Cristina Tavío Ascanio
¿Qué hubiera pasado si los famosos whatsapp del
concejal del PSOE, Zebenzuí González los hubiera escrito una mujer? ¿Qué pensarían
si esos mensajes fueran míos? ¿Estaríamos hablando de machismo? ¿O quizá muchos
estarían pidiendo acciones legales? Son muchas preguntas y flecos que se han
pasado por alto porque nos hemos quedado en lo más superficial de sus palabras.
Hoy quiero hacer una reflexión con todos ustedes. De
hecho, no voy a reproducir esos mensajes enviados a un chat del PSOE porque
creo que ya todos los conocen y porque independientemente de lo que allí se
afirma pretendo ir un poco más allá.
Tampoco quiero hacer leña del árbol caído porque a
estas alturas, y con la trascendencia que el tema ha tenido tanto a escala
local, regional y nacional, espero y deseo que Zebenzuí González haya aprendido
la lección. Soy de las que convencidas que todas las experiencias de nuestras
vidas nos enseñan algo, ya sean buenas o malas, y que son de estas últimas de
las que más tenemos que aprender.
Ni siquiera voy a hablar del partido al que pertenecía
el hasta ahora concejal lagunero. Porque creo que no sería justo. Una actuación
de este tipo sólo tiene un único responsable directo y es quién escribe esas
palabras aunque sea en una conversación privada. Generalizar este
comportamiento al conjunto de su formación política es criminalizar de manera
injusta. Aunque a estas alturas me pregunto si hubieran tenido otros la misma
consideración.
Ahora bien, hay dos cuestiones que me llaman la atención
y tiene que ver sobre cómo llegaron esos mensajes a los medios de comunicación.
Primero, porque supuestamente fueron escritos hace al menos un mes y ninguna de
las personas que formaba parte de ese chat –y que son militantes socialistas-
hicieron nada, aparte de cerrar el grupo e intentar pasarlo por alto.
Y dos, que justamente los conozcamos a escasos días de
que se celebrara el 13 congreso regional del PSOE. Tengo la sensación de que han
sido sus propios compañeros los que han utilizado este tema políticamente. Cuerpo a tierra, que vienen los nuestros… ¿Les
suena?
Pero, como decía al principio, parece que se ha
quedado en lo superficial, en lo soez y lo vejatorio de sus palabras. Pero es
que hay más. Mucho más. Hay dos aspectos que valorar, con mucha serenidad y sin
alimentar más odios, y que tienen que ver no con las formas sino con el fondo
de sus palabras.
En este sentido, entiendo que el Ayuntamiento de La
Laguna debe ser el primero en abrir una Comisión de Investigación porque el
concejal deja entrever con sus palabras un delito tipificado en el Código
Penal: la prevaricación. Y es que Zebenzuí González se jactaba de que contrataba
mujeres no por su capacidad y valía, sino a cambio de favores sexuales.
Como digo, una actitud totalmente reprobable porque
cuestiona a las trabajadoras del Consistorio y porque pone en tela de juicio la
profesionalidad y la transparencia que deben regir en las contrataciones para
las Administraciones Públicas.
Estoy convencida, y esto es lo triste del asunto y lo
que nos debería hacer reflexionar como sociedad, que si esos mensajes los
hubiera escrito yo muchos hubieran pedido que la Fiscalía actuara de oficio
ante una evidencia clara de abuso sexual y prevaricación. Desde aquí mi
comprensión a esas mujeres empleadas que se han sentido señaladas y que han
visto dañado su honor e imagen de un día para otro.
Queda claro que el ser hombre o mujer nos sigue
diferenciando y aplicamos varas de medir según los casos, cuando lo único que
debería prevalecer es nuestra condición de persona, y en este caso, cargo
público, independientemente del sexo.
Pedir su dimisión y justificarla en su actitud
machista es desviar la atención e intentar pasar por alto que detrás de estas
palabras – pese a que creo que son pura fanfarronería- hay una conducta
constitutiva de delito suficiente para exigirle su marcha.
Reflexionemos sobre ello.
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