Teresa González
Todo es silencio y oscuridad,
con un cuarto menguante hacia arriba,
seis estrellas y una nube lloraba
al resplandor de sutil claridad.
La vieja casona de la iglesia
dormía junto al ruin campanario
que en su cabeza llevaba un armario
de anciana cruz sin clemencia.
La calle de sombras movedizas
delatan el matocho por las brisas
del soñoliento señor de las arras.
En una noche tensa de agonía
en que tempestuosamente llovía
desplegaba el cuarto toda su magia...
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