ruedas de las recuperaciones económicas.
No hablemos ya de las demandas contra el Estado, de la famosa “indefensión fiscal” que padece nuestro país, como la mayor del mundo Occidental. Litigiar contra abusos del Estado tiene prescripciones cortas, muy o totalmente restrictivas y llevarlos a los Tribunales a reclamar justicia que niega la vía administrativa o el Consejo de Estado acarrean Costas inasumibles para cualquier perjudicado. Es una perversa manera de “arbitrariedad fiscal”.
Finalmente, y para ir abreviando la larga lista de
atentados a la economía, están las dos estrellas que aplastan la recuperación y
hacen endémico el paro y la recesión en este país. Uno, el Impuesto de la
Seguridad social, sí, un Impuesto añadido a Empresas, trabajadores y
profesionales. Es un impuesto más en toda regla que debería ser asumido en las
Cuentas Generales del estado, si el despilfarro no fuese generalizado,
desmedido y el derroche no fuera institucionalizado. Por todos los gobiernos,
ya que aquí no se salva nadie de la impostura. Dos, Las Leyes laborales de este
país, actualmente en vigor son un elefantiásico generador de paro y “miedo a
contratación”, que lastra y lastrara toda creación de empleo y la llegada al
pleno máximo de ocupación. Y encima que la actual es nefasta, aun quieren
empeorarla más. Va en detrimento de todos los trabajadores, y esto es
indiscutible.
El temor a contratar evita más de un millón de empleos y otro tanto, de empleos de calidad en nuestro país. Pero su peor secuela es la “indemnización” por despido. Algo insólito, si se cumplen todas las condiciones de los contratos de trabajo y se atiende al sin fin de impuestos a pagar que recaen sobre los creadores de empleo. Esta perversa clausula, que no puede ser calculada en los costos de “la unidad vendida”, por salirse de la competitividad o del precio aceptado por la clientela disponible, ataca directamente al patrimonio empresarial. Pone en peligro al resto de los empleos de la empresa, compromete su supervivencia y la lleva a la quiebra o al consumo de patrimonio si no se tiene fondos para satisfacer el megacoste de los despidos. NADIE, que yo, sepa, ni los Sindicatos manumitidos, ni Los Presidentes de los empresarios conchabados con el gobierno, han sido capaces de derribar en este país, haciéndola posible y sensata.
Tendrían que hacer economías en sus megalomanías, sujetar a las CCAA, ser estrictos en los gastos fatuos, superfluos, duplicados o innecesarios, en canonjías o en Estupideces varias, y así podrían atender a todo esto. La economía, la competitividad, y la recaudación crecerían. Llegaríamos a pleno empleo y a unos salarios más justos voluntariamente concedidos.
Asimismo, Caritas tendría menos obligaciones derivadas, y el Ejército seria de verdad un ejército respetado.
Es casi todo al revés, de lo que está ocurriendo. Ya
verán. La lechera no cumple su sueño.
A REFLEXIONAR
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