Evaristo Fuentes Melián
Mientras oigo como sonido y telón de
fondo de mis trompas de Eustaquio la banda sonora de la película ‘El
desencanto’ (Jaime Chávarri, 1975), que es sobre la biografía del poeta de
controvertida vida familiar Leopoldo Panero (1909-1962), me estoy acordando de
haber leído en la prensa una entrevista
al norteamericano Stanley G. Payne, historiador de la España contemporánea,
homólogo del inglés Paul Preston. Este último escribe de la etapa franquista
con más oscuridad, con más pesimismo. Para Payne la última etapa franquista fue
más positiva. Dice en dicha entrevista Payne:
“Entre 1959 y 1975 se llevó a cabo la
modernización básica y la trasformación de España. No es que Franco trasformó
España, sino que presidió la transformación de España”.
Esta frase forma parte de la eterna
discusión que hayamos podido mantener los de mi generación, nacidos en los años
de la guerra 1936-1939 e inmediatamente posteriores.
Situándonos en las Islas Canarias, al
final de los años cincuenta empezó la
transformación positiva, y concretándonos en la ciudad turística por
antonomasia, Puerto de la Cruz, en diciembre de 1957 se estaban inaugurando
la avenida de Colón y la primera fase
del Lido y la piscina de San Telmo. Empezó, pues, a haber trabajo abundante, y
algunos vecinos de mi comarca, que
habían emigrado para Venezuela o
Brasil pocos años antes, hubieran hecho “su Venezuela” aquí; eran, y siguen
siendo los que no han fallecido, gente seria y trabajadora con una cierta
formación cultural, laboral y empresarial.
Por otro lado, entre mis coetáneos, hubo colegiales enfermizos que
pasaron una infancia triste, con achaques que les impidieron hacer una vida
normal, tal como jugar a la pelota en
los ratos de recreo, y pasaron largas temporadas encamados por su enfermedad.
Pero algunos de ellos, al hablar de aquella etapa, parece que confunden su
particular estado patológico juvenil y lo generalizan y consideran gris y
oscuro todo el periodo de Franco. Se olvidan de que en esa década profundamente
transformadora de los años sesenta,
después de pasar por las penurias de los años de posguerra, muchos paisanos nuestros fueron con su
´’smoking’ a la cena de fin de año en hoteles
de lujo o primera, haciendo fiesta común con los turistas europeos.
Espectador
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