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sábado, 2 de septiembre de 2017

DNI Y VECINOS PASIVOS

Salvador García Llanos

Ha sido la Confederación Estatal de Asociaciones de Vecinos (CEAV) la que ha denunciado esta misma semana el retraso en la expedición o renovación del Documento Nacional de Identidad (DNI) en las oficinas o dependencias de la Dirección General de la Policía. Una demora media de treinta y siete días en toda España, que llega a ser de sesenta y tres en el caso del Puerto de la Cruz. “Un retraso intolerable”, subraya la CEAV.

La denuncia va acompañada de la solicitud de una reunión urgente con los responsables de la Dirección General de la Policía a quienes plantearán la necesidad de convocar una comisión de seguimiento para conocer las medidas, los pasos y los plazos previstos para revisar esta situación.

La demora, según la CEAV, obliga a que mucha gente tenga que acudir a otras localidades y provincias para la resolución de esta tramitación, “lo que supone un gran trastorno y un gasto adicional”.

Desconocemos si las asociaciones vecinales portuenses están integradas en la citada Confederación, pero hay que aprovechar para preguntar qué fue de ellas y si todavía desempeñan algún papel o alguna actividad. Existió una Federación Portuense de Asociaciones de Vecinos (FPAV) pero hace mucho tiempo que no se tiene noticia de una mínima reivindicación o de un elemental comunicado que publicite la existencia de un problema o de una carencia y la exigencia correspondiente de una solución.

He ahí otro ejemplo claro de la pasividad y de la indolencia de los portuenses, muy insensibles con los problemas comunes o que les son próximos. Se quejan, eso sí, pero luego son poco o nada activos en el planteamiento y la búsqueda de alternativas. Y eso que hubo algunas asociaciones destacadas, que sirvieron hasta de escuela de municipalismo, cuando emergía la etapa democrática y algunos tenían claro que, sin participación ciudadana, no habría progreso y se tardaría en madurar.

Las pocas ganas, el relevo generacional y la aparición -con fácil y poco costosa accesibilidad- de las redes de ciudadanía han desembocado en la carencia de un nuevo modelo de funcionamiento de las entidades vecinales, de ahí que su papel se haya diluido. Faltan imaginación y líderes, desde luego. Son escasas las personas capaces de desvivirse por los demás y trabajar desinteresadamente.

Todo eso contribuye a la desvertebración social, acentúa la indolencia de la que hablamos. El fenómeno no es exclusivo del Puerto de la Cruz y su extensión acentúa la preocupación por una sociedad que tarda en reaccionar, sea cual sea la naturaleza o la dimensión de un problema que la afecte, por ejemplo, el de las cianobacterias, el de los vertidos, el de la falta de limpieza o mantenimiento en algunos núcleos, el del progresivo deterioro de los espacios públicos.

Los vecinos dirán que las instituciones y las administraciones públicas no les tienen en cuenta. Que no se les consulta sino cuando el gobierno de turno quiere aparentar o cuando ya los hechos de una actuación se han consumado. Y es probable que no les falte razón. Pero eso no significa que se resignen y dejen pasar, que resuelvan otros, los que cobran y frases por el estilo. Con voluntad y un poco de imaginación se puede hacer cosas. Es positivo que existan organizaciones capaces de aglutinar afanes colectivos y de canalizar reivindicaciones que sean de interés general.

Ahora se produce lo contrario y seguro que muchos se han acordado de que existen asociaciones vecinales por esta denuncia de la CEAV (unas tres mil y una base social superior al millón doscientas mil personas) que ojalá surta efectos positivos. Que la misma no haya tenido directamente una paternidad portuense, es un buen ejemplo.

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