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sábado, 14 de enero de 2017

ACTORES, DRAMAS Y COMEDIAS

Evaristo Fuentes Melián

El actor José Luis López Vázquez se prodigó en la etapa del cine español de caspa, llamado así por la horterada total en que se empeñaba en la etapa del llamado tardofranquismo (1970-75), con Franco ya (como diría Manolo Vieira) con “la proa pal marisco”. López Vázquez, junto con Alfredo Landa, Pepe Sacristán y otros comparsas hicieron reír a una España que escapaba a marchas forzadas del cine censurado, casposo, hortera, cuando por fin vimos en ‘Tocata y fuga de Lolita’, un flash de los senos (¿eufemismo?) de Amparito Muñoz, Miss Universo; y el culote de Marisol, nacida Pepa Flores, en una peli de cuyo nombre prefiero no acordarme. Inmediatamente después de fenecido el dictador, Pepa Flores cambió su rol totalmente y actuó de protagonista en papeles rebeldes, como en ‘Los días del pasado’ (Camus, 1978),  que hizo de novia de un guerrillero antifranquista después de terminada la Guerra Civil.

Y López Vázquez tiene un papelazo dramático en dos ejemplos tan dispares como ‘Mi querida señorita’, de Jaime de Armiñán (1972), y  ‘La verdad sobre el caso Savolta’, de Antonio Drove (1979). En ‘Mi querida señorita’ interpreta a una mujer solterona con problemas síquicos. Un médico especialista la examina y descubre que genitalmente es un varón; cambia de sexo y se domicilia en Madrid para que nadie le conozca, pero al final es reconocido/a por su sirvienta de toda la vida.

López Vázquez también lo borda en su papel trágico en el caso Savolta. Es un periodista paupérrimo apodado ‘Pajarito’, que fluctúa buscando la noticia, en un mundo intermedio entre los empresarios y los anarquistas catalanes que, hace ahora un siglo exactamente, se enfrentaron con violencia en una guerra soterrada. A lo largo de unos cinco años murieron–son cifras oficiales—523 obreros anarquistas y 40 patronos. Hay un dato escalofriante: solamente en un día, el 21 de enero de 1921, se realizaron 36 autopsias. Pero en 1923 se declaró la dictadura de Miguel Primo de Rivera apoyado por Alfonso XIII, y desapareció por fuerza mayor el grave problema.


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