Teresa González
Una soledad
estornudó en mi espalda
hojas verdes, tiernas, ambarinas
que se fueron
espinadas
amadas
espinadas
desengañadas
Y la campana del vacío
caminó por mis senderos
dormidos, olvidados, apagados
Resumiendo, que:
no me robé el corazón de nadie vivo,
amé sin medida
una mentira de amor que no era mía,
o sea,
que me
debes, vida.
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