Salvador García Llanos
El Observatorio Canario de Empleo y la Formación Profesional
(OBECAN) ha dado a conocer unas cifras interesantes en lo que concierne a la
situación laboral en el Puerto de la Cruz. Veamos:
La ciudad cierra el año con tres mil cuatrocientos doce
parados, que siguen siendo muchos, indudablemente, aunque la cantidad más baja
desde 2009. Son doscientas ochenta y cinco personas menos que en 2015. De esos
tres mil cuatrocientos doce, mil ochocientas noventa y tres son mujeres y mil
quinientos diecinueve, hombres. La evolución de los registros confirma una
tendencia de reducción continuada desde septiembre de 2015.
Hay más trabajo, luego hay un repunte de la productividad
económica. Esa, al menos, es la teoría. Pero casi tres mil quinientos parados,
como hemos dicho, es una cantidad lo suficientemente elevada como para
contrastar que los índices de crecimiento siguen siendo insuficientes.
Otras cifras de esta entrega del OBECAN lo confirman: el
Puerto de la Cruz cerró el mes de diciembre con mil doscientos cuarenta y siete
nuevos contratos, de ellos setecientos cuarenta y ocho en el sector de
hostelería que es el que encabeza esta positiva tendencia, reconocida también
en el ramo del comercio que aporta a considerable distancia, a continuación,
ciento veintisiete nuevas contrataciones. Otra cosa es la calidad del empleo
que se ha generado y las circunstancias que concurren.
Como es interesante detenerse en otros datos estadísticos
del OBECAN referidos a la formación de los demandantes de empleo: el colectivo
más numeroso se corresponde con personas con formación Primaria (mil
setecientas ochenta y ocho) y Secundaria (mil doscientas) treinta y dos. Por
otra parte, los desempleados con formación universitaria representan el tercer
colectivo que más demandantes de puestos de trabajo registra el municipio,
doscientos veintiunos; en tanto que los titulados en formación profesional se
elevan a ciento setenta.
Los registros ponen de relieve, una vez más, la importancia
de contar con la formación adecuada para acceder al mercado laboral, muy
constreñido como es el caso del portuense. Estudiantes y padres de alumnos
deben ser muy conscientes de ello e implicarse en aquellos foros donde el
asunto sea debatido con un mínimo de rigor y con margen de perspectiva a medio
y largo plazo. Se trata no solo de pensar en la innovación y la cualificación
como asignaturas con las que hay que seguir trabajando sino de esmerarse para
afrontar, siquiera en la fase primaria o de escarceos, lo que englobe una
mínima diversificación de la productividad económica, que no todo van a ser
cafeterías y venta de suvenir en plazas y vías peatonales.
Hay que congratularse de estos registros y de estas
tendencias, pero sin tirar cohetes. Queda mucho por hacer
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